Mi amante, el príncipe de jade.

Familia y hermandad.

La familia Romaní estaba pasando por momentos muy difíciles y cruciales, sobre todo por que estaban siendo atacados desde los puntos más sensibles y difíciles de proteger como le corazón, Teldrasil era el mayor enemigo al que se habían enfrentado, no por la magnitud de su poder, pero si por la forma en la que atacaba, usando su malicia he inteligencia para desestabilizar a la familia más poderosa que existía.

Aspen recostó a su madre en la cama y besó su mano antes de acomodarla en una posición donde pudiera descansar mejor, se notaba salida y tenía una expresión de dolor en el rostro, no había cosa que el príncipe odiara más que ver a su madre en ese estado.

—Nuestra madre es la mujer más hermosa que existe, no hay un corazón más puro, noble y valiente que el de nuestra reina, sin embargo esa nobleza es la que al tiene postrada en esta cama, el amor es peligroso, nunca debes dárselo a las personas equivocadas.—exclamó Aspen con un semblante serio.

—Ninguno de los dos tiene los suficientes recuerdos sobre la chica demonio que mi madre amparó y amó como una hija, sin embargo Emm, es diferente, para nuestra madre es un hijo más, aunque mi padre lo ve solo como un sirviente de nuestra madre, ella lo ama tanto como a nosotros, lo mismo pasa con esa asesina, por eso se encuentra en este estado, la depresión invade su alma y su cuerpo.—declaró Minerva mientras la miraba postrada en esa cama.

—Nuestra madre se levantará, se mantuvo viva en el inframundo, en lo más profundo del infierno y el abismo cuando solo tenía diez años, vivió ahí hasta que tenía veinticinco y eso no la mató, mucho menos lo hará un corazón roto.—afirmó el príncipe con el ceño fruncido.

—Se nota que no conoce a las mujeres hermano mío, el corazón es nuestro punto más débil.—añadió Minerva con una sonrisa ligera que pasó a convertirse en una mueca de preocupación.

—Cundo despierte, te darás cuenta que te haz equivocado, mi madre no es una mujer común.

—Tengo miedo de que cuando despierte…nuestra madre no sea la misma.—confesó Minerva presintiendo que algo malo le sucedería.

—Puedo sentir la presencia de nuestro padre, viene para acá, deberíamos irnos antes de que tu pesimismo afecte a nuestra madre.

Efectivamente, Valeska se encontraba de regreso, había aprovechado el tiempo para mandar a Leonardo al inframundo para avisar sobre lo sucedido con Carin y dejar en claro que no se trató de un asunto personal, el rey sabía que debían aplacar el agua turbulenta de las emociones que se encontraban a flor de piel entre ambos reinos, sabía que estarían desconcertados y a la vista de todos, esto parecía un acto de inconsciencia y crueldad, pero no permitiría que pensaran que su heredero era un monstruo, una vez que Leonardo y nuestros amigos se encostaron de vuelta, el aviso llegó al consejero real y Leonardo bajó al inframundo con ayuda del príncipe para aclarar las cosas.

—Debra ir padre.—exclamó el príncipe mirándolo a los ojos.

—No es buena idea, no sé que haría si alguien te pusiera las manos encima, o si quiera te insultara, me conozco y te conozco, somos de mecha corta, pero por el bien de tu madre, debemos mantener la paz entre el reino del inframundo y el nuestro, además tenemos un enemigo en común, no es razonable pelear una batalla innecesaria.

—Está bien.

—¿Como esta Carin? ¿Sigue dormida?—le preguntó Valeska con preocupación.

—Si, y es mejor que siga durmiendo, la pobre se encontraba muy mal cuando la encontré, mi sangre la curó, pero su alma sigue rota.

—Entiendo, fue bueno que la trajeras al castillo, le hice una promesa a su madre, protegeré a Carin, de ahora en adelante esa muchacha cuenta con al protección de los Romani.

Leonardo defendió a las profundidades infernales, preparado incluso para ser insultado, las cosas en el reino del inframundo tampoco eran color de rosa, Eira se encontraba en una situación difícil cuando le avisaron que Leonardo estaba en el castillo.

—¡Tines que calmarte! No puedes perder la compostura ante la situación.—le dijo Eira a su sobrino, el cual caminaba de un lado a otro enfurecido.

—¿Como me pide eso su majestad? ¡ese miserable convirtió a Carin en su familiar! ¡Una sirvienta! Una mascota… acaba de perder a sus padres en manos de una bestia sin corazón y ahora esto…

—Entiendo tu enojo y tu dolor, pero no podemos actuar en base a nuestros sentimientos, eso podría ser contra producente, entiéndelo de una vez.

—¡Padre! ¿Es verdad? ¿El príncipe del imperio vampírico convirtió a Carin en su familiar? ¿Como pudiste permitir algo así?—le cuestionó Denise con lagrimas en los ojos.

—Denis…sé que es difícil escuchar esta noticia, pero…

En ese momento, Medea entró con Leonardo y abrió las puertas de par en par y con el semblante entenebrecido exclamó:

—¡Ustedes dos! ¡Cierren la boca de una vez! ¿Como se atreven a airarse delante de su majestad? ¿Acaso quieren que los abofetee por insolentes? Tengan en claro que mi devoción a su rey es más grande que la tolerancia que le puedo tener a mis hijos, así que guarden silencio o los enviaré a su habitación para que los encierren, parecen niños.

—Pues ya no lo somos madre.

—¿Que hace él aquí? —preguntó Hades gruñendo y cuando estaba apunto de abalanzare contra Leonardo, Eira se lo impidió.

—El es un amigo, es el padre de Lía, tienes prohibido ponerle un dedo encima.—le dijo Eira con tanta seriedad que Hades respetó su orden.

—Adelante señor Leonardo, sé que viene de buena fe y que es un hombre culto y sabio, por favor hable.—le dijo Medea merándolo con atención.

—Gracias, saludos cordiales de parte del rey de todo Valeska de Romani, mi señor me ha enviado para aclarar lo sucedido con la conversión de Carin, sn duda es un momento difícil para ambos reinos, pues ambas familias amaban a Lilith y Vinland y por consecuente, también a Carin, pero debo aclarar que nuestro príncipe no convirtió a la señorita Carin por un mero acto de maldad, él se encontraba de vuelta, decidió darle una advertencia a Teldrasil, fue movido por su devoción y celo por su madre, cuando regresó cruzó las montañas y fue ahí donde se encontró con Carin.




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