Mi amante, el príncipe de jade.

Laberinto.

Esto era igual a permanecer en el limbo, como si caminara en una cuerda floja y debajo de mí estuviera la muerte esperándome, perder a mi hermana fue igual a morir lentamente, cada día me condenaba a la miseria, me hundía en la culpa cada que el sol se metía y mis manos seguían vacías, le prometí a nuestra madre traerla de vuelta, jure que se la entregaría tarde o temprano, me aferré a la idea de que no estaba muerta, nunca vi su cuerpo, no había ningún cadáver cerca, así que me aferré a la escasa posibilidad de que aun siguiera con vida, nuestra madre calló en una terrible depresión que se coronó con la perdida de otro de sus hijos, su alma ya estaba en pena por haber enterrado a dos de sus seres más amados, pero Beel terminó de destrozarla asesinando a sus familiares, arrebatándole a la loba que la crió y vio como una madre, mis ojos se llenaron de horror ante lo que veía, mi hermana se había vuelto nuestra enemiga, nuestros corazones no estaban preparados para esto, así que lleno de ira he indignación, me propuse ir tras ella para que me diera una explicación y se defendiera de toda su culpa, estaba molesto, preocupado por la salud de nuestra madre, sin poder vivir el luto por la muerte de mis amigos y lleno de dolor porque la responsable de todo esto era mi única hermana a la que había buscado como un loco y entonces la vi…ella seguía ahí, muy dentro de esa santa a la que Teldrasil había manipulado.

Emm había perdido el conocimiento, la lluvia caía descomunal sobre su cuerpo y lo despertó la sensación de ahogamiento, he inmediatamente se levantó de golpe y se desconcertó al ver que iba en la parte trasera de una carreta en movimiento.

—Pero que…—los ojos de Emm se clavaron en una mujer de cabellos negros que iba manejando la carreta.

—Buenos días precioso.—exclamó aquella voz sensual y cálida.

—¿Alvatros? ¿Que haces aquí? ¿Como me encontraste? —le pregunta Emm mientras se toca el pecho, su ropa esta manchada de sangre y rasgada por la herida de espada, pero su cuerpo ya no estaba lastimado.

—Es una larga historia, me llegó el rumor de que se había embarcado en una búsqueda peligrosa, por lo visto encontró a su hermana.

—Ella no me hizo esto, fue ese maldito arcángel.—declaró Emm furioso.

—Por suerte la protección de la reina le salvó la vida, la espada de la Santa puede matar a todo tipo de criaturas, incluyendo a los demonios de su especie, se dice que su majestad blinda a sus hijos con un hechizo de salvación muy poderoso, un hechizo prohibido que solo pueden usar los grandes hechiceros, me sorprende que aun siga funcionando.

—¿Por que dices eso?—le preguntó Emm con seriedad mientras se acercaba al asiento de a lado.

—Bueno…la reina calló en cama desde que sucedió el deceso de sus familiares, no ha despertado desde entonces.—declaró Albatros con pesar.

—¿Qué? ¿Como que está en cama? ¿Por que nadie ha hecho algo al respecto?

—Claro que lo intentaron, pero ella no despierta, el rey y los príncipes están muy preocupados por su majestad, han mandado a traerlo, creen que si están todos sus hijos ella mejorará.

—Es mi culpa, se puso así por que me fui…—confesó Emm cn culpa.

—No, la reina enfermó cuando supo que la santa había sido la asesina de sus familiares, no es su culpa.

—¿Y por que viniste tu? Hasta donde se sigues trabajando para el reino del norte, dudo que te hayan mandado a ti, solo eres una maestra de buenos modales, educas a la princesa en el arte de la feminidad ¿que haces aquí?—le preguntó Emm con molestia.

—Usted conoce mis sentimientos, no podía permitir que mi amado pereciera en manos de una traidora.

Alvatros decía esto por que se había enamorado de Emm desde el día en que lo conoció y admiró su extraña personalidad, terminó enamorándose de él y no solo de su físico, pues encontraba encanto en su soledad y humor extraño, pasó mucho tiempo observándolo, tratando de seducirlo y conquistarlo para pasar el rato y al final, ella calló en el embrujo de un amor apasionado.

—No la llames así, Beel esta bajo la influencia de ese ángel, lo sé, si no hubiera aparecido, ella habría entrado en razón.—declaró Emm con frustración.

—¿Usted cree que el tribunal apelará a su inocencia? Atentó contra la vida de los seres queridos de la reina, todo el mundo cree que es la villana, menos usted, no lo estoy juzgando, pero ¿y si realmente lady Beel esta consciente de todo lo que hace? ¿Y si nadie le ha lavado el cerebro? Todos en el reino dudan de su inocencia y usted duda de que ella sea una villana.

—Por que no lo es, debiste estar ahí, ver sus ojos, el dolor que tenía en el alma, estoy seguro de que esta bajo algún hechizo, no sé como explicarlo, pero ella esta actuando en base a engaños.

—¿Como piensa demostrar su inocencia?—insistió Alvatros mirándolo de reojo.

—No lo sé, le perdí el rastro, ese bastardo se la llevó antes de que pudiera convencerla de volver a casa.—exclamó Emm con frustración mientras apretaba los dientes.

—Espero que ahora mismo no piense en ir a buscarla, la reina lo necesita.

—De ninguna manera, si la salud de mi madre puede mejorar con mi presencia, entonces estaré para ella, una vez que mi reina se mejore, regresaré por mi hermana y la traeré de vuelta, asesinaré a ese vampiro y nunca más volverá a lastimar a mi familia.

—Suena como un héroe.—le dijo ella sonrojada y dibujando una sonrisa energisante en su rostro.

—Deja este caballo, me convertiré en una serpiente, subirás a mi lomo he iremos más rápido hacia el castillo.

—Esta bien, ya me había cansado de su lentitud, es un caballo viejo, le pertenecía a un campesino al que me cené, el pobre merece ser libre, adelante amiguito, corre como el viento por la pradera.—le dijo Alvatros y ambos saltaron de la carreta y Emm se convirtió en una serpiente gigante y se fue a toda prisa mientras Alvatros se aferraba a él con una sonrisa y las mejillas sonrojadas.—Me alegra que este a salvo…mi príncipe.




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