Teldrasil se hizo presente con el patriarca del linaje Romaní, el líder de los seres celestiales lo amenazó diciéndole que él se convertiría en el cazador de sus seres queridos, los perseguiría hasta aniquilarlos, incluso habló de la espada que usará para herirles el corazón a muchos de ellos “Beel” Alejandro desconocía la identidad de aquella asesina que se convertiría en una sombra que no descansaría hasta erradicarlos, Alejandro le contó lo sucedido a toda su familia y la intriga creció en ellos ¿quien era esa espada? ¿Por que quiere a Caryn? ¿Hasta donde llegará su obsesión con ellos? Esas eran preguntas sin respuesta y eso los dejaba pensativos.
—¿Ese miserable no descansa? ¿Cuando piensa dejarnos en paz?—preguntó Reynar furioso.
Todos estaban reunidos en el castillo de Valeska, una reunión familiar que no tendría nada divertido ni sociable.
—Ese maldito siempre nos ha estado observando, estoy seguro de que este fue solo el comienzo de sus artimañas, se declaró oficialmente como nuestro enemigo, en la cara de nuestro padre para hacerlo más dramático.—dijo Emir con un tono alto.
—¿La única manera de que deje de fastidiar es entregarle a Caryn?—le preguntó Valeska a su padre y este asintió con su cabeza.
—¡De ninguna manera vamos a darla a esa bebé inocente!—declaró Lía poniéndose de píe.
—Claro que no, ni siquiera esta en discusión, aun si se la entregáramos Teldrasil seguiría metiendose con nosotros, tiene el orgullo herido, Maori lo insultó al habernos ayudado en nuestras adversidades pasadas, ella fue quién cuidó el parto de todas las mujeres que amamos, se reveló ante sus hermanos cuando decidió reencarnar en un demonio, además conocemos su verdadera naturaleza cobarde, se sintió humillado aunque nosotros jamás lo obligamos a irse de la batalla contra el dios de la destrucción, pero sigo creyendo que esas no son razones suficientes para odiarnos tanto, la verdadera razón es que Lía, Aspen y Minerva siguen con vida, los únicos seres capaces de asesinarlos están de nuestro lado.—dijo Alejandro con seriedad.
—Eso tiene mucho más sentido, todo es por el miedo de que algún día ustedes terminen con su dominio de terror.—externó Ginebra afligida.
—Pero se supone que los dioses nunca mueren reencarnan.—manifestó Lucia pensativa.
—Precisamente esa reencarnación es lo que más les asusta, el ejemplo de Caryn es la respuesta, ella Murió como Maori y reencarnó en un hibrido mitad ángel, mitad demonio, no es más el ángel de la fertilidad, en determinado tiempo nacerá otro que sustituya a Maori, pero Caryn es independiente a esa reencarnación por haber nacido de un demonio.—explicó Magnolia reflexiva.
—Entonces Caryn esta fuera de su línea natural de existencia, ella no es Maori, sin embargo una parte de ella vive en Caryn, aunque desciende de un ángel y es un ángel, ella vendría siendo una variante que nunca debió nacer, pues al no conocer su naturaleza, su poder y de lo que es capaz, eso la vuelve un enigma y un peligro para sus hermanos celestiales. —añadió Lía con seguridad.
—Le tiene miedo a lo que se vaya a convertir de adulta, por eso la quieren muerta.—dijo Valeska con seriedad.
—Si, esa sería su garantía para acabar con su segundo problema, pues es evidente que jamás lograrán acabar con Lía y los niños.—declaró Emir convencido.
—Pero lo intentarán, no se darán por vencidos, hasta ahora no nos han molestado, pero lo que pasó con el señor Alejandro es el principio de las molestias ¿Estará bien el príncipe lejos de ustedes?—preguntó Lucia con preocupación.
—Esta protegido, le hemos puesto varios hechizos de protección, uno tras otro, tanto mi madre como yo, incluso Babani, nos encargamos de blindarlo, no puede tocarlo y Minerva no se despega de nosotros.—expresó Lía mirándola a los ojos.
—Hablamos con Vinland y Lilith hace unos días, parece que alguien secuestró momentáneamente a Caryn, pasó en las narices de los hijos de Eira y Medea, parece que fue Azazel, el arcángel de la guerra, tomó la forma de una sirvienta, creemos que utilizaba uno de los brazaletes que Teldrasil utiliza para tomar las formas que quiera, humanas o de animales, incluso de seres sobrenaturales.—declaró Valeska con fastidio.
—Esa es una habilidad muy peligrosa, podría tomar la forma de cualquiera de nosotros ¿como reconocerlo?—preguntó Reynar frustrado.
—Tendremos que ser cuidadosos, plantear alguna clave que solo nosotros conozcamos, al final, aquel encuentro no fue amargo, Azazel se declaró amigo y cuidador de Caryn, parece que va a protegerla en la medida de su alcance, esta solo en contra de sus hermanos, si lo descubren buscarán la manera de acabar con él.—dijo Valeska mientras se llevaba la mano a la cien.
—Bueno, es una buena noticia, sabemos que esta del lado de Caryn, eso puede ser benéfico para nosotros, hagamos que este de nuestro lado también.—dijo Ginebra como propuesta.
—No sería una mala idea madre, buscaremos la manera de convertirlo en nuestro aliado.
—¿Estás bien?—le preguntó Magnolia a Lía, pues la vio decaída.
—Realmente creí que nuestros problemas habían acabado y que viviríamos en paz después de terminar con la ida de la bruma oscura, pero fui muy ingenua al pensar en eso.
—No tienes de que preocuparte, esos celestiales no son rivales para los dioses gemelos, los Romani estamos hechos para vencer a nuestros enemigos, es lo que nuestros padres nos ha transmitido ¿o me equivoco?—dijo Valeska con voz fuerte.
—No, fuimos creados en las adversidades, los tres somos el fruto de un vinculo perfecto y a su vez, hemos crecido con sus enseñanzas y ahora nosotros le transmitimos eso a nuestros hijos, nuestra descendencia es fuerte he invencible.—añadió Emir lleno de convicción.
—Así es, no van a intimidarnos, aun si el cielo o el infierno están en contra de nosotros, prevaleceremos, la familia Romani siempre portara la espada y la corona, es nuestro destino gobernar esta tierra.—externó Reynar confiado.