La emperatriz se encontraba frente a su esposo, ya habían pasado tres días desde que Gia había sido encerrada en aquel calabozo, Valeska no había permitido que Gia recibiera ningún tipo de visita y tampoco le había dado agua y comida, quería llevarla al limite para descartar que fuera una amenaza.
—¿Cuanto tiempo más seguirás mirándome de esa forma? —le preguntó el rey al ver a su esposa con el ceño fruncido.
—¿Cuanto tiempo más piensas tenerla ahí? Ya han pasado tres días y no puedes seguir manteniendo en ayudo.—le dijo Lía con enojo.
—Pienso dejarla quince días así.—le respondió Valeska con indiferencia.
—¿Qué? ¡De ninguna manera! Ella es inocente…no voy a permitir que la castigues por un crimen que no cometió, yo le di mi palabra a sus padres y les prometí que la cuidaría y la remo censaría por haberme salvado, Almond y Babani son mis amigos, han servido al imperio y a la familia imperial por años…arriesgaron sus vidas en la guerra contra el dios de la destrucción…¿acaso su fidelidad no te importa?
—Claro que me importa, por eso a ellos les di unas tierras fértiles cerca del palacio, tienen trabajo y respeto, pero su hija no se ha ganado nada de eso, ya se lo dije antes, tendrá que demostrar su inocencia y su utilidad.
—¿Sabes que puedo llegar a ella cuando quiera no es así?—le preguntó Lía decidida.
—Si mi reina.
—¿Y que pocas veces te pido algo?—insistió ella acercándose cada vez más a su esposo.
—Si amor mío.—le dijo Valeska recibiéndola en sus brazos.
—¿Me amás?
—Más que a nadie en el mundo.
—¿Cuanto me amas?—le preguntó Lía mirándolo fijamente.
—Ya se para donde va esto, detente, no cambiaré de opinión.
—Gia es importante para mí, no quiero que sufra lo mismo que yo, ella me salvó la vida, fue muy valiente en ir por mí hasta la prisión de mi mente, deberías de ver lo dulce que es y la forma en la que me trató, es una niña de corazón puro, quiero que la liberes hoy.
—Le dejaré la decisión a nuestro hijo ¿no escuchaste que le pegó en la cabeza? Merece la muerte d todos modos.
—¿Y tu no escuchaste que la vio mientras se bañaba?
—Son puros cuentos.
—Lo dijo tu hija adorada, ella fue testigo de eso.
—Lo pensaré…
—Ese es un si para mí.—le dijo Lía mientras le daba un beso en la frente.
Claro que la reina no esperaría su permiso para algo así, ella ya la había visitado desde el primer día y al segundo día, Lía quedó sorprendida por lo que vio, por otro lado, el Principe era tan hermoso como soberbio, tan majestuoso como orgulloso, estaba en sus aposentos caminando de un lado a otro, impaciente, su mente estaba saturada por una sola persona.
—¿Que le pasa a esa engreída? ¿Realmente mis ojos no tienen ningún efecto en ella? la muy tonta ni si quiera bajó la mirada cuando yo le clavé los ojos con furia, muchos ya habrían caído a mis pies con el primer intento, postrados debajo de mis píes suplicándome para que los dejé adorarme ¿no es acaso la consecuencia de poseer esta apariencia? ¿La razón por la cual uso una maldita mascara? Precisamente me la quité aquél día para hacerla sufrir.—decía el heredero en sus adentros, pues sus ojos eran una perdición para aquellos que lo vieran, el podía activar ese poder que le daba un brillo especial a sus ojos, que atraía a todos como polillas.
Era imposible no sentir deseo o atracción por el príncipe, con o sin el poder de sus ojos malditos, cualquier ser vivo se siente irremediablemente atraído por él, estaba acostumbrado al amor y la atención de sus víctimas, tan fuerte era aquel hechizo embrujaste, que podía obligar a su víctima hacer cualquier cosa que deseara, incluso quitarse la vida, pero esto no funcionó con la reina de las brujas, pues ella parecía ser inmune a sus encantos.
—Ja, el mono parlante debe estar rogando por su libertad o incluso debe estar suplicando por que le quiten la vida, el lugar deplorable donde se encuentra es insalubre y detestable, jaja ¿como podría perderme el gozo de verla arrastrarse para pedirme perdón, así es, solo así le perdonaré su falta, tendrá que besarme los pies para entonces si dejarla ir.—pensó el príncipe con una sonrisa maliciosa.
Aspen estaba buscando cualquier excusa para ver a Gia, así que no pudo resistirse más, pues ya habían pasado tres días, así que abrió un portal para llegar a ella y lo que vio le borró su arrogante sonrisa del rostro.
—Que demonios es esto…¿ y el calabozo?—preguntó el príncipe desconcertado.
Aquella prisión era como un palacio, paredes de mármol brillante, jardines repletos de flores perfumadas, una mesa enorme llena d comida deliciosa y aves y mariposas que revoloteaban por todo el lugar y en medio una tina con agua caliente y espumosa.
Gia había usado su poder para salir de esa prisión, el primer día lloró como una niña, tenía hambre y sed, le dolías sus extremidades, se sentía desolada y muy triste, pero entonces recordó las palabras de la gran bruja negra y se cuestionó por horas sobre que le habría querido decir realmente cn eso de que su mente podría sacarla de aquella oscura y putrefacta prisión.
—No quiero estar aquí…desearía poder dormir en el suelo aunque sea, me duelen mis brazos y mis pies…siento mucha presión en el cuello y los hombros…tengo hambre y sed…quisiera estar en un lugar cómodo y bonito ¿mi mente puede sacarme de aquí? ¿Que significa eso? ¿Puedo imaginar el lugar donde me gustaría estar y así descansar un poco? Si…eso haré…soñaré con el lugar de mis sueños y seré feliz…
Así comenzó todo, aquella prisión comenzó a transformarse, por fuera aprecia la misma, pero por dentro, un palacio se formó pco a poco según lo imaginara Gia, las paredes se hicieron de mármol, y cada detalle fue plasmado justo como ella quería, el mal olor se fue, las ratas se convirtieron en hermosas aves, mariposas y flores, de en medio brotó un manantial caliente y agradable, el calabozo quedó a atrás para por fin convertirse en un mini palacio.