Mi amante, el príncipe de jade.

Puños, sangre y más sangre.

Gia estaba emocionada de que Reynar pudiera enseñarle, ansiaba poder aprender de uno de los mejores guerreros de este continente.

Escuché que cuando el señor Reynar empezó su carrera como cazador, aniquiló a treinta seres sobre naturales el solo y desde entonces salía victorioso en todas sus misiones, por mucho tiempo algunos de los guerreros de su pueblo lo juzgaron y decían que solo era el hijo del fundador de la ciudad de los cazadores y que tenía privilegios y nada de talento, pero él les calló la boca a todos sus adversarios y demostró con sus hechos de que esta hecho.

—Bien ¿sabes usar la espada?—le preguntó Reynar con paciencia, él era un hombre muy amable.

—No mucho, me siento más cómoda peleando cuerpo a cuerpo, puño a puño como un hombre jejeje.—exclamó Gia con inocencia.

—Si, eso veo jejeje, tu padre te enseñó bien alejar a los pretendientes, si tengo una hija, me encargaré de enseñarle eso jaja, los padres no queremos que nadie se acerque nuestros hijos, especialmente los lividinosos, estuvo bien que les rompieras los dientes.

—la verdad no quiero casarme con ningún mujeriego, si algo detesto es a los hombres coquetos.—confesó Gia refunfuñando.

—Haces bien, ahora, elige un arma, te recomiendo una que puedas sostener por largo tiempo, una que te acompañe en la batalla, personalmente prefiero la espada a cualquier arma, para mí es más cómoda.

—Esta bien, religo esta, tiene brillos jejeje.

A Reynar le calló muy bien Gia y le daba ternura lo linda y tierna que era, tenía las mejillas gorditas y rosadas parecían pastelillos de arroz, además, no era muy alta.

—Todos deben subestimarte por tu aspecto, tu apariencia es muy femenina y delicada, por eso nos sorprendiste a todos, nadie se esperaba que supieras pelar también, eso es una ventaja, eres letal y eso es un don, a diferencia de los vampiros y los seres sobrenaturales, no eres muy alta.

—No, pero soy una cajita de sorpresas, tengo músculos en los músculos jajaja.

—Jajaja, si ¿te parece si iniciamos?

—¡Si!—respondió Gia energica.

El rumor de que Gia había derrotado a dos guerreros d ellas fuerzas especiales se esparció como la pólvora, hasta llegar a oídos de la princesa Minerva y los dioses gemelos, los cuales no pudieron resistir la curiosidad de ir ha echar un vistazo.

—¿Los derrotó sin usar su magia? Eso no me lo esperaba, esa chica si que esta llena de sorpresas, deberíamos ir a ver como lo hace ¿no crees papá?.—expresó minerva quién había ido a buscar a su padre para pasar tiempo con él.

—Creí que quería dar un paseo por los jardines.—le respondió Valeska quién acababa de desocuparse.

—Si, pero ahora que todo el mudo esta vuelta loco por lo que hace nuestra invitada, me dan ganas de ir a verla, dicen que ahora peleará con le dio Reynar jeje ¿creen que le gane? después de todo él es humano.

—¿Nuestro hermano peleará con ella?—preguntó Emir extrañado.

—Eso dice mi princesa.

—Vamos al palco, supe que mis tías magnolia y Lucia están ahí, también mi abuelo.

—Si nuestro padre está ahí, debe ser un espectáculo interesante.—sonrió Valeska y él junto a la princesa y el rey Emir se fuero a ver el espectáculo.

El arte de la espada no era nada fácil, al principio se le dificultó acomodarse a usarla, sabía que esto le llevaría tiempo y dedicación para aprender a usarla, Reynar la invitó a ir a la ciudad d Elos cazadores para enseñarle más acerca de el combate con la espada.

—Gracias por la invitación, estaré encantada de ir y aprender más de usted.—expresó Gia agradecida.

—Es un placer, por lo que sé, hay muchos puestos en el ejercito del rey, serías un elemento perfecto y seguro te convertirías en una guerrera legendaria como tu padre.

—¿De verdad lo cree?—le preguntó Gia con ojos brillantes.

—¡Claro que si!

Lucia los miraba desde el palco, no se habían planeado tener otro hijo, pero la ilusión de volverse a embarazar nació en ese instante.

—Es un alivio que Reynar no peleara con ella ¿no creen?—expresó Magnolia dejando escapar u suspiro de bienestar.

—Él aborrece pelear con una mujer, lo evita a toda costa.—le dijo Alejandro quién se sentía orgulloso de su hijo.

—Mi esposo es un gran guerrero, quizá no sea tan fuerte como Gia, pero nunca se rinde y con dice nuestro suegro, él evitará pelear con una mujer sin importar cuanto se le insista.

—Ya veo.—dijo magnolia esbozando una hermosa sonrisa.

—Creo que ya terminamos por hoy, suficientes palizas por ahora.—expresó Beatriz y Lía, calipso y Babani soltaron un suspiro lleno de alivio.

Pero entonces la presencia inquietante de los dioses gemelos volvió esos planes abajo.

—Nada de eso, venimos llegando, a nosotros nos gustaría ver lo que hace esa chica en la arena.—dijo Valeska con aquella voz profunda.

—Majestad…

Beatriz y todos ahí a excepción de la familia real, hicieron una reverencia y Beatriz se puso nerviosa, pues si el rey ordenaba un espectáculo, eso tenían que darle.

La presencia del rey inquietaba mucho a Gia, no quería que su madre se diera cuanta de lo cruel que podía ser él con ella.

—¿Que hace su majestad aquí? Toda la familia real ha venido a ver a Gia…—pensó Calipso en sus adentros mientras permanecía inclinada delante de ellos.

—Quiten esa cara, parece que han visto a un fantasma, solo quiero saber si valió la pena haber acogido a esta bruja, pero ¿que será verdaderamente entretenido? Supe que la muchacha derrotó a dos de sus mejores guerreros ¿no es así general?—le preguntó el rey con un tono de voz sarcástico y burlón.

—Si majestad, así fue.—le respondió Beatriz pensando en cuales eran las intenciones del rey.

—¿Debería enfrentarme a ella yo mismo? ¿O quizá mi hermano deba ir primero? Así podemos ver si realmente ella es fuerte o si sus hombres eran débiles.—explicó el rey con malicia.

—¿Que esta dicendo? ¿Acaso su majestad quiere pelar con Gia? Eso es imposible, ella aun es inexperta, no sabe controlar su poder y tampoco puede compararse con el poder de un dios oscuro, Gia es inestable, puede bloquearse en cualquier momento, el rey le lleva años luz de experiencia y además…podría matarla…esto será un desastre….—pensaba Beatriz en sus adentros llena de pánico.




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