Carin por fin había subido a la superficie, deseosa de ver a su príncipe, al cual extrañaba a pesar de que no tenía mucho sin verlo, lo que ella no sabía, era que el heredero al trono y todos en el palacio, estaban conmocionados por la nueva habitante del castillo y no tardó en escuchar los rumores sobre aquella bruja inusual.
—Vaya, parece que algo sucedió aquí mientras no esta ¿que habrá pasado? Debe ser por que los Romani están aquí, todas las mujeres han esperado esto por meses.
—Señorita Carin, ¿que hace por aquí sola? ¿Esta buscando a su majestad el príncipe?—le preguntó una sirvienta al verla curiosear por los pasillos.
—Oh, buenos días, me ausenté por un rato, me imagino que el príncipe debe estar ocupado, solo esta dando un paseo ¿esta todo en orden?
—¿No se ha enterado?—le preguntó la sirvienta (ella no era vampira, si no una mujer gato y por eso era amable con Carin)
—¿De qué? —respondió la loba curiosa.
—Se dice que ha llegado una nueva bruja al palacio.—le contó la sirvienta acercándose a ella.
—¿una bruja nueva?
—Si, las opiniones están divididas, unos dicen que es muy hermosa y que tiene poderes inimaginables y otros que será la protegida del emperador.
— ¿Una concubina para el rey? Eso es imposible, el solo tiene ojos para la emperatriz, nadie e más hermosa que mi herma….ay…casi se me escapa.—Lía y Carin eran muy cercanas y la reina le permitía llamarla hermana de cariño, por que Lilith era la madre de ambas, pero era algo muy intimo de ellas, por eso no lo decían en publico.
—Bueno, es lo que dicen.
—¡Caleta! ¿Que estas haciendo ahí? Ponte a trabajar, hay muchas cosas que hacer, muévete.—le gritó otra sirvienta a lo lejos y Caleta pegó un brinco y se disculpó con Carin y se fue a toda prisa.
—Una bruja en el palacio, debe ser alguien importante para que la hayan traído, espero que por el bien de mi hermana, esa mujer no se convierta en nada intimo del emperador, eso sería terrible.—se dijo Carin así misma y se apresuró a los aposentos del príncipe para esperarlo, parecía que brincaba como un conejo por la pradera, deseaba ver al príncipe y sumergirse en esos brazos que la hacían sentir tan segura
Por otro lado, Gia se había levantado temprano, daba vueltas de un lado a otro, doblegada por el nerviosismo, esperando que alguien entrara por esa puerta y la sacara de su incertidumbre, pues no sabía si debía salir de su habitación, prepararse su propio desayuno o presentar nuevamente ante el rey.
—Rayos…con esto de que el rey es temperamental y sus cambios de humor son extremos, ya no sé con que me puedo meter en problemas con él ¿como alguien tan pura y noble como la emperatriz puede estar casada con alguien tan feroz como el rey? Debe ser por ese famoso vinculo del que todos hablan, si no estoy mal, hay tres mujeres aquí que se han vinculado con un Romani, la esposa del señor de los cazadores, Ginebra, la emperatriz y la reina Magnolia, quién se vinculó con el rey Emir, supongo que sentirse atraídos y muy enamorados es inevitable, eso debe explicar como la emperatriz y el emperador terminaron juntos jeje.
Mientras Gia hablaba sola, alguien llamó a la puerta, era Beatriz quién le pedia permiso para entrar.
—¿Está vestida señorita?—le preguntó Beatriz con voz fuerte, pero no demasiado.
—¿Beatriz? ¡Si! Hace rato me vestí, adelante.—Gia se acercó a la puerta y cuando Beatriz abrió una sonrisa brillante la esperaba del otro lado, Gia se sorprendió de que ginebra estuviera a su lado.
—Me alegra que ya este despierta, ella es mi amiga Ginebra, es la esposa del señor de los cazadores y la madre de los dioses gemelos.—le dijo Beatriz con una sonrisa.
—Hola, Gia, es un placer conocerte.—expresó Ginebra con amabilidad.
—El gusto es mío…es usted muy joven y bella.—le dijo Gia con una reverencia.
—No tienes que hacer eso, yo no soy de la realeza.—expuso Ginebra apenada.
—¡Claro que sí! Usted es la reina madre.
—Jajaja, eso se escucha muy bien jejeje.
—El rey nos ha autorizado su entrenamiento, a partir de hoy aprenderá a usar todos los tipos de magia, a su tiempo claro.—expuso Beatriz entusiasmada.
—¿De verdad? —los ojos de Gia se abrieron en grande y se le notaba la emoción en el rostro, tanto que no podía contener la alegría.—lo siento es que estoy muy emocionada, quiero festejar, brincar, gritar y de todo jajaja.
—Pues hágalo, esto es para celebrarse.
—Ok, lo haré…jiji
Gia se puso a roncar en la cama, ponía la cara en la almohada y gritaba de alegría, esta tan feliz que sus actos eufóricos le dieron ternura a Ginebra.
—Jejeje, ella es muy adorable.—le dijo ginebra a su amiga casi susurrando.
—Es hora de irnos señorita, tiene mucho por hacer hoy.
—¡Si! Enseguida, le daré las gracias al emperador cuando lo vea.—expresó la bruja con una sonrisa brillante.
—Mírala, no tiene ni una pizca de rencor hacia el rey, las penas y el dolor se le olvidan enseguida, por eso creo que ella es la indicada, el destino no se equivocó cuando al eligió como el todo.—confesó Beatriz orgullosa.
—Tienes mucha fe en ella, hacía mucho que no te veía tan llena de esperanza, eso me alegra amiga mía.
—¿Y como no? Si ella es la promesa que se le había dado a mi pueblo desde hace miles de años atrás, presenciar su llegada me hace la más dichosa, poder entrenar a un ser tan poderoso me hace sentir agradecida, ella es la esperanza de todo ser con magia.
—Me alegra ser de utilidad entonces.—Beatriz y yo pedimos muchos años de cercanía en el pasado, nuestros destinos se separaron abruptamente, pero ahora, ambas tratamos de pasar juntas, el mayor tiempo posible, pues ambas nos consideramos hermanas del alma, nuestros hijos se unieron en le vinculo sagrado y ambos gobiernan este poderoso imperio, ella y yo sabemos lo que significa tener hijos con destinos brillantes y la apoyaré en todo lo que necesite, aunque no entienda bien lo que sucede, para ser honesta, no se mucho sobre las brujas o las historias que cuentan en los aquelarres, desconocía la leyenda del todo, de la hechicera que se convertiría en la reina de todas las brujas, pero Beatriz esta convencida de que es ella, Gia es la protagonista de dicha historia.—pensó Ginebra en sus adentros mientras caminaban juntas.