Mi amante, el príncipe de jade.

¿Villano?

Mi hermano estaba ahí parado como si nada, con ella en sus brazos, su mirada tenía algo inusual, un brillo desafiante al igual que el tono con el que se dirigía a nuestros padres, ninguno pudimos pronunciar palabra, era como si él mismo supiera lo que pensábamos ¿que hacía con la loba? ¿Por que se sentían ligados? Estaban empapados, no era la primera vez que mi madre lo veía de esa manera, como a un monstruo, entonces se acercó a él con pasos temblorosos y firmes, mi padre la sostuvo del brazo, pero ella se libró de él arrebatándoselo, desde ese momento supe que nuestra madre tenía el corazón hecho pedazos, y el hecho de ver a mi hermano parado con la hija de Lilith y Vinland, hizo que los trozos se convirtieran en polvo.

—La convertiste en tu familiar…—exclamó Lía con la voz entre cortada.

—¿Me seguirás juzgando o vas a preguntarme como es que la convertí en mi familiar?—le preguntó Aspen con profundidad y se acercó a ella con confianza.—si quieres abofetearme hazlo hasta que tu dolor se detenga, hazlo como cuando convertí a mi propio hermano en mi sirviente.

—Ya vasta Aspen.—exclamó Valeska con firmeza.

—Que mi madre regrese a sus aposentos, es evidente que esta muy dañada por lo sucedido con Vinland y Lilith, lo que haga o diga no debe considerare como algo que ella haría, el dolor la manipula.—declaró Minerva tratando de apaciguar las cosas.—Yo me quedaré con mi hermano.—añadió mirando de reojo a su padre.

—Minerva tiene razón, vamos a que descanses un rato, mañana hablar tiempo para que aclaremos esto.

—No, dejen de tratarme como si estuviera enferma… Lilith era como una madre para mí, Vinland fue mi amigo fiel, por si fuera poco…me entero de que la hija que busqué durante tantos largos años, a la que le lloré como si estuviera muerta, esta viva y es la causante de nuestro dolor…Beel asesinó a su propia familia y no sé que pensar al respecto, siento que me volveré loca, como si la demencia quisiera apoderarse de mí, como si mi mente y mi cuerpo no soportaran tanto dolor…y ahora mi hijo lleva en sus brazos a la única hija de mis amados amigos, pero no como una criatura libre, si no como su familiar…no te golpearé hijo mío…solo dime por que llegaste a estos extremos.—exclamó Lía con la mirada vaga.

El Principe Aspen no podía ser tan cruel con su madre, la amaba más que así mismo, así que le entregó a Carin a su padre para que la detuviera y después él, miró fijamente a su madre y la envolvió en sus brazos para aliviar su pena.

—Lamento haber sido tan duro contigo madre mía, no merezco más que tu desprecio, me encontré a una bestia herida por el dolor, se estaba matando de hambre, no comía desde hacía tres días, esta a la intemperie, entre la espesa neblina, se abalanzó

sobre mí para que la asesinara, era evidente que no quería vivir, admiré su coraje y encontré encanto en su corazón roto, así que la convertí en mi familiar, no sé si la salve o si al atarla a mí, firmé su sentencia, cuando mi alma la reconoció como mía, me di cuenta que era la criatura que buscábamos, confieso que no quiero liberarla ahora que sé que no tiene a nadie y que nuestro contrato almico le puede dar algo de paz y sentido de pertenencia, pero si tu me lo pides, si ella quiere ser libre, la dejaré ir sin reservas por que te amo y tu eres mi entero corazón.

Lía se aferró a él llena de dolor y lloró a voz en cuello llena de amargura y desesperanza, la tristeza se había apoderado de ella.

—Te amo Aspen…—Después de pronunciar estas palabras, la reina perdió el conocimiento, provocando que el rey los príncipes se preocuparan por ella, lo que no sabían, es que todo ese dolor le cobraría una factura a la mente y conciencia de nuestra emperatriz.

—Llevaré a su madre a descansar, no estamos para nadie, no dejen que nadie nos moleste.—declaró el rey con la mirada cansada.

—Papá, yo puedo cuidar a mi madre, toma un baño, duerme un rato en la habitación de recuperación, aliméntate, necesitamos que los dos estén sanos y fuertes.—propuso Minerva al ver el cansancio de su padre, Valeska era un hombre que no mostraba sus verdaderos sentimientos, siempre estaba fuerte y firme como un roble, pero sus hijos no querían que él fuera siempre la columna que sostuviera a la familia, ellos podían compartir las cargas y ayudarse mutuamente.

—¿Que clase de esposo sería si dejara que alguien más cuidara de la mujer que amo? no me pesa desvelarme para cuidar sus sueños, ella me necesita fuerte y quiero estar cuando despierte.—exclamó el rey sin reparo.

—¿Y que clase de hijos seriamos nosotros si no apoyamos a los padres que tanto amamos?—le pregunto Minerva mientras le daba un beso en la mejilla.

Valeska suspiro y después dirigió la mirada hacía Aspen y este asintió con la cabeza y el rey aceptó su ayuda.

—Entonces tomaré un baño, me alimentaré y dormiré un rato, después el cuidado de su madre será únicamente mío.

—Si papá.

—Gracias por cuidar a mi madre con tanta devoción.—le dijo Aspen mientras lo abrazaba y Valeska le sonrió ligeramente y se fue dejando a sus hijos encargados de todo.

—Por favor abra un portal a los aposentos de nuestra madre y déjenos ahí, en cuanto mi padre regrese, me gustaría que usted y yo tuviéramos una conversación larga, si es que cuento con su favor.—le dijo Minerva con seriedad.

—¿Y por que quieres hablar? Yo solo le doy cuentas a nuestra madre.—le dijo Aspen mal humorado.

—Lo sé, pero soy su única hermana, seré su mayor confidente de ahora en adelante, prácticamente somos dos desconocidos, no sé mucho de usted, que le gusta, que le disgusta, aunque llevamos la misma sangre, usted y yo crecimos lejos el uno del otro y no sé que piense al respecto, pero nuestra familia esta pasando por una crisis ahora mismo, quiero sentir que tengo un hermano y no solo un señor al cual servir ¿alguna vez se a preguntado por qué no puedo tocar a nadie? ¿Por que mi madre mantiene mi cuerpo encerrado en este escudo que aunque parezca que no tenga nada, no siento cuando abrazo a alguien? cuando acaricio la mano de mi madre no siento nada, si mi padre me besa, no siento nada, desconozco el contacto piel a piel, el único que se atreve a tocarme sin este maldito escudo es nuestro padre y puedo ver como se retuerce de dolor por dentro, su cuerpo transpira, se llena de calambres infernales, es bueno fingiendo que no le duele, pero su corazón se acelera delatándolo, quiero desesperadamente su ayuda para aprender a controlar mis poderes y ser libre de mi eterna prisión. —confesó Minerva dejando a su hermano pensativo.




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