Mi amante, el príncipe de jade.

¿Mi salvador o mi verdugo?

Los ojos de aquella criatura angelical habían dejado de ser color sangre y ahora eran verdes y brillantes como dos piedras preciosas, sus cabellos lisos y escurridos por la lluvia eran del color de los pétalos de cerezo, rosados como la tierna nariz de un conejo, el príncipe nunca antes había visto tanta inocencia en unos ojos.

—Gracias por salvarme de mi misma…—exclamó Carin con lagrimas en los ojos.

El Principe y al princesa no supieron como reaccionar ¿le estaba agradeciendo por esclavizarla? ¿Estaba loca? ¿O realmente no comprendía lo que estaba pasando? Pues ni una, ni otra, Carin vio en Aspen la oportunidad de darle un significado a su vida vacía.

—¿No estás enojada?.—le preguntó Minerva confundida.

—Lo estoy…pero no con él…—exclamó Carin mientras seguía merándolo a los ojos, esto incomodó al príncipe y entonces se dio la vuelta para irse, pero Carin lo siguió he iba detrás de él.

El príncipe se estaba irritando cada vez más, pues no solo Carin lo seguía, si no que también Minerva.

—¿Por que diablos me siguen? ¿Que no tienen otra cosa que hacer?—les preguntó Aspen exasperado.

—Yo soy su hermana.

—Yo su familiar.—declararon ellas al unísono.

—¿Y eso que? No me gusta estar rodeado de gente, váyanse a otro lugar.

—Si me mandas de regreso, te tocaré la espalda.—le dijo Minerva haciendo un puchero y Aspen tragó saliva dejándola hacer lo que quisiera y añadió la princesa con seguridad.— además, tu y la loba deben conocerse, acaba de perder a sus seres queridos, solo lo tiene a usted.

Aspen frunció el ceño, sabía que Minerva tenía razón, así que se paró en seco y se le puso en frente a Carin y ella lo miró con ojos de cordero.

—Ya…cálmate.—Aspen le dio dos palmadas en la cabeza como muestra de afecto, cosa que le costaba bastante hacer o demostrar y la cara de Minerva fue de shock, no podía creer lo intuí que era su hermano en estas cosas.

Pero Carin se soltó a llorar y corrió a abrazar a Aspen, para ella, él era su familia ahora y así lo sentía, adonde sea que él fuera, ella lo seguiría sin dudarlo.

La lluvia disimulaba las lagrimas, pero no el dolor, Aspen entendía mejor que nadie su tristeza, pues eran uno solo ahora, era inevitable que sintiera empatía por ella, aunque no le correspondió el abrazo, la dejó desahogarse mientras ella se aferraba a su torso con tanta fuerza que ni un huracán la separaría de su amo, nadie sabe cuanto tiempo pasó, pero probablemente fueron varios horas en las que Carin se desahogó llorando hasta que se le secaron los ojos, Minerva se sintió mal por ella y decidió ser una pena menos para ella.

—Apenas es una cachorra, estoy segura de que mi hermano ya lo sabe, es como una cria separada de su madre en un acto violento y desafortunado, esta completamente sola y mi hermano no es el hombre más comprensivo que conozco, dudo que se convierta en un padre para ella, pues aunque es una cachorra, debe estar a unos meses de mudar de pelo y llegarle su primer celo o en el caso humano, su regla debe estar apunto de tocarle a la puerta, necesitará a otra mujer para enseñarle como ser hembra en este mundo, pero…¿alguien tan mortal como yo podría asumir esa responsabilidad sabiendo el desastre que puedo ser? Mi madre esta incapacitada para cuidarla, mi padre es otro tache en la lista, da más miedo que el diablo, mi abuela crio a mi madre de maneras moralmente cuestionables, con amor, pero cuestionable, así que solo quedo yo para acompañarla, aunque quizás…solo quiero sentirme menos sola a costa de esta situación, no puedo ser más oportunista.—se dijo Minerva en sus adentros mientras los miraba.

—Usted es todo lo que tengo, por favor no me abandone…—le dijo Carin al príncipe y este se quedó callado por unos momentos y después de pensarlo añadió.

—La única forma en la que me desharé de ți, será solo si tu quieres irte, así que deja de llorar, quizá tus padres ya no estén contigo, pero ahora nos tienes a nosotros.—le dijo Aspen refiriéndose a Ben y a él y añadió.—te prometo que vengaré la muerte de Vinland y Lilith, por ti y por mi madre.

—Oye Carin, a mi tampoco me importaría pasar tiempo contigo, digo, si no tienes miedo a que te mate, podemos tomar el té de vez en cuando, espero poder controlar mis poderes para entonces.

—Gracias…

Carin no enfureció ante la idea de ser un familiar, de alguna forma, el lazo espiritual que tenía con Aspen, la ayudaba a mitigar su dolor y sentir que tenía un lugar al cual pertenecer, sin embargo, la herida provocada por la traición era la que más dolía.

Mientras tanto, Calipso y Galadriel se encontraban viajando juntos en busca de Emm, el cual no deja ningún tipo de rastro, pues no quería ser encontrado.

—¿Cuantos días más nos tardaremos? Esta lluvia es fastidiosa, todo esta húmedo, lleno de fango y además estoy contigo, es realmente fastidioso.—declaró Calipso mientras caminaba cerca de Galadriel.

—¿Siempre estás de mal humor? Si tanto te molesta mi presencia, entonces invoca a Esmeralda y adelántate.—le dijo Galadriel con molestia.

—La lluvia es mala para sus alas, además estoy siguiendo el ejemplo de nuestra reina, sus familiares tienen días libres, debe haber un sindicato o algo así.

—Bueno, tu familiar es muy afortunada, en cambio yo, debo soportar tus insultos y tus malas caras.

—Pff, pues entonces tal vez prefieras que mi lugar lo ocupe cierta princesa de orejas grandes.

—¿Otra vez con eso? —le reclamó Galadriel agobiado, pues desde que él la visitaba de vez en cuando, Calipso se alejó de él y siempre lo molestaba o le hacía la ley del hielo.

Pues Galadriel usaba muchos de sus días libres para visitar a la princesa Silfi, lo hacía por que Igorif era el encargado de pedirle cuentas de los recursos y tributos que el reino elfico debía pagarle al rey de todo y Galadriel era parte de la escolta que el asignaban, pero Silfi siempre lo mandaba llamo a escondidas para ponerse al día con él, le contaba muchas cosas interesantes, pues le parecía un hombre de confianza, pero esto llenaba de celos a Calipso, quien aun no tenía el valor d confesarle sus sentimientos a Galadriel, pues ni ella misma sabía lo que sentía.




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