Carin era muy pequeña para entender lo que había pasado, ni siquiera Hades y Denise estaban seguros de lo que sucedía, cuando abrieron la puerta, Carin se encontraba sana y salva, corrió abrazar a Hades, a quién veía como su hermano mayor, Lilith recibió la noticia de lo que había pasado y junto con Medea fueron corriendo a buscar a su hija.
—¿Ninos están bien?—les preguntó Medea agitada.
—¿Que fue lo que pasó?—preguntó Lilith mientras la cargaba en sus brazos.
—Una sirvienta se la llevó, dijo que se haría cargo de ella, pero nunca la habíamos visto y siempre que entra alguien nuevo en el palacio no lo presentan, especialmente si estará a nuestro ser vicio, dedujimos que se trataba de alguna impostora.—declaró Hades aliviado de ver a Carin sana y salva.
—Después desapareció sin dejar rastro, creímos que querían secuestrarla o hacerle daño, pero cuando Hades abrió la puerta, la mujer ya no estaba, Carin dijo que era su ángel guardián.—externó Denise tratando de entender.
—¿Te hizo daño? ¿Te dijo algo más?—le preguntó Lilith a su hija mientras la revisaba.
—Dijo que trataría de visitarme de vez en cuando y me dio un beso en la frente y me abrazó.—dijo Carin recargando en el pecho de su madre.
—¿Su ángel de la guarda?—preguntó Medea pensativa y añadió.—¿no será…?
—Si, es él, Azazel…
Aquel incidente le recordó a Lilith que Carin seguía en la mira de los celestiales y que no quitarían el dedo del renglón aunque pasaran los años, algún día la buscarían para vengarse de ella, pero también supo que tenían un aliado en el cielo y eso le daba un poco de paz.
—Tu ángel guardián…—susurró Lilith mientras arrullaba a su hija.
—¿Crees que Azazel realmente quiera el bienestar de Carin?—le preguntó Medea con seriedad.
—Él fue el único que la defendió en el pasado, creo que amaba a Maori, pude ver el dolor en su rostro cuando su antigua versión murió.
—Pero Carin no es Maori.
—Pero si su reencarnación, ella sigue ahí aunque en otro cuerpo y en otra cara.
—Fue muy arriesgado de su parte venir hasta aquí solo para verla, debe quererla mucho.—exclamó Medea impresionada.
—Se que no puedo evitarle sufrimientos a mi hija y quizá no siempre pueda protegerla, pero, estoy segura de que puede confiar en él en el futuro si lo necesita o si algo nos pasa.—expresó Lilith con seriedad.
—¿Y por que te pasaría algo?—le preguntó Medea inquieta.
—Puede que Teldrasil y sus hermanos quieran acabar con nosotros algún día, tengo el presentimiento de que nos causarán muchos problemas.
—Los apoyaremos en todo, no dejaremos que ese celestial les ponga las manos encima.—externó Medea decidida, ella y Lilith habían hecho una gran amistad, Medea la había llegado a querer mucho.
—Mi querida Maori, se perfectamente que ya no estas en este mundo, Carin no eres del todo tu, no sabría si es o no un ángel o si es un terrible demonio, pero he aprendido que los ángeles pecan y que los demonios pueden llegar amar sinceramente, la vida sin ti se ha complicado, ahora me hago cargo de un demonio que quiere hacer lo correcto en nombre de su devoción a nuestro hermano y tu estás tan lejos de mí, atrapada en el cuerpo de una cachorra de loba que no tiene culpa de nada, por mucho tiempo cuestioné tus actos, no entendía por que habías reencarnado en el vientre de un demonio de guerra, me sentí decepcionado, ofendido por tus acciones, pero entendí que ese fue tu ultimo acto de amor, ayudaste a dos seres que se aman a engendrar a tu nuevo yo, sé que tienes un propósito en esta vida, tus bondades no serán olvidadas, no por mí, cuidaré bien a esa niña, adiós Maori, lamento no haberme confesado antes, de haberlo hecho…calvez hubieras muerto sabiendo que te amé profundamente, cuidare a esta versión tuya hasta donde me sea posible, me asegurare de que vivas muchos años más que en tu antigua vida.
Azazel se encontraba sentado en un peñasco tan alto que las nubes parecían una alfombra, el atardecer dibujaba un hermoso paisaje, el ángel de la guerra se había a sincerado con el mismo y con lo que alguna vez sintió por Maori, estaba listo para aceptar la realidad y vivir en un mundo donde su Ángel amado ya no vivía.
Por otro lado, el tiempo donde los príncipes Hades y Denise debían partir había llegado, su viaje a las torres de Bilial los esperaba, el lugar donde se convertirían en hombres honorables y respetados los esperaba ansiosos, aquella despedida fue agridulce para sus padres y amigos, especialmente para Carin quién lloró mucho al verlos partir.
—Vamos hija, tienen que irse, pero no será para siempre, te prometo que los verás muy pronto, cuando cierres los ojos ya habrán vuelto.—le dijo Vinland mientras trataba de contenerla en sus brazos.
—-¡No! ¡Déjenme ir con ellos! ¡Hades! ¡Denise! ¡Ayúdenme!—gritaba Carin envuelta en lagrimas.
—Carin cálmate, todo va a estar bien, no los entristezcas más.—le dijo Lilith apenada.
Eira y Medea estaban conmovidos de verlos partir y con los gritos dolorosos de Carin se entristecían aun más.
Hades y Denise sintieron un nudo en la garganta, pero no podían volver, ya estaban en marcha, entre tanto revoloteo, Carin se le soltó de los brazos a su padre y en su forma de loba corrió con todas sus fuerzas y varias veces se tropezó tratando de alcanzar a sus amigos.
—¿Carin?—Denise le avisó a Hades que Carin iba detrás de ellos, lloraba y les pedia que la llevaran con ellos, Vinland se transformó en lobo he iba tras ella.
—¡Carin! ¿Que crees que haces? ¡Regresa! Te lastimarás las patas.—le dijo Hades conmovido.
—No puedo alcanzarlos….ayúdenme…
—No puedes venir con nosotros, tienes que aceparlo y esperar nuestro regreso, te queremos Carin, crece grande y fuerte—le dijo Denise al ver como se tropezaba y seguir corriendo tan pronto como se levantaba.
Al final la Lomita no pudo correr más y en un ultimo tropezón, aulló con gran dolor dejando un hueco en los corazones de sus amigos, principalmente de Hades.