Mi amante, el príncipe de jade.

La cacería de la santa.

Aquella explosión fue causada por el acto impulsado por la malicia, el egoísmo puro de la venganza, por el deseo de destruir el ultimo recuerdo que pudiera albergarse en la mente de su rehén, mantenerla alejada de todo lo que alguna vez tuvo significado era su máxima prioridad, el control que podía ejercer en ella sería la clave para poder terminar con su malévolo plan.

Una columna de humo subió hasta el cielo anunciando aquel holocausto que sería ofrendado por la santa como muestra de su entera fidelidad al ser celestial que la recató de la maldad de esos seres que la atormentaron.

—¿Que fue ese sonido papá?—le preguntó Carin frenando en seco.

—No lo sé…—exclamó Vinland mientras miraba a su alrededor.

Como tenía su poder de alteración, el paisaje del bosque se veía como si nada hubiera pasado, pero aquella explosión sacudió la tierra, así que Vinland tuvo un mal presentimiento y pronunció un conjuro demoniaco con el que hizo una barrera protectora hasta donde llegaba el poder de su visión.

—¿que esta pasando papá? ¿Por que estás usando tu poder?—le volvió a preguntar Carin confundida.

—Pase lo que pase, no te metas y déjame a mí enfrentarlo.—le dijo Vinland al sentir una presencia abrumadora, el fuego de la explosión alcanzó parte del bosque y la santa caminaba entre el camino de llamas.

—Legó el momento de la purga, no hay remordimientos, no tengo miedo, hago lo correcto, nací para defender a los celestiales, reclamaré su sangre como pagó por sus pecados, soy la hoz que segara la mala hierva, el verdugo del cielo y no fallaré.

El cielo se había nublado, Beel se iluminaba con la luz de las llamas, tenía la mirada fija en su objetivo, ella era una asesina preparada, su olfato le indicaba que un demonio estaba detrás de aquella pantalla soleada y primaveral, se acercó al espejismo y frunció el ceño.

—Tu ilusión no tiene efecto conmigo calumniador…

Beel abrió con sus manos aquel espejismo quebrándolo en mil pedazos que cayeron al suelo como trozos de vidrio, los cuales se evaporaron al tocar la tierra, aquel encuentro fue un golpe al corazón.

Vinland se encontraba en una posición de ataque, con la mirada fija y los colmillos al aire, revelando que no era inofensivo, Carin se encontraba detrás de él asustada, no entendía lo que estaba pasando, una vez que el espejismo desapareció, Carin pudo ver que estaba rodeados de un fuego infernal.

—No tengas miedo hija, terminaré con esto rápido.—Aquella asesina tenía puesta su mascara y su armadura negra, su larga cabellera la distinguía como una guerrera, los albinos eran extremadamente raros, al igual que los pelirrojos, así que ella debía ser especial.

—Es un demonio…—susurró Carin al sentir su presencia.

—¿Quien eres tu? ¿Que es lo que quieres de nosotros? ¿Quién te ha enviado?—le preguntó Vinland mirándola fijamente, una vez que ella dió un paso al frente, una oleada de poder demoniaco se esparció por toda el área, como una onda expansiva que atravesó sus cuerpos anunciando que no era un oponente al que debían subestimar.

—¿Que es esto? Sentí que algo atravesaba mi cuerpo ¿quien es ella? ¿Como es que su presencia puede ser tan devastadora?—se preguntó Carin con la piel de gallina.

—Este poder…—Vinland se quedó pasmado, esta presencia se le hacía familiar, su mente se quedó trabada, tratando de asimilar aquella aura infernal.

—Yo soy la espada que cortará tu cabeza, el verdugo que te entregará al juez que condenará tu aberrante alma.

—¿Como es que un demonio sirve a los celestiales? Eso no tiene sentido, por tu presencia deduzco que eres un demonio bélico, sin embargo, mi jerarquía demoniaca es tan alta como la tulla, mi nombre es Vinland el lobo negro de Hiasit, soy un demonio militar, si quieres enfrentarte a mí, entonces voy a complacerte, pero tu destino será una muerte inminente, pues como puedes ver, no pienso perder ante ti, protegeré a mi hija con uñas y dientes.—le dijo Vinland decidido.

—Esa criatura no es tu hija ¡es una aberración!—Beel se abalanzó contra Vinland decidida a erradicarlo, el impactó derribó barios arboles, el fuego estaba devorando todo, parecía una verdadera escena de destrucción.

—¡Papá!—gritó Caryn con el corazón comprimido.

—¡Muere!

—¡Se quién te ha enviado! ¡Ese cobarde no se llevará a mi hija! —gritó Vinland lanzando ágiles mordidas hacia Beel, Vinland era un oponente formidable, su forma bestial le daba la ventaja de atacar directo a la garganta y los puntos vitales, pero Beel había sido entrenada para enfrentarse incluso a una bruja como Lía.

—¡Mi señor es honorable! ¡No te atrevas a insultarlo animal!

Beel le cortó el rostro a Vinland hiriendo uno de sus ojos, afectando considerablemente su visión.

—¡Papá!

—La próxima vez será la cabeza.—le dijo Beel con frialdad.

—Ella es muy buena, es evidente que en el combate cuerpo a cuerpo me supera, pero no me ganará en mi propio juego, alteraré sus sentidos y su realidad para poner la pelea a mi favor, así podré sacar a Carin de aquí.—se dijo Vinland en sus adentros mientras mantenía la mirada fija en ella.

El ambiente comenzó a tornarse diferente, todo daba vueltas, era como estar drogada, de repente Beel pasó de estar en el bosque a aparecer en medio de un desierto, el calor era infernal, todo se sentía tan real, la arena estaba caliente, quemaba la piel como las brazas, como si estuviera envuelta en carbon encendido y comenzó a hundirse en arenas movedizas y mientras su cuerpo se hundía, un sin fin de escorpiones comenzaron a subírsele encima y comenzaron a picarle, sintiendo en sus venas la agonía de su veneno.

—¿Que me estás haciendo infeliz? ¡No te meterás en mi cabeza! Esto no es real…—exclamó Beel con toda la fuerza de su voluntad.

Era muy difícil zafarse del control mental de Vinland, su poder de alterar la realidad era simplemente sorprenderte, considerado uno de los demonios más fuertes del inframundo, incluso más que Lilith, una vez que te atrapaba, no había manera que salieras cuerdo de ahí.




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