Mi amante, el príncipe de jade.

Empuje al precipicio

Beel se encontraba completamente desnuda, tenía su ropa tendida en el suelo porque la había lavado, su larga cabellera le caía por la espalda y se acercó sigilosamente aquella cabaña, tenía una espada en la mano derecha y se preparó para aniquilar a cualquiera que se atreviera a cruzarse en su camino, así que abrió la puerta de una patada y la tiró, pero no había nadie, sin embargo había algunas pertenencias, uno que otro vestido y ropa de hombre, también vio que había ropa de niños, parecía de gemelos.

—¿Y esto? ¿Este lugar esta habitado?, parece ropa vieja, pero aunque estuvo en el polvo se conserva, maldición, tendré que usar uno de estos vestidos, las faldas son un estorbo a la hora de pelear, pero mi uniforme esta mojado, así que tendré que usar esto.

Mientras Beel sacaba el vestido de uno de los cajones, se le cayeron al piso dos juegos de ropa del mismo color, era un vestido de niña y un traje de short y camisa de un niño, de cinco años aproximadamente, al momento de tocar a aquellas prendas, las lagrimas cayeron de sus ojos.

—¿Que es esto?—una a una mojaron la ropa, las lagrimas le brotaban como un manantial, un sentimiento de añoranza y una gran tristeza se apoderaron de ella.

Aquella cabaña era la misma que Eira le había construido a Lía, en el tiempo en el que fue desterrada por Valeska, había tantos recuerdos de vivencias pasadas, recuerdos borrosos que no se proyectaban en su mente, solo se sentían el el corazón, Beel sostenía a aquella ropa con un nudo en la garganta, su mente estaba fragmentada, no tenía idea de que alguna vez ese fue su hogar.

—¿Hasta cuando dejaré de sentirme así? ¿Cuando podré vivir sin la necesidad de recordar cosas que no sé si en verdad sucedieron? mi señor tiene razón, debo sentir todo este dolor porque sufrí a manos de esa bruja malvada, tengo que enterrar mis sentimientos, el señor Teldrasil ha hecho mucho por mí, él me salvó, no puedo seguir llorando cuando él me dio una vida nueva.

Beel se resignó y se puso aquel vestido que alguna vez usó Lía cuando tubo su romance con el rey del inframundo, era azul marino con un corte negro y mangas cortas, se veía tan bella que parecía un ángel.

Una vez que estuvo lista, salió de la cabaña y sus ojos se iluminaron en cuanto reconocieron aquel ser celestial que al tiraba la química de su cerebro, podía sentir su corazón explotando una y otra vez.

—Mi señor…—exclamó Beel sin aliento.

—Hola diente de león.—le dijo Teldrasil sonriendo.

—¿Que hace aquí?—le preguntó ella confundida y emocionada.

Teldrasil se percató de que había estado llorando, tenía la cara roja y ruborizada, esto se le hizo muy atractivo en ella y la recorrió con la mirada, de arriba abajo aquel vestido le sentaba muy bien, resaltaba sus pechos y su afinada cintura, además que su cadera le hacia una figura de reloj de arena.

—¿Por que lloras? ¿Este lugar te causó nostalgia? ¿Te sientes sola?

—No, estaba llorando…—exclamó Beel mientras se limpiaba las lagrimas que le brotaban en contra de su voluntad.

—La mentira es pecado, pero lo pasaré por alto por que eres preciada para mí, lamento haberte dejado tanto tiempo, la verdad vine por que te extrañaba.

—¿Me extrañaba?

—He pensado en ti cada segundo del día, lo hago desde hace mucho tiempo ya, haz hecho un gran trabajo hasta ahora aniquilando a mis enemigos, pero llegó el momento de que cumplas con el encargo que te pedí hace tiempo, la aberración ha cruzado a este plano, está acompañada del lobo negro que la protege, si le cortas la cabeza, te compensaré yo mismo de la manera más pura que existe.—le dijo Teldrasil mientras rosaba sus labios con sus dedos.

—¿Donde están los que te persiguen?—le preguntó Beel perdida en sus ojos.

—Aparecerán en cualquier momento, solo tu puedes hacerles frente, especialmente al demonio del engaño, no debes confiarte, él es capaz de confundir tu mente y hacerte creer cosas que no son y nunca pasaron, tiene la habilidad de alterar la realidad a su antojo, es tan perverso que ocupará todas sus artimañas para enredarte con sus palabras y juegos sucios, ese ser maligno esclavizó a un pueblo por miles de años condenando a sus almas a vivir en un bucle temporal, las atormentó cruelmente para alimentarse de su tristeza, todo por ordenes de la malvada bruja que te secuestró, es demasiado astuto ¿entiendes por que estoy tan preocupado? No podría soportar que te alejaran de mi y te llenaran la cabeza de ideas y todo este miedo es…

—¿Por qué?

—Es por que te amo…

—¿Qué?

Los ojos de Beel se abrieron de golpe y comenzaron brillar como luciérnagas en la madrugada después de una lluvia suave, Teldrasil notó su respiración agitada, su corazón palpitante y dibujó una sonrisa en su rostro, fue tan sutil que Beel no la notó, él se complacía en la devoción que ella le tenía, aunque nunca se lo había confesado con los labios, su cuerpo la delataba, ella lo amaba.

—Te amo como amo a toda la c creación por igual, a todas las criaturas inocentes y d buen corazón como tu.

—Ah…entiendo.—rápidamente su semblante se mostró decaído y esto le causo más gracia a Teldrasil que después agarró su barbilla levantando su rostro para contemplarla más de cerca.

—Pareces triste ¿mi forma de amarte no te gusta?

—No es eso…

—¿Por qué te ruborizas cuando estoy así de cerca? El cuerpo te vibra dejando hondas que se esparcen a tu alrededor y puedo sentir como tu ritmo cardiaco se acelera, tu cuerpo siente cosas extrañas cuando me tienes delante de ti, debes quererme mucho.—le dijo Teldrasil complacido en ver como la derretía en sus brazos.

—Yo lo amo señor…y estoy agradecida con usted por haberme salvado.

—Lo sé diente de león, si acabas con mis enemigos uno a uno, te corresponderé, lo prometo, te amaré como los humanos aman a las mujeres ¿te parece una buena recompensa?

Teldrasil desapareció mientras casi le daba un beso y Beel se quedó con los labios estirados besando el viento.




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