Mi amante, el príncipe de jade.

El Príncipe de jade.

 

El Principe llevaba una mascara negra que le tapaba el rostro, usaba un traje negro y tenía el cabello semi largo y liso, tan oscuro como el de su abuelo y su padre, iba en el magrodo que su padre le había regalado de pequeño se llamaba “niebla” por que era una hembra de ojos rojos.

Había una guardia que lo protegía en el frente, dos a los costados y una en la parte de atrás, estaban escoltando al príncipe heredero, él era su mayor tesoro después de su rey, por fin estaba de vuelta y todo el imperio estaba celebrando su regreso, se fue como un niño, pero ahora regresa como todo un hombre.

Con la mascara bien podría pasar por el rey, pero no tenía el cabello tan largo como su padre, además de que Aspen era más alto que él, en edad humana, el príncipe tendría al rededor de veintidós años, había partido de casa para formarse como guerrero, gobernante y líder de una gran nación, sabía todos los idiomas importantes, era culto, ilustrado, fue entrenado en el arte del arco, la espada, la pelea cuerpo a cuerpo, con formación militar y todo ese aprendizaje lo convirtió en un prodigio, estaban orgullosos de él.

Pero ¿que personalidad tenía el príncipe? Su apodo ya era conocido en el imperio, lo llamaron  “El príncipe de jade” por esos preciosos ojos color esmeralda que decían, te desnudaban el alama he incluso te la arrebataban si eras descuidado.

Se graduó con excelencia de la academia a la que asistió, pero nadie entendía por que usaba esa mascara, si era tan hermoso como decían ¿por qué ocultaba su belleza al mundo? Quizás, el príncipe tenía una buen razón para eso, otros rumores decían que tal vez el heredero se había quemado el rostro y había perdido su hermosura en algún entrenamiento cuerpo a cuerpo y que ahora era tan Feo como la oscuridad misma.

Por eso la gente estaba tan emocionada, especialmente la corte, querían ver con sus propios ojos al enigmático dios y descubrir por si mismos cual era la verdad detrás de todos esos rumores.

La familia real caminó siendo escoltados por la gran bruja negra, quien usaba su armadura negra, también estaban algunos soldados del ejercito de las fuerzas especiales de los dioses gemelos, quienes ahora estaban divididos en dos grupos, uno que defendía el reino del norte y uno que protegía al sur.

—¿Están nerviosas?—les preguntó Valeska al mirarlas tan atentas a la marcha militar que Aspen había preparado para ellos.

—Yo estoy emocionada, ya quiero verlo.—contestó Lía emocionada.

—¿Creen que use esa máscara por moda o por que realmente tiene marcada la cara con cicatrices?—les preguntó Minerva con curiosidad.

—Si hubiera tenido un accidente ya lo sabríamos, son solo rumores extraños, es el pan de cada día de los miembros d nuestra familia.—le respondió Lía con una sonrisa.

—Tu madre tiene razón, saben lo que les haría a los involucrados si eso sucediera.

Minerva sonrió y una vez que estuvieron a una distancia considerable (la que se acostumbraba en el desfile militar) los soldados le hicieron paso al príncipe y este avanzó con su magrodo y se bajó de su caballo infernal y se quitó la mascara delante de todos, dejándolos absortos.

Sus ojos verdes brillaban como dos piedras preciosas, su piel era blanca como la nieve, sus facciones eran finas y no había ni un solo lunar en su rostro, mucho menos una cicatriz, le sonrió a su familia y esto provocó un sin fin de corazones flechados en la corte, los suspiros parecían una orquesta sinfónica, decían que los Romani eran los hombres más hermosos que hayan existido, consideraban su linaje como una bendición, “la familia de los dioses”.

Sus súbditos no esperaban menos de Aspen, que lo que su padre y su abuelo habían hecho por el imperio, tenían grandes expectativas hacia él, estaban ansiosos de conocerlo más.

Aspen se quitó la mascara y le hizo una reverencia a su padre.

—He regresado majestad, estoy listo para servirle a usted y a nuestro pueblo, espero pueda ver en lo que me he convertido y disponga de mí de la manera en la que mejor le perezca, servirlo es mi mayor deseo.

—Tu voz ya no es la de un niño hijo mío, ahora es grabe y profunda, además veo que eres más alto que yo y estoy seguro de que algún día te convertirás en un mejor rey que yo, bien venido a casa Aspen.

Valeska extendió sus brazos y lo recibió lleno de orgullo, amaba a su hijo y estaba feliz de que estuviera de vuelta y lo besó en la frente como era costumbre en su familia, así demostraban el respeto, el amor y la lealtad para con los suyos.

Lía estaba ansiosa por que llegara su turno de saludar a su hijo, pero Aspen se arrodilló delante de ella y sacó una rosa roja y se la entregó en la mano y le dio un beso.

—Mi reina, dueña de mi corazón y mi más grande tesoro, es un placer volver a verla emperatriz del imperio que tiene la dicha de ser gobernado por una dama como usted.—Aspen le besó la mano y después se puso de pie para cargarla en sus brazos.

—Te extrañé tanto hijo…estoy feliz de tenerte de vuelta.—le dijo Lía entre lágrimas.

Aspen era un gran adulador, educado, distinguido, sabía como tratar a las personas, especialmente aquellas que respetaba, su padre sabía que eran la debilidad el uno del otro, su reina y su príncipe se llenaban muy bien.

—Mi bella hermana, haz crecido demasiado, debes ser el sueño de todos los nobles—dijo Aspen mientras besaba la mejilla de Minerva.

—Es un placer volver a verlo hermano.—Minerva le sonrió y le hizo una reverencia.

—Eres muy parecida a nuestra madre, que bendecida eres.

—Lo sé, usted es muy parecido a nuestro padre, también fue bendecido con eso.

—Aun hay una mujer que debo saludar y un hombre al que le debo mi respeto, abuela.—Aspen abrazó a Beatriz y le besó la mano Gens señal de respeto y ella se llenó de gozo al ver lo educado que era su nieto.

—Escuche que era hábil con la espada y el arco majestad.—le dijo Beatriz con una sonrisa.




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