Mi amante, el príncipe de jade.

Amenazas

 

Aquella criatura humanoide era tan grande y monstruosa que de un golpe, podría abrirle las entrañas a cualquiera que se cruzara en su camino, no había manera de salir ileso de aquel encuentro.

—¡Llamen a su líder! ¿Donde esta el cobarde? ¿Acaso teme por su vida? ¡Voy a despedazarlo a él y a toda su familia!—gritaba Felix enfurecido.

—¡No te acerques bestia o te desollaremos vivo!—le advirtieron los guerreros que lo enfrentaban.

—¡No lo creo criatura insignificante! ¡Fuera de mi camino!—Feliz le abrió el estomago de un solo arañazo y le sacó los intestinos dejando horrorizados a sus compañeros.

—¡Ataquen!

Felix gruñó enardecido y cuando estaba por descargar su ira contra aquellos hombres, Alejandro lo interrumpió.

—Ni se te ocurra matar a otro de mis hombres, a menos de que quieras visitar el infierno en los próximos minutos.—exclamó Alejandro con el ceño fruncido.

El señor de los cazadores estaba montado en su caballo blanco y miraba fijamente a su adversario, ya le había puesto un tiempo limite de vida y no duraría más de lo planeado.

—Alejandro…—gruñó Felix clavándole la mirada con desprecio.

—Te refieres a mí con familiaridad y no recuerdo haberte permitido hacerlo ¿quien eres y que haces aquí?

—Soy su verdugo, un objeto de justicia que le hará pagar por todo lo que ha hecho…

—¿A ti te he hecho algo? Suenas resentido, pero eres tan insignificante que no te recuerdo y sé que no eres un licántropo autentico, algo uso algo parecido a la alquimia y te unió al cuerpo y esencia de un lobo, por la manera en la que te llenó de confianza, debió olvidar leerte las letras pequeñas ¿quien te maldijo?¿Una bruja? ¿Un demonio? ¿Album espíritu?

—Jajaja, nada de eso, presumes de ser sabio y longevo pero en realidad no conoces nada de mí, ni de quien me ayudó a convertirme en esto, un ser superior y más fuerte que el resto de ustedes.—declaró Felix confiado.

—Yo no diría que te ayudó, alteró el curso de tu genética, también dañó tu alma, te espera un castigo infernal gracias a tu amigo, déjame adivinar ¿eres Felix no es cierto?—le preguntó Alejandro mirándolo de arriba a bajo.

Felix se sorprendió porque lo reconoció y se puso algo nervioso, pero trató de disimularlo.

—¿Como me reconociste maldito?—le preguntó Felix desconcertado.

—Tu voz esta desconcertada, pero puedo reconocer tu forma de hablar, te expresas de manera vulgar y arrogante, eres un hombre sin educación, juicio he intelecto, careces de sentido común y de inteligencia, solo un estúpido como tu podría aceptar el trato que el ser que te utiliza para sus propios fines desea darte, Como te dije, no leíste las letras pequeñas ¿quien te mandó hacer esto?

—Tu mayor enemigo tiene la vista puesta en ti y tu familia, prepara su espada para degollarlos, la afila lentamente para poder rebanar sus corazones jajaja, quieres intimidarme pero no conseguirás que caiga en tus chantajes y juegos mentales, soy más listo d leo que crees.

—Lo dudo, estarás muerto antes de que amanezca ¡Reynar!

—¡Si!—Reynar se acercó a su padre y se llevó a su caballo y le dio una espada mejor que la que ya traía, afilada y lista para atravesarle el corazón a su oponente.

—Esa espada no será suficiente para acabar conmigo señor de los cazadores, ahora debo ser uno de los seres más fuertes de este mundo.—sonrió Felix confiado.

—Ay Felix, tu aliado también te dañó el cerebro, terminemos con esto de una vez, tengo cosas que hacer.—le dijo Alejandro y cuando menos se dió cuenta el hombre lobo, Alejandro ya se encontraba del otro lado.

—¿Como llegaste al otro lado? Ni siquiera te vi…—externó Felix sintiéndose raro.

—Te lo diré si me dices quien te convirtió en esto.

—Un ángel…él…él dijo que ya lo conocías.—Feliz comenzó  a marearse y presintió que su vida había llegado a su fin y así era, Alejandro lo había partido a la mitad, y su torso calló antes que sus pies.

—Este fue tu fin, moriste como un cobarde, es una pena que jamás te hayas convertido en cazador.—le dijo Alejandro decepcionado y guardó su espada después de sacudir la sangre en el suelo.

—¡Papá! ¿Te encuentras bien?—le preguntó Reynar mientras iba a su encuentro.

—Mejor que él si, me hizo perder mucho tiempo.

—¡Señor Alejandro! ¡Usted es increíble! ¡Tiene que enseñarme como hizo eso! Lo rebanó de un solo tajo, no lo puedo creer, verlo en acción es un deleite para la vista, estoy fascinada con su estilo de pelea, es tan elegante y preciso que…—¿por que tiene esa cara?—le preguntó Lucia extrañada.

—Feliz fue convertido en esta cosa por…—Alejandro fue interrumpido por una voz conocida, la odiosa voz de un ser divino.

—Saludos al señor de los cazadores ¿como han estado?—les preguntó Teldrasil con un cinismo insoportable.

Alejandro lo miró con tal desprecio que si sus ojos fueran dagas, ese ángel ya estaría muerto.

—¿Como te atreves a manifestarte en i ciudad miserable cobarde?

—Vaya, no hay por que ser tan grosero, solo vine a saludar, es todo.

—Ni se te ocurra acercarte a mi padre maldito, o morirás.—le dijo Reynar de manera amenazante.

—No sé por que son tan huraños, se supone que somos amigos ¿no peleamos juntos en la gran batalla contra la bruma oscura?—preguntó Teldrasil con una sonrisa brillante.

—¡Te largaste junto a tu ejercito de mierda y nos dejaste a nuestra suerte! —le reclamó Reynar poniendo a la defensiva.

—Ah, es verdad, lo lamento, pero no quería lidiar con tantos problemas, había mucho pecado en al tierra y me dio asco.

—¿Que demonios quieres?—le preguntó Alejandro apuntando con su espada justo en el cuello.

—Jajaja, ¿enserio creen que simples mortales podrían acabar con mi vida con armas mortales?

—Tal vez nosotros no, pero si hay titanes que si pueden borrar tu existencia de este y todas las realidades.—le respondió Reynar furioso.




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