Aquel temblor sacudió los huesos y las entrañas de todo el reino, algunos lo sintieron más que otros, según la distancia entre el siniestro y la gente, era una sensación que nunca antes se había presenciado, inexplicable para muchos, pero nuestra reina espiritual sabía perfectamente que esto era magia, una muy rara de la que no tenía conocimiento.
—¡General! ¡General!—gritó Galadriel a voz en cuello, los guardias se interpusieron en el camino en el momento en el que lo vieron tan acelerado.
—¡Alto ahí! —exclamaron los guardias enseguida, Beatriz quién se encontraba en su oficina revisando un montón de hechizos escritos que aun no estaban siendo efectivos para despertar a su hija, pero había parado de estudiarlos cuando aquel temblor regó todas las hojas al piso y la tinta se derramó por todo el suelo y la mesa, cuando escuchó el alboroto salió enseguida con el ceño fruncido, muy molesta por que la habían distraído.
—¿Que demonios esta pasado aquí? ¿Que no saben que estoy trabajando? Maldita sea…—la expresión de Beatriz cambió cuando vio a su subordinado con una expresión de angustia.
—¡General! Por favor, necesito que me acompañe…es Gia, la hija de Almond y Babani, esta muy mal.
—¿Qué?
—Al parecer ella fue la causante de…—de pronto otro temblor provocó que todos perdieran el equilibrio.
—¿Este poder es de ella? ¿Que no fue diagnosticada por los magos como un ser sin magia? ¡Estúpidos incompetentes! ¡Vámonos antes de que empeore!—externó Beatriz he inmediatamente se fue con Galadriel a la granja de sus amigos.
—Le adelanto que la muchacha se encuentra vacía, dejó su cuerpo físico, su alma y su mente están fuera de ella.
—Esto no puede ser, son problemas tras problemas..—añadió Beatriz con fastidio, pero aun no comprendía bien la situación, ni ella ni nadie.
Cuando Beatriz se acercó a la propiedad de sus compañeros, su piel se le erizó hasta la nuca, ya habían empezado a llegar espíritus descarnados que trataban de penetrar la fortaleza que Calipso y Babani habían creado al rededor de la casa, parecían aves rapaces intentando romper la carne de los cadáveres expuestos a la intemperie.
—¿Que es lo que ve general? ¿Por que el ambiente se ha vuelto tan pesado?—le preguntó Galadriel mientras tragaba saliva, el aire se sentía tan denso y frío que sacaba humo por la boca como si fuera invierno.
—Pase lo que pase, no salgas del circulo.—le ordenó Beatriz con seriedad y clavó la mirada en aquellos espíritus carroñeros decidida a regresarlos a su lugar de origen.
Hubo un tiempo donde renegué de mis habilidades, detestaba mi poder de clarividencia y mi capacidad de ver y hablar con los muertos, crecí marginada, acosada día y noche por las almas en pena que me maldecían a mí y así hermana María por haber usado sus cuerpos contra su voluntad, suplicaban mi ayuda, querían que los vengara, muchos espíritus me ofrecían pactos para poseerme y re encontrarse con sus seres queridos, algunos solo querían lastimarme, pues ya estaba corrompidos por el odio y el rencor, recuerdo que mi primer amiga fue una niña con una flecha atascada en el pecho, su nombre era Merlina, en ese entonces no sabía que era un espíritu, lo supe cuando se corrompió, dejó atrás su dulzura y la inocencia que la caracterizaba, esta molesta conmigo por que no podía cruzar el valle, su alma estaba condenada a bagar en un perímetro limitado, se cansó de verme partir, de verme crecer, se llenó de celos y terminó odiándome, su rostro se endureció, sus ojos se le hundieron y se le pusieron negros como la noche, su piel empalideció como el de un cadáver expuesto a la intemperie, como cuando se le quita toda la sangre a un cuerpo, su cabello perdió el brillo y se tiñó de muerte volviendo áspero y opaco, esa fue la primera vez que vi un espíritu corrompido, recuerdo que un día deje de jugar con María, mi hermana, no me gustaba la forma en la que ella pasaba sus ratos libres, matando y reviviendo cadáveres de animales, gatos, perros y aves, mi madre y mi abuela estaban felices de que alguien introvertida como yo hubiera hecho una amiga, llegaron a preocuparse pensando que quizás se trataba de una pueblerina, una humana que podía acusarme a mí y a mí familia de brujería, entonces, un día decidieron seguirme, sus ojos se abrieron de golpe, en el momento en el que me vieron hablar sola, no era un amigo imaginario, se trataba de Merlina y justo cuando mi amiga estaba por asesinarme y poseer mi cuerpo, abuela intervino y ella y mi madre me salvaron, con mucho trabajo lograron mandar a Merlina al mundo espiritual y me salvaron.
¿Por qué se le vino este recuerdo a la gran bruja negra? bueno, porque Merlina era uno de esos espíritus corrompidos que luchaban intensamente para poder romper la barrera y así apoderarse del cuerpo vacío de Gia, desafortunadamente, Beatriz volvió a encontrarse con ella, despertando así parte de su pasado.
—Nos volvemos a ver…amiga mía…—exclamó Beatriz mientras fruncía el ceño, de repente, el olor de la general penetró en las fauces de aquel espíritu maligno, el cual estaba aun más maldito que antes, al notar a Beatriz, el espíritu pegó un fuerte alarido y dejó a Beatriz con un pinchazo en el pecho, verla de nuevo le causó una gran impresión, sin embargo, Beatriz ya no era la misma bruja inexperta he inocente de antes, había recorrido un gran camino para llegar hasta donde estaba.
Merlina, junto al grupo de espíritus malignos se lanzaron sobre Beatriz al notar que podía verlos y ella extendió su brazo izquierdo.
—Ya no soy una presa, ustedes si.
Beatriz usó su cuerpo como portal, al extender su mano recibió a los espíritus en su palma, los cuello entran rabiosos como un enjambre de abejas y ella a su vez, usó un filtro para absorber su energía y alimentarse espiritualmente de ellos, dejando únicamente esferas azules brillantes, la general los había purificado, entraron al mundo espiritual libres.
—Gracias…Bety…—susurró el espíritu de aquella niña pequeña y Beatriz sintió un tierno beso en la mejilla y entonces dejó de sentirla, Merlina había trascendido.