Mi amante, el príncipe de jade.

Sospechosa

Gia era llevada por un grupo de guardias, quienes no tuvieron que ejercer fuerza contra ella, pues estaba muy tranquila, aunque en realidad tenía muchas ganas de llorar.

—¿Por que me miran así? No voy a intentar escapar ni nada por el estilo, soy inocente.—les dijo Gia con seriedad, pero ellos no estaban cuidando que no se fuera, si no que era tan hermosa que no podían dejar de mirarla y hasta los sonrojaba.

—¿Seguros que es una bruja? Parece una ninfa.—se decían unos a ellos extrañados.

—Tienen la apariencia d aun espíritu del agua, es muy bonita…

—Que desperdicio ¿y si al dejan que s pudra en ese calabozo?

—Ojalá pudiera si quiera oler su cabello.

Los guardias eran vampiros entrenados para no enloquecer con las sangre humana ni la de ninguna otra criatura, tenían dominio propio, pero sus ojos eran libres de mirar.

—¡Alto ahí! —exclamó Beatriz quién agitada corría a toda prisa.

—¡General!

—Déjenme hablar con ella un momento.—les ordenó la bruja negra con firmeza.

—Tenemos ordenes de seguir con nuestro camino general.

—¿Se atreven a desobedecerme?—le preguntó Beatriz con una mirada infernal.

—No, de ninguna manera.

—Entonces háganse a un lado.

—¡Si señora!

Beatriz estaba frente a Gia y se inclinó delante de ella con reverencia.

—Lamento todo esto, debe ser muy duro para usted, pero le prometo que buscaremos la forma de que sea liberada, la emperatriz esta de su lado y no piensa consentir más esto.

—¿Por que el rey esta contra mi? ¿Quién le ha dicho que yo soy una espía? Dígame por favor de que se me acusa para poder defenderme.—le dijo Gia con una mirada triste.

—Se lo contaré pronto, pero no en este momento, solo tengo unos minutos más para hablar con usted, no me es permitido estar aquí, pero ellos me tienen miedo y aprovecho esa oportunidad.

—¿Cree que me tendrán encerrada de por vida? ¿Sabe cuanto tiempo estaré aquí?—le preguntó Gia con angustia.

—Usted es la reina de las brujas, nadie puede encerrarla, su alma y su mente son puertas para ir a donde usted quiera.

—¿Qué?

—Recuerde mis palabras y no se angustie.

—Debemos irnos ahora señora.—le dijo el líder de la guardia y Beatriz asintió con la cabeza y se llevaron a Gia con ellos.

Fui tratada como una espía, una criminal que había atentado contra la familia real, había escuchado todo tipo de cosas sobre la familia real y todo era cierto…el rey es un tirano despiadado, un ser sin bondad en el corazón, un villano que no conoce la piedad y a quien no le importan los sentimientos de los que estén por debajo de él, los rumores eran más que la verdad, el príncipe es el ser más precioso sobre la faz de la tierra y su apariencia va más a allá de lo sobrenatural, pero es un desalmado, vanidoso, malvado, y soberbio y arrogante, jamás olvidaré la forma en la que me recibieron, sus miradas pisotearon mi dignidad hasta dejarla hecha polvo…sabía que esto pasaría, que serían crueles conmigo…como si yo tuviera la culpa de que me nombraran la reina de todas las brujas, ni si quiera se que significa eso y tampoco es que quiera ese titulo…

Gia había sido encadenada de pies y manos, pegada en la fría y húmeda pared, no había nada de luz, apestaba a coladera, a carne podrida, hacía mucho frío y además todo estaba infestado de alimañas y ratas, era un lugar muy desagradable y desolado

—¿Pasaré aquí el resto de mi vida? ¿No volveré a ver a mis padres? Dios…les dolerá el corazón si se enteran que me encerraron aquí, mi madre se levantará contra el rey y seguro mi padre sufrirá de depresión, eso en el mejor de los cazos, si se enteran de lo que me hicieron tratarán de venir por mi y sacarme de aquí, pero el rey se los impedirá, ellos dos solos contra ese tirano es algo impensable…ellos creían que presentarme ante la familia real sería una bendice, pero solo me vieron como una amenaza ¿pero or qué? ¿Que hice para que me trataran como a una criminal?—se preguntaba Gia desolada.

Y mientras esto sucedía, Babani y Almond esperaban impacientes a que saliera su hija, pues querían despedirse de ella, pues sabían que la emperatriz la había requerido como una de sus días de compañía y debía mudarse hoy mismo al palacio, llegaban todas sus cosas en las maletas, pero no tenían respuesta alguna.

—¿No crees que ya se tardó mucho? ¿La reunión debió terminar hace horas ¿y si algo salió mal?—preguntó Almond preocupado.

—Lo sé…quizá sigan haciendo preguntas o la invitaron a tomar el té para conocerla mejor.—dijo Babani impaciente.

—¿Deberíamos irnos a casa y dejar sus cosas encargadas con algún guardia o sirviente?—expresó Almond quién no sabía como reaccionar.

—No, ella dijo que vendrías despedirse, la emperatriz me dio su palabra.

De pronto, Igorif se acercó a los padres de Gia, iba preocupado, nervioso y fingiendo una sonrisa que aprecia nerviosa.

—Señor Igorif ¿como está? ¿Sabe si la reunión con nuestra hija y la familia real ya terminó? La estamos esperando y llevamos mucho tiempo sin saber de ella.—expresó Almon con amabilidad.

—Almond, Babani, me alegra verlos, si, la reunión ya terminó, pero la señorita Gia esta muy ocupada, lamento no haberla traído para que se despidan, pero en cuanto pueda yo mismo les avisaré el día en el que puedan venir a verla o ella pueda ir a visitarlos.—conectó Igorif apenado.

—¿Entonces no la veremos hoy? Gia esta muy nerviosa, seguro le animaría vernos un rato.—insistió Babani con las manos entre lazadas.

—No se preocupen por ella, le ayudará más no verles hoy, creanme, para las niñas de su edad, pueden ser más duras las despedidas de lo que creen, déjenla unos días aquí para que se acostumbre y luego podrán verla y verán que fue mejor así.

—Tiene razón corazón, Gia debe secarse de nosotros para que no le sea más difícil pasar la noche lejos de casa.

—Pero…ella nunca se había ido…—expuso Babani con los ojos llorosos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.