Todos en el reino se preparaban para la gran fiesta del príncipe heredero Aspen de Romani, el hijo primogénito del gran rey de todo quien abriría las puertas del palacio para recibir a todas las damas debutantes de los distintos reinos del mundo, cada una de ellas tenían tres meses para prepararse, este tiempo era sagrado para aquellas que aspiraban atender más en la sociedad y acercarse a la corona como futuras concubinas, pues aunque el rey de todo había abolido esa costumbre, no aplicaba sobre las decisiones y preferencias de su hijo, pues este debía decidir por si mismo que camino debería recorrer.
Las damas de la alta sociedad usaban este precioso tiempo para darse baños de olor, algunas seguían rigurosos planes de belleza, que incluían dietas especificas para mantenerlas delgadas, depilaciones, mascarillas, sumergían sus cuerpos en leche de cabra para mantenerla brillante y humectada, sesiones de mascarillas de barro y diferentes frutas y verduras, además de que la mayoría no salía para que el sol no quemara su piel, pues todas deseaban una piel blanca como las vampiresas del castillo, así que no había mujer que no estuviera preparándose para el gran día.
Por otro lado, el día de salir al mundo humano había llegado, Carin deseaba conocer el plano exterior para admirar las maravillas de las que tanto hablaban sus padres, estaba emocionada por poder disfrutar de los paisajes y con suerte vería algún animal que dejara acariciarse, añoraba tener el estomago para disfrutar de las deliciosas frutas que solo de oídos conocía, realmente esta impaciente por la aventura que le esperaba con su padre.
—¡Hoy es el gran día! ¡No puedo creerlo! No dormí en toda la noche, ni siquiera he cerrado los ojos estoy tan emocionada.—exclamó Carin entrando a la recamara de sus padres de manera efusiva y escandalosa.
—Por dios Carin aun no cantan los cuervos, déjanos descansar un poco más.—murmuró Lilith adormilada.
—¿Tu ya estás despierto no papá?
—No….
—Muy bien.—Carin se fue hacia el balcón y había una fila de cuervos posados en el barandal y ella comenzó a agitarlos para que despertaran.—Vamos pajaritos despierten.—decía Carin mientras intentaba moverlos.
Pero estos se fueron volando agitando sus alas molestos y comenzaron a intentar picotearla, pero ella se metió rápido a casa chocando con Vinland.
—¿Papá?
—Ya me levanté, dame unos minutos, saldremos antes del alba.—le dijo Vinlan con una dulce sonrisa, él era un gran padre, la amaba con todas sus fuerzas, él y Lilith la criaban con amor y libertad.
—¡Gracias papá! Te esperare en la cama con mamá.—Carin corrió a meterse entre las sabanas estaba helada y sus pies muy fríos porque estaba descalza como siempre y se escabulló con rapidez para encontrar la calidez de su mamá y al tocarla le dieron escalofríos.
—¡Ay Carin! Estas muy fría….
—Y tu muy calientita jejeje.
—Desde que eras una niña hacías esto.—exclamó Lilith entre pucheros.
—¿Realmente no puedes acompañarnos? Estoy segura de que si hablamos con la reina nos dará su permiso…porfis….
—No puedo dejarla en un momento tan ajetreado para ella, hay una reunión con las mujeres de la corte y todas ellas quieren presentarle a sus hijas para que conozcan a los príncipes d manera oficial.
—Pero ya los conocieron en la fiesta de bienvenida.
—Si, pero quieren ganarse su favor a como de lugar, los príncipes algún día tendrán que casarse, es por el bien del imperio.
—¿Casarse?—el corazón de Carin se entristeció con lo que su madre le dijo y ella continuó hablando.
—¿De verdad tienes tantas ganas de ir al mundo humano? Es peligroso y cruel…
—Es mi sueño poder correr en el espeso bosque donde tu y la señora Lía jugueteaban en sus ratos libres, quiero probar las manzanas, las naranjas y las fresas, quiero acariciar un venado o algún conejo, quiero sentir el caldo sol en mi piel y escuchar a los pájaros, ese es mi deseo…
—Carin, la verdad es que….
Lilith fue interrumpida por Vinland y este habló sin reparo.
—No te preocupes por ella, la cuidaré muy bien, si algún peligro se acerca, se las verá conmigo.—dijo Vinland para tranquilizarla.
Carin no tenía idea de que su cabeza tenía un precio, sus padres quisieron guardar el secreto para que ella no viviera angustiada, decidieron cargar con ese temor ellos solos, pero a pesar del riesgo, Vinlan deseaba que Carin disfrutara de su vida como una chica normal y estaba dispuesto a enfrentarse a el cielo entero si era necesario con tal de que dejaran en paz a su hija.
—¿Nos das un minuto? ve por tus cosas, te veremos en el campo de los tulipanes negros, quiero despedirme de tu madre.
—Esta bien, no se tarden.—exclamó Carin con una hermosa sonrisa.
Una vez que se fue, Lilith se aferró a él con todas sus fuerzas.
—No vayan…tengo un mal presentimiento, es mejor que llore unos días por defraudarla y no que nosotros lloremos una tragedia.—le dijo Lilith con angustia.
—No podemos esconderla para siempre, ella no ha hecho nada malo, soy muy fuerte y lo sabes, podré con cualquiera que se atreva a amenazar a mis hija, quiero que viva una vida plana, nunca lo hará si vive encerrada en nuestra burbuja.—expresó Vinlan mientras abrazaba a su esposa.
—Se que tienes razón, pero tengo miedo…
—Ten confianza amor mío, todo saldrá bien, pronto será nuestro aniversario de bodas, he preparado una sorpresa solo para ti, regresaré antes de que empieces ha extrañarnos.
—Pero ya te extraño y aun no te vas.
—Jajaja, dame un beso mi vida, así me llenaras el corazón hasta que vuelva.—expresó Vinland cariñoso.
—Vamos, hasta acá puedo oír los pies impacientes de nuestra hija jajaja.
Entonces un aullido se escuchó a lo lejos, era Carin que los estaba apurando.
—Sabía que haría eso jaja.—dijo Vinland con una sonrisa y se fueron a encontrarse con ella.
—Ay que ilusión me da este viaje, cuando regrese le contaré todo a Hades y Denise, los haré reír a carcajadas, comeremos muchas cosas del reino humano que les traeré y todo será como antes, seremos mejores amigos otra vez…lo sé…todo volverá a la normalidad, será como si nunca se hubieran ido.