Mi amante, el príncipe de jade.

Revelaciones.

El Principe Aspen no era el único que estaba sorprendido por la magnitud de su poder, Hades tenía los ojos bien abiertos, presenciar tal acontecimiento dejaba avergonzados a todos los que aun se atrevían a juzgarla por no ser una vampiresa.

—Los rumores hablan de una hechicera que fue capaz de salvar múltiples universos, cuentan la historia de una bruja que venció al dios de la destrucción, todos los reinos se unieron para destruirlo, sin embargo el reino celestial huyó primero, dejando a sus hermanos desamparados, hubo tantas perdidas que la esperanza desaprecio de sus corazones y solo luchaban para que su muerte no fuera indigna, pero entonces apareció esa dama y sacudió todo a su paso, invocó a sus seiscientos familiares, Hordreck el dragón que surca los cielos, Cardula la tarántula impenetrable, Vinland y Lilith, los lobos de guerra y Beel y Emm los demonios bélicos de poder abrumador entre muchos otros, se dice que fue despreciada por todo reino que al conocía, incluso sus mismos dioses quienes servia la lastimaron, pero por amor a ellos se enfrentó a la bruma oscura a muerte y la derrotó sin usar todo su poder dandole al mundo una segunda oportunidad, todo eso parece mentira cuando tienes a esa mujer de cerca, a simple vista se ve débil y delicada, pero cuando ella realmente se hace presente, cierra todas las bocas con su poder.—pensó Hades mirándola con respeto y seriedad.

Galadriel sonrió ligeramente, fue más un gesto de vergüenza por recordar el pasado.

—¡Por favor convierta en su familiar! La seguiré a donde quiera que vaya, le serviré como ningún otro.—fueron las palabras de el joven elfo cuando aun era un adolescente.

—Y pensar que en el pasado desee convertirme en uno de ellos, un familiar ligado al alma de esa reina tan noble, sin embargo, ella se negó rotundamente, no tenía idea de lo que significaba dejarlo todo por seguirla, compartir sus sufrimientos como si fueran míos y tanto dolor que ha soportado.—pensó Galadriel en sus adentros.

Por otro lado, la despedida por fin había terminado, Lía y Eira habían llorado hasta que sus ojos se habían secado, Hordreck incineró los restos de Lilith y Vinland dejando en su lugar las cenizas que Lía recogería para esparcirlas en el valle que estaba a unos kilómetros de ahí.

Nuestros amigos se dirigieron a ese lugar, gracias a que Lía y aspen crearon portales para que ambos ejércitos y reinos cruzaran y en cuestión de minutos llegaron al valle, Hades no pudo evitar notar que el vástago del rey tenía similitudes en su poder como su madre.

—¿Será que su heredero posee el mismo poder de su madre? Los rumores que corren sobre él son bastante peculiares, el misterio de su mascara, su aura maldita y su controversial apariencia, todo el interés que pueden generar tales rumores, me parecen exagerados, no es más que un niño mimado, probablemente solo es capaz de abrir portales.—se dijo Hades para si mismo mientras lo miraba con desinterés.

El viento hacía gritar a los arboles, obligándolos a cantar melodías terroríficas, hacía mucho frío la niebla seguía cubriendo los pastizales inundados por el agua, el cielo estaba completamente gris, Valeska se acercó por fin a su esposa y la abrazo apartando de Eira de manera inmediata, mientras lo fulminaba con la mirada, pero este no tenía animo para pelear.

Leonardo por fin le dio la orden a Beatriz para que hablara con los muertos, los espíritus del bosque y cualquier criatura espiritual que estuviera disponible para mostrarle lo que había pasado, otra bruja que dejaba con la boca abierta a cualquiera que presenciara su habilidad única.

Beatriz cerró los ojos y extendió sus brazos levantándolos arriba de su cabeza y pronunció con voz clara y precisa.

—Espíritus del bosque, almas perdidas, criaturas que bagan en esta tierra sin descanso alguno, mi nombre es Beatriz Alayon, yo soy la señora del velo que los serán del mundo espiritual y del humano, les ordenó que me muestren el pasado, lo que sus ojos sin vida han contemplado, revélenme lo que pasó con estas cenizas cuando aun estaban vivos.

Los ojos de Beatriz se pusieron en blanco y todo se comenzó a pintar de un color grisáceo, lentamente fueron transportados a lo ocurrido y los lamentos se apoderaron de todo, las almas en pena, los espíritus del bosque y todo ser espiritual que rondaba esas tierras le contaron a Beatriz todo lo que había sucedido, susurraban a su oído los hechos y otros le mostraban todo con lujo de detalle.

Ninguno estaba preparado para ver lo que se avecinaba, miraban a su alrededor hostigados por tantos espíritus inquietos, gritando, berreando, lamentándose, riéndose, maldiciéndolos por estar vivos, pero ninguno iba con el rey de todo, su presencia los aterrorizaba.

—Déjennos poseer sus cuerpos…queremos vivir por más tiempo…

—¡Encuentren a mis padres! ¡Díganles que me asesinaron!

—¿Donde está mi mamá? ¡Quiero a mi mamá!

—Tengo hambre…

—Tengo Frío…

—Tengo miedo….

Se le acercaron unos espíritus malignos a Aspen y comenzaron acosarlo, pero este miró de reojo aun espíritu descarnado y le dijo con una voz profunda:

—Fuera de mi vista escoria o voy aniquilarte.—sus ojos verdes penetraron su alma y este comenzó a desintegrarse y huyó de ahí despavorido y nadie más se le acercó.

Un hechizo de proyección les mostró a todos lo que había pasado, pero era confuso, toda la información esta revuelta, por que había muchísimas almas en pena en ese lugar, y en un acto de desesperación por ver lo que realmente había ocurrido, Eira les ordenó a todos los espíritus malignos y descarnados que volvieran al inframundo y estos se incrustaron en picada al suelo desapareciendo por completo, solo se quedaron las almas de los espíritus tranquilos que estaban dispuestos ha ayudarlos.

El hechizo de proyección por fin estaba estable y la verdad podía ser revelada de una vez por todas, el corazón de Lía estaba inquieto, no estaba preparado para lo que venía, Valeska sostenía su mano, y Medea rodeaba con sus brazos a Eira, tratando de ser consuelo para sus seres queridos, los familiares de la reina ya habían regresado a su lugar de descanso donde permanecían hasta su nuevo llamado, el único que quedaba era Emm, quien permanecía detrás de la reina, siempre protegiéndola del mal.




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