Mi amante, el príncipe de jade.

Destinado para algo grandioso.

 

La vida me dio la bienvenida siendo bañado por el bonito de mi madre, la cual apenas si podía ponerse de píe, me considero afortunado al haber nacido saludable, con tanto alcohol en mi sangre pude tener muchos problemas, sin embargo fui bendecido por el simple hecho de nacer.

Cuando comencé a tener conciencia de las circunstancias que me rodeaban, no era lo suficientemente fuerte como para escapar o defenderme, crecí en el burdel donde trabajaba mi madre y tengo pagos recuerdos de cuando era un bebé, apenas si sabía caminar, me moría de hambre, Mirila había recibido clientes todo el día y se había olvidado de mí, ni si quiera me había cambiado los pañales, gateé hacia donde me dieron las manos y las rodillas, hasta la una de as puertas que daban al callejón, había una perra con su camada de cachorros, era una criolla, mezcla de lobo con perro de la calle.

Estaba amamantando a su crias, quizo mi instinto de supervivencia reconoció el olor de la leche caliente, ahora que estoy al borde de al muerte revivo todo como si fuera un espectador, la perra mestiza me miró fijamente, moviendo la cola de un lado al otro, me acerqué soltando un llanto desesperado, le rogaba a gritos que me alimentara, deseaba saciar mi estomago hambriento.

Ella dejó que me acercara, me escabullí entre los espacios y encontré la fuente, ella comenzó a lamerme como si fuera un de sus cachorros, ahora lo entiendo todo, el porque de mi amor profundo por los animales, nadie me tendió la mano excepto ellos, aprendi a entenderlos, a escucharlos, para mí esa loba criolla fue más madre que la mujer que me dió a Luz, su calor me dio la comprensión de lo que era el amor sincero.

A partir de ese momento seguí a la manada y me quede con ellos, aprendí el idioma de los humanos y el de los animales, Mirila jamás me reclamó, el hombre que había asesinado a su bebé, terminó quitándole la vida también a ella, su depravación no tubo fin, siempre quería más, experimentar todo tipo de cosas, sin importar que tan ruin fueran, la ahorcó, la destrozó a golpes y le hizo cosas terribles a su cuerpo después de que murió, era un enfermo que hizo lo que quizo porque era rico.

Yo me crie en las calles, el bosque, los prados, iba a donde fuera con mi peculiar familia, mi madre mestiza y mis tres hermanos cachorros, aprendi cazar conejos, ratas y animales pequeños, pero ni el dolor, ni la felicidad duran para siempre, tampoco mi familia, la maldad del hombre los asesinó, los mataron cuando buscábamos comida en la basura, a golpes, pedradas y palos, así murió mi madre mestiza y mis hermanos.

A mí me vendieron como esclavo a la edad de cinco años a una familia adinerada, la misma que era del hombre que me engendró, el señor Salomon de San Cristóbal, él no tardó en darse cuenta de que era su hijo, para su mala surte yo era idéntico a él y el amor de sus hijos, su esposa se ensañó conmigo y me golpeaba cada vez que podía, hasta que me hizo perder la vista de uno de mis ojos, me rompieron los huesos una y otra vez, pero  yo seguía sintiéndome afortunado por estar vivo, tenía el presentimiento de que había nacido para algo más grande que las adversidades que me rodeaban, yo era más grande que mis aflicciones, el ser humano me detestaba, pero yo era amigo de los animales.

Ellos le daban sentido a mi vida, eran leales, amorosos, confiables y cálidos, todos, incluyendo a los más ponzoñosos o repulsivos, con el tiempo me hice el encargado de las caballerizas y el ganado, fui ascendiendo poco a poco, aun con el desprecio de la mujer de mi padre, no fue hasta esa tarde cuando entendía por que estaba en esta tierra.

La familia del señor Salomon había planeado un día de parque en el campo, había comida deliciosa, vinos lujosos y gente distinguida, yo estaba ahí para mantener tranquilos a sus caballos, cuando de repente, un oso pardo apareció asesino a tres de sus invitados, incluyendo a un niño, fue un gran alboroto, estaban por dispararle cuando yo empujé al hombre que quería herirlo, era un desalmado que había cazado a sus crias y las tenía de trofeo abultados como cachorros, la madre me recordó a mi loba mestiza y me decidí a proteger su venganza, le entregué al asesino de sus cachorros y heridos huimos de nuestros enemigos, ella me ayudó a escapar de una vida sin sentido y libere a todos los caballos, fuimos libres.

Después de eso, viví como vagabundo por un tiempo, aunque yo me sentía más bien como un lobo solitario que ayudaba a sus amigos animales de vez en cuando, tenía veinte años cuando decidí trabajar como ayudante de un carpintero que enseñó su oficio y con el tiempo me dediqué a eso, gastaba todo mi dinero en animales de la calle, les construí refugios, albergues y yo los cuidaba, pasaron muchas cosas, muchas de las que no quiero hacer memoria, mi corazón no lo resistiría, como la vez que el mismo hombre quemó el albergue y a todos los animales dentro de el.

Decidí convertirme en cazador, por que odiaba las injusticias, quería salvar a todo ser inocente que no tuviera la capacidad de defenderse, en honor a mi loba mestiza, en honor a esa osa pardo, en honor a mis animales del refugio y en honor a mi niño interior que no pude proteger.

Pero jamás imaginé que mi vida terminaría en manos del mismo hombre salvaje, pero al menso estoy feliz de haber dado mi vida por ese caballo, aunque si pudiera pedir un deseo…desearía poder vivir un poco más antes de reunirme con mi amada familia…

—¿Salomon puedes escucharme?—le preguntó Ginebra preocupada al ver que no despertaba, pero fue hasta que vio sus dedos moverse que se llenó de esperanza.

—¿Que? ¿Donde estoy? ¿Quién es usted?—preguntó Salomon adormilado.

—Gracias al cielo…estas vivo.—externó Ginebra aliviada.

—¡Salomon!—Reynar se acercó a él y lo ayudó a levantarse un poco.

—¿Señor? —Salomon se revisó las manos y se tocó la cabeza y sus costillas, ya no le dolía nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.