Había múltiples dimensiones coexistiendo en el basto universo, todas tenían sus misterios y sus propias leyes, el plano donde se encontraban Beatriz y Mía, era la tierra media, un lugar que rara vez era visitado por el ser humano, solo las mentes fuertes podían pisar su suelo, esa dimensión albergaba seres de aspecto indescriptible, criaturas de carne, espíritu, con formas y consistencias de sombra, gases y niebla, quedar atrapado ahí, podría ser frustrante, pues para un humano, sería igual que estar muerto, pues aunque podía convivir en el mundo material, al mismo tiempo no existía ahí, podía ver, oír y tocar, más nadie notaba su existencia.
—¿Entonces dices que llegaste a esta dimensión por que tu cuerpo espiritual se separó involuntariamente de tu cuerpo físico?—le preguntó Edmond con curiosidad.
—Pasó demasiado rápido, antes de eso estaba pasándola muy mal…—confesó Gia con pesar.
—¿Por lo de tus poderes?
—Estoy muy confundida, si se supone que soy una mujer común, una criatura sin magia ¿por que estoy aquí? En las noches no podía dormir, caí en una profunda depresión, en el instituto de magia al que asistía recibir todo tipo de burlas y humillaciones, era odiada y repudiada por que era la única bruja sin poseer un familiar, también era la más baja en el nivel de mana, a duras penas podía invocar hechizos básicos y aveces ni eso hacia bien.
—Tú… ¿no tenías amigos?—le preguntó Edmond con empatía.
—No…—le respondió Gia con tristeza.
—¿Quieres hablar más de eso? Te prometo que guardaré el secreto.
—Mis padres estaban al tanto de lo que me pasaba, sabían que no tenía amigos y que se burlaban de mi, pero no sabían todo…
Gia se descubrió algunas artes de su cuerpo y estaba llena de moretones y los ojos de Edmond se llenaron de tristeza.
—Me rodeaban en grupo y me golpeaban con sus escobas por turnos, no paraban aunque me veían sangrar, me rompieron los huesos y uno de los profesores médicos me los sanó, me amenazaban con expulsarme si alteraba el orden, me arrojaban basura, rayaban mi butaca y escribían todo tipo de cosas ofensivas…—en este punto Gia no pudo aguantar las ganas de llorar y se rompió.—me hacían cosas horribles y nadie hacia nada, ni los maestros ni los compañeros que solo observaban con la mirada aterrada ¿por que me odiaban tanto? Yo solo quería que me dieran una oportunidad, quería que supieran que podía ser agradable, una buena amiga, una buena bruja…
—Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso Gia, lo que hicieron estuvo mal, nadie tiene el derecho de romper el alma de sus semejantes, pisotear la dignidad y el corazón de otro ser vivo es un acto de cobardía y perversidad muy grande.
—Creí que todo eso me había hecho caer en esa extraña condición, al final me expulsaron, no logré tener un familiar y tampoco fui capaz de producir magia, me diagnosticaron como una persona común y eso terminó de hacerme la vida miserable, días después comencé a escuchar voces, miles de ellas y una en especial, una voz pacifica y hermosa que buscaba la salida, mi padre me ayudó mucho a aceptar mi destino y me hizo darme cuenta que no todo esta perdido, ¿te digo algo? Heredé la fuerza brutal de mi padre y decidí que si no puedo usar magia, me convertiré en heroína, me enlistaré el año que viene a las filas del ejercito del imperio vampírico y lui haré al Aldo de mis padres, aspiraré en convertirme en un soldado de las fuerzas especiales, no seguiré mirando en el pasado, aunque no tenga amigos y todos me señale, yo no los odiaré, jamás dejare que mi corazón se llene de rencor…no puedo…
—En eso nos parecemos mucho, yo tampoco tengo amigos, no recuerdo cuando fue la ultima vez que alguien me hizo compañía, a excepción de la lluvia, la nieve, el aire, los animales y gusanos que iban de paso, hasta que llegaste tu, si quieres podemos ser amigos, seremos los mejores amigos desde ahora, jamás nos abandonaremos, ni defraudaremos, nos aceptaremos tal como somos, nos acompañaremos toda la vida, seremos un lugar seguro, nunca nos burlaremos de nuestros defectos y no nos haremos llorar, seremos fieles el uno al otro ¿que te parece?
—Un amigo….
—Si no te importa que sea solo una piedra con aires de grandeza y un pasado confuso y un futuro incierto, me encantaría ser tu amigo para toda la vida.
—Si… si quiero…
Gia acercó a Edmond a su pecho y lloraron juntos, por primera vez, Gia tenía un amigo y estaba muy feliz.
Por otro lado, en la oscuridad de una eterna pesadilla, se encontraba la emperatriz sumergida en una perpetua oscuridad, bañada en penumbras y desespero.
Lía se encontraba recostada en una especia de océano negro, de aguas espesas como el petróleo y entonces abrió los ojos, se sentía abrumada, ella usaba un vestido rojo de terciopelo y se levantó lentamente mientras su reflejo se dibujaba en las oscuras aguas.
—¿Donde estoy? ¿Por que sigo aquí? No puedo despertar…
La desesperación se apoderaba de ella, por que revivía la pesadilla una y otra vez, ella esta rodeada de tinieblas y poco a poco la alcanzaban hasta que la ahogaban, después de eso, las imágenes de sus eventos trágicos y traumáticos la acosaban, reviviendo una y otra vez la muerte de su hijo Ban, la muerte de Lilith y Vinland, la separación de Beel y el horror de verla convertida en una asesina, todo ese dolor acumulado, había sido el causante de su prisión.
—No puedo seguir aquí…¿donde esta mi familia? ¡Valeska! ¡Aspen! ¡Minerva! Mamá…papá…sáquenme de aquí por favor… ¡que alguien me ayude por favor!.—gritaba la reina en sus momentos de lucidez y después volvía a la pesadilla.
Era como un infierno mental lo que esta viviendo, ella misma había creado esa prisón con su depresión y su dolor era más grande que su voluntad de salir.
—¡Anúdenme por favor! Por favor…que alguien me escuche…
Aquellos gritos de auxilio llegaron a oídos de Gia quien se detuvo en seco girando la cabeza hacia atrás.