Los nervios de Gia estaban a flor de piel, jamás se había sentido tan intimidada, era imposible no dejarse llevar por los rumores que perseguía a la familia real, el día que tanto quería evitar por fin había llegado, los tres filtros que llevaban al gran salón se abrieron uno a uno y mientras lo hacían, Gia sentía que se desmayaba, pues a su izquierda y a su derecha habían vampiros que la miraban como si fuera una presa, murmuraos la seguían a cada paso, pero Gia no les prestaba atención, tenía más miedo de los reyes que de los demonios de ojos rojos.
Lía miraba atentamente la puerta principal, ansiosa de que en cualquier momento se abriera, pensaba en lo difícil que había sido para ella haber cruzado el umbral cuando tubo su primer audiencia con los dioses gemelos y lo crueles que habían sido con ella.
—Gia, se fuerte, imagino lo difícil que debe ser para ti cruzar ese gran pasillo me pregunto si te están insultando como lo hicieron conmigo ¿te estarán humillando? ¿Como se sentirá tu corazón?—pensaba la emperatriz en sus adentros.
—Tengo que mantener la calma, pase lo que pase, no debo perder la compostura, por mis padres, si, por ellos debo ser madura y sonreír.—se decía Gia tratando de calmar su pánico.
—¡La bruja Gia está aquí!—gritó el vocero enérgico y los ojos de la familia real se posaron en la figura que se divisaba en aquella rádiente luz.
—¿Quién será esa chica misteriosa de la que tanto habla mi querida hermana?—se preguntaba Reynar con curiosidad, él y Lía se voltearon ayer y sonrieron, eran muy unidos y parecían hermanos de sangre.
—Esto me trae recuerdos del pasado jejeje, esa chica me recuerda a Lía.—pensó Magnolia haciendo memoria.
Por fin las puertas se abrieron y dejaron a la vista a la preciosa hechicera de cabellos celestes y ojos de estrella.
—Es un honor estar delante de la familia real, el gran tesoro del imperio, su humilde sierva esta aquí para servirles.—estas fueron las palabras de Gia, quién se mantenía con la cabeza agachada.
—Levanta el rostro y acércate para que podamos apreciarte mejor.—le ordenó Valeska y ella obedeció y entonces levantó el rostro, dejando su cara al descubierto.
Todos se quedaron admirados, pues Gia era muy hermosa, tanto que su físico parecía de algún ser sobre natural como una ninfa de agua o algún espíritu del bosque, pero los ojos de Gia y aspen se clavaron los unos sobre los otros y ambos se quedaron perplejos y con un gesto de desagrado.
—¿Simio salvaje?
—¿Noble pervertido?
Ni Gia ni Aspen podían creer que se tuvieran delante otra vez, Minerva se tapó la boca y volteó a ver a su hermano y este parecía que había visto a un fantasma y no pudo evitar soltar una risita…nunca pensé que existiera un ser más bonito que tú pff…—le susurró la princesa a su hermano este se molesto mucho.
—Esto no puede estar pasando…¿que hace él aquí? No puede ser…esto es imposible…¿el noble pervertido resultó ser el príncipe heredero? No….estoy muerta…me han traído aquí para ejecutarme…—pensó Gia qué empalideció ante su presencia.
Lía miró a sus hijos y no entendía su reacción.
—¿Ustedes ya se conocían?—la reina les preguntó esto porque no dejaban de mirarse fijamente.
—¿Que haces aquí salvaje?—le preguntó el príncipe mirándola con molestia.
—Cariño.—Lía lo miró con el ceño fruncido para regañarlo y como Aspen no quería causarle un desaire a su madre se aferró a su silla apretándola con fuerza mientras aguantaba todo su coraje.
—¿Así que tu eres la bruja que salvó a mi esposa?—le preguntó el rey mientras la miraba altivamente.
—Eh…si mi señor.—le respondió Gia a Valeska con timidez.
—Es curioso tu caso, hasta donde sabía, los registros de magia te tenían registrada como un ser común, te expulsaron de la academia por que en todo el tiempo que estuviste, no fuiste capaz de invocar hechizos importantes, solo básicos he insignificantes ¿como es eso posible? ¿Por que de repente tienes magia? ¿Acaso solo fingiste no servir para nada para después ganarte el favor de la emperatriz?—la interrogó Valeska mirándola como si quisiera leer su mente.
—No…eso no fue lo que pasó majestad…
—¿Dices que fue un milagro que de repente aparezca as como la encarna eón de un cuento de brujas?
—¿Disculpe?—Gia comenzaba a sentirse nerviosa, todos esos ojos estaban sobre ella y la lengua se le trababa.
—¿Eres sorda?
—Valeska…por favor…—Lía lo miró suplicante, no entendía por que era tan grosero con esa pobre muchacha.
—Yo….eh…bueno…
—¿Eres tartamuda ahora?—insistió el rey con dureza.
—Lo lamento…
—Quizás la estás intimidando con tanta franqueza hermano.—le dijo Emir al ver como la estaba tratando.
—¿Eso crees? Yo pienso que estoy siendo muy suave ¿acaso no les parece ilógico que esta niña pasó de ser una humana cualquiera a un ser mítico sacado de las historias de fantasía de un aquelarre de hechiceras? Me hace pensar que esto se tarta de una conspiración.—declaró Valeska con enojo.
—¡No es así! Yo…
Ni si quiera la dejaba hablar y Gia comenzó a sentirse muy frustrada.
—Bruja negra ¿acaso no me dijiste que esta niña era una reina?
—Así es señor.—declaró Beatriz con el corazón agitado, ella permanecía en una esquina de pie junto a Leonardo, pues ellos no eran de la familia real.
—Una salvaje no puede ser alguien de la realeza.—dijo Aspen apoyando a su padre.
—Es curioso todo esto y como se dieron las cosas, ya escuché de la voz de una de mis grandes brujas que eres una reina, ahora te lo pregunto a ti Gia, hija de los guerreros de fuerzas especiales Babani y Almond ¿quién eres tú? ¿Es verdad que eres una reina? ¿Es cierto que eres la reina de todas las brujas y que tu poder sobrepasa aun al de mi valiente esposa?
—Valeska…—Ginebra sintió un nudo en el estomago, su hijo estaba siendo demasiado grosero con esa chica tímida.
—¿Por qué? ¿Por que la trata así? Ella salvó a su esposa, fue la única hechicera capaz de sacar a Lía del sueño escarlata…—pensó Lucia con gran pena.