La reina había perdido el conocimiento debido a la fuerte impresión causada por aquella triste noticia, su pálido rostro reflejaba el dolor de haber perdido a sus seres amados, tenía una expresión de angustia y no era la única que sentía que se moría de dolor, el rey del inframundo junto a su esposa Medea perdieron la compostura, el llanto, la rabia, la incertidumbre y el deseo de obtener justicia los invadían.
—¡Quiero a mi ejercito protegiendo esa zona! ¿Que están esperando? ¡Resguarden el bosque de inmediato!—gritaba Eira a voz en cuello, se veía fuera de si.
—¿Que le pasa a mi padre?—le preguntó Denise al ver que todo el palacio estaba vuelto de cabeza.
—Acaban de avisarnos que asesinaron a Vinland y Lilith…—exclamó Medea arrugando su vestido, los apretaba con gran fuerza, encogida de hombros, con las lagrimas cayendo de manera involuntaria.
—No puede ser…Carin ¿donde esta Carin? ¡Ella estaba con Vinland! ¿Que pasó con ella?—le preguntó Denise con un nudo en la boca del estomago.
—No sabemos donde está….
Denise sintió que un escalofrío le recorría todo el cuerpo y la angustia se apoderó de él por completo.
Por otro lado, Hades se enteró por que uno de los criados fue corriendo avisarle.
—¡Príncipe! ¡Príncipe! —gritaba escandalizado el sirviente, que casi se quedaba sin aliento, el príncipe hades se encontraba montando sus dragones demoniacos, que eran como criaturas mitad caballo y mitad dragón, descarnado y envueltos en neblina.
—¿Que pasa Demort? ¿Por que tanto escándalo? ¿Que no vez que estoy ocupado?—le preguntó Hades con el ceño fruncido.
—¡Es urgente su presencia en el palacio! el reino vampírico acaba de avisarle al rey que… que el señor Vinland y la señora Lilith fueron asesinados.—le dijo Dermot con gran pesar.
Vinland y Lilith eran muy respetados y admirados en el reino del inframundo, así que su muerte sacudió aquel imperio.
Los ojos de Hades se abrieron de golpe, la sangre se le bajó hasta los pies, Lilith era una persona importante para él, desde el primer momento en que la conoció, lo trató con dignidad y dulzura, como si él fuera un príncipe autentico, se notaba que le había dolido su muerte.
—¿Donde esta Carin?—preguntó con impaciencia.
—No se sabe de su paradero majestad.
Hades corrió con su criatura a toda velocidad, rompiendo el viento con su salvaje montura.
—¡Espere principe! ¡El rey ha prohibido su salida! ¡Principe!
—¡Ahhhhh!—gritó arreando a su dragón infernal y abrió un portal al mundo de los humanos Hades no era de los que se quedaban con los brazos cruzados.
Así fue como ambos reinos se unieron en un mismo propósito, encontrar al responsable del asesinato de sus queridos amigos, aun había un clima frió y húmedo, provocado por la insistente lluvia, la niebla había cobijado todo el bosque como si se tratara de una alfombra grisácea.
Mientras tanto, la reina Lía ya había despertado, tenía la esperanza de que todo se tratara de una pesadilla, pero al ver a los médicos y a su madre quién le sostenía lamino, sus esperanza cayeron al vacío.
—Lilith…Vinland…—los ojos se le llenaron de lagrimas a la emperatriz y Beatriz apretó su mano.
—Estamos contigo hija, lamento mucho esta perdida.—le dijo la bruja negra mientras la miraba con compasión, ahora mismo el rey se dispone ha ir al bosque donde yacen sus cuerpos, encontré la ubicación donde están enterrados.
—Yo quiero ir también.—exclamó Lía de manera inmediata, al mismo tiempo que se levantaba de la cama.
—No creo que sea conveniente, es demasiado para ti.—le respondió Beatriz preocupada.
—No me van a quitar esto…es todo lo que me queda de ellos.—declaró Lía decidida tratando e contener todo su dolor.
El rey de todo se había marchado junto a Leonardo y el príncipe Aspen, acompañados de una escolta de fuerzas especiales, en donde estaban incluidos Almond y Babani, Durem, Adonis, Giles, Calipso y Galadriel, el príncipe Aspen había abierto el portal para llevarlos hasta aquel bosque, los primeros en llegar fueron los soldados que pertenecían a la guardia oficial del rey del inframundo, habían rodeado todo el perímetro.
Al llegar, nuestros amigos se encontraron con aquel ejercito rodeando la tumba improvisada de Vinland y Lílith, el rey mismo había escarbado para sacar a sus amigos de ahí, esta lleno de lodo, completamente empapado por la cruel llovizna , al sacarlos de ahí su corazón s rompió.
—No…. ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh! —Eira pegó un grito desgarrador que le erizó la piel a todos los presentes, ese mismo grito les anunció a nuestros héroes que ya habían hallado los cuerpos.
Abrazando así los huesos con la piel en descomposición de sus amigos, mientras les lloraba a voz en cuello, Valeska desvió la mirada hacía Eira y no le quitó los ojos de encima, respetaba su dolor.
—¡El rey de todo esta aquí! ¡Abranle paso ha su excelencia! Inclínense ante…—Exclamó el vocero con seriedad, pero Valeska alzó la mano en señal de silencio y todos enmudecieron, aun así, los que pertenecían a la guardia infernal se hicieron a un lado, habiendo un camino para que el rey d todo pudiera pasar.
El Príncipe Aspen caminó junto a su padre con la espalda erguida, también tenía en estima a los amigos de su madre, se decía que el príncipe heredero era ligeramente más alto que su padre, portaba el traje real, ambos vestidos de negro con capas que se arrastraban por el suelo, Aspen usaba su mascara de obsidiana que le cubría todo el rostro, tratando de ser cuidadoso con sus ojos.
Ni Valeska, ni Aspen avanzaron demasiado, dejaron que Eira sacara todo su dolor.
—Mis amigos…mis hermanos… cuanto lamento sus muertes, hubiera deseado estar aquí para protegerlos…maldigo a su asesino, que la gracia nunca caiga sobre él, que el sol calcine sus huesos y la noche lo mate de frío, que muera de pena y su garganta siempre esté sedienta, que se lo coman los gusanos y lo torture la pena…lo maldigo para que ni en el infierno sea aceptada su miserable alma, lo repudiare, lo mandaré a las fosas más desoladas para que pague así su condena, la eternidad no será suficiente castigo para él…—sollozaba Eira aferrado a los cuerpos de sus amigos.