Mi amante, el príncipe de jade.

La semi bruja

 

Babani había salido del castillo del sur con el corazón triste por la actitud de Isabela, pensaba que ella debía ser así por que tenía un gran peso en la espalda, ser la princesa heredera no era nada fácil, tenía que competir con las múltiples candidatas a amantes que se presentarían ante el príncipe Aspen, sin contar que si él la creía indigna, podía cambiar de opinión y casarse con alguien más, aunque esto no era probable ya que al ser reinos hermanos (el sur y el norte) debían mantener los lazos de unidad a como diera lugar, ya que ellos estaban por encima de todo.

—Diablos…enserio fui demasiado confianzuda con la princesa, mira que abrazarla de repente…debió sentirse muy incomoda, no importa cuanto ame a su madre, su familia y la mía son muy diferentes, ellos trascienden la divinidad y nosotros somos simples mortales.—se dijo la bruja así misma con el animo en el suelo.—voy a invocar a Anabel, espero no este muy ocupada.

Llamó a Anabel y esta se convirtió en una gallina gigante y una vez que la montó se fueron rumbo al imperio del norte.

—¿Estabas muy atareada Anabel?—le preguntó Babani mientras la acariciaba.

—No mucho, estaba ayudándole al señor Almond a cosechar papas para la cena, intenté vigilar a Gia, pero esa muchacha se escabulló y la perdí de vista, se apresuró hacer sus quieres y se introdujo al bosque.—le dijo Anabel resignada.

—Ay no puede ser… espero que esta vez no me traiga nada raro, aunque muchas de las cosas que trae me sirven para hacer pociones.

—Ayer trajo el cadáver de un hada, era horrenda, estaba petrificada, pero seguro le servirá de algo.

—Si, al menos disfruta su tiempo libre antes de irse a la escuela de hechicería, espero no la estén acosando…

—Por cierto ¿como le fue con su amiga la reina? ¿Pudo entregarle el presente a la princesa Isabela?

—Si, me fue bien, solo que, la princesa es diferente a lo que imaginé, pero bueno, ella tiene muchas responsabilidades, le di el mensaje que la emperatriz me ordenó y se puso muy feliz, realmente esta comprometida en ser una digan heredera.

—Ya veo, me alegra que haya cumplido con su encargo, ahora agarrese bien, porque todos nos morimos por comer su famoso estofado de pato ¡en marcha! —exclamó Anabel a toda velocidad.

—¡Anabeeeel! —gritó Babani con la piel del rostro y los cabellos volando.

—Me aseguraré de llegar justo a tiempo mi señora jajajaja.

Babani había decidido darle a Anabel una vida más normal, tratándola con el mismo amor y dejándola libre como si fuera una humana, esto hacía a Anabel muy feliz, pues aunque seguía en su forma de preadolescente, ella se sentía parte de una familia convencional, un padre, una madre y una hermana, la vida en la granja era tranquila, desde que la guerra se había dejado en el pasado, no había muchas salidas fuera del territorio vampírico.

Almond cuidaba diligente mente de su familia y su hogar, tenía muchos animales y un plantío grande donde la tierra de daba sus frutos, amaba tanto a sus mujeres que a pesar de su apariencia monstruosa he intimidante, era un buen padre y un gran esposo.

—¿Gia haz visto mi acha? Pensaba cortar unos leños para…—Almond vio un mensaje clavado a la puerta, el cual decía:

—Salí al bosque por algo de moras para hacer un pay de frutos rojos, te amo papi.

—Awww mi precioso colibrí, espero en Dios no me traigas sapos otra vez jejej.

Almond sonrió al ver la nota, pero al notar el agujero que Gia le había dejado en su lugar, se la borró enseguida, la había clavado con un cuchillo.

—Acacia de reparla….—exclamó Almond soltando un suspiro.

Gia tenía un espíritu intrépido y aventurero, era valiente, tenaz y decidida, amaba la naturaleza si como lo salvaje de esta, a pesar de ser la burla de su instituto, ella seguía sonriendo.

Nadie sabía la verdadera razón por la que salía al bosque y era porque tenía fe de encontrar a su familiar destinado.

—Listo, ya conseguí las moras que necesitaba para el pay de frutos rojos, con esta ofrenda de paz, mis padres no me regañarán jejeje, soy muy lista, ahora si emprenderé mi búsqueda por mi compañero perfecto, me preguntó si será una mantis gigante o quizá una mosca enorme como rubí el familiar de mi maestra o tal vez….sea un enorme dragón como Hordreck jajaja, fantasear se ha vuelto mi pasatiempo favorito jajaja.

Gia era una bruja muy peculiar, tenía dieciséis años ,humanos sus ojos eran entre verdes y azules y había herédalo un color llamativo en el cabello como su madre, solo que el suyo era azul y muy largo, el cual siempre llegaba atado en una trenza la cual adornaba con flores silvestres, era una estudiante de hechicería, su sueño era graduarse como una bruja oficial y ser virle al reino con lealtad como una vez lo hizo uno de sus más grandes ejemplos “La emperatriz Lía” pero Gia no la tenía fácil subir acoso escolar y desprecios de todo tipo por que era la única estudiante sin conseguir un familiar.

—Muy bien ¿donde se esconderá mi amigo secreto?—se preguntaba Gia mientras abría espacio entre los arbustos y escarbaba entre la tierra.

En su expedición se encontró con un duende de nariz roja, el cual vivía en el interior de un árbol hueco, ella sin querer descubrió su escondite, el duende estaba arrancando unas hiervas que estorbaban cerca de su entrada y al momento d verlo, los ojos de Gia brillaron como dos Luceros y entonces se abalanzó contra él.

—¡No puede ser! ¡Te encontré pequeño! ¡Tienes la pinta de ser muy intrépido! Jajaja, serás mío…—le dijo Gia con una mirada aterradora y escalofriante.

—¿Quién diablos eres tú?—le preguntó el duende mal humorado y al verle el semblante un fuerte escalofrío le recorrió la espalda.

—Tu serás mío jajaja….

Gia pronuncio las palabras secretas para convertirlo en su familiar y de repente, el duende comenzó a flotar y a retorcerse.

—¡Está funcionando! ¿Esta funcionando?




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