Toda la vida me han subestimado, desde que tengo memoria, las personas ya tienen un juicio sobre mí, me acomodan a su presuntuoso criterio, pensando que no brincaré la barda, he tenido que soportar sus injurias, sus pronósticos de como me irá en la vida, aguantando sus adjetivos que me clavan en la frente para que al mirarme al espejo, jamás los olvide “eres tonta” “no sirves para nada” “no vales la pena” “eres un caso perdido” “eres la deshonra de tus padres” “nunca saldrás adelante” y me lo creí…he llegado a pensar que todo eso es cierto, hasta hace unos días, estos adjetivos giraban en mi cabeza como un enjambre demoniaco que me torturaba, creo que no hay peor castigo que escuchar la voz de aquellos que te odian.
La emperatriz colocó un hechizo de protección en mi mente, para ya no escuchar esas voces que me atormentan, pero estoy consciente de sus palabras “no puede durar toda la vida, por muy difícil que sea, algún día deberás hacerles frente y controlar tu poder.”
Pensar en que debo enfrentarme a mi poder, me aterra, sin embargo, parece que el momento de dejar que esa ola me alcance, llegó, ahora me encuentro frente a la princesa Minerva, el dedo de la muerte no durará en posar su mano sobre mí.
Gia se encontraba delante de la princesa, quién deseosa se paró frente a Gia tras la orden de su padre, tenía ganas de ver que tan fuerte era y de probar que relente era tan poderosa como decían.
—¿Piensas que nuestra hija se enfrente a Gia? Sabes lo que su mano es capaz de hacer…puede matarla con un simple rose de su mano, de ninguna menta deben enfrentarse.—exclamó Lía inconforme y se puso en medio de ellas.
—Ambas están bajo tu bendición, un hechizo de protección que pones para protegerlas de su propio poder, yo creo que la situación es justa.—insistió Valeska con su hermosa sonrisa llena de soberbia.
—Eso no tiene sentido, Minerva aun no aprende a controlar su poder y Gia tampoco, aunque en eso sean iguales, Minerva es una guerrera intachable.—se guía abogando Lía por la paz.
—Vamos mamá, solo será un entrenamiento, no voy a matarla, puedo pelear con el hechizo de protección puesto, para eso esta aquí ¿no? Para entrenar, además, yo también soy una bruja.—explicó minerva sonriendo.
—Me da la impresión de que la princesa es igual a su padre, ella también despide un aura maligna…su sonrisa es idéntica a la del rey…nunca se sabe si te sonríe o te enseña los dientes como amenaza.—pensó Gia en sus adentros.
—A un así no creo que se ajusto, tu fuerza es abrumadora, no quiero que destruyas todo aquí, ya dije que no.—añadió Lía con el ceño fruncido, pero entonces Gia la interrumpió.
—Majestad…por favor, permítame darle gusto al rey a su majestad la princesa, podemos luchar con los hechizos de protección como dice, entiendo que la princesa es muy fuerte, pus es un titán y a su vez también es una bruja, pero…—un gran silencio se apoderó del lugar, todos escuchaban atentos a la bruja.—pero yo también lo soy.—declaró Gia con el ceño fruncido y Minerva sonrió complacida.
—Pero…
—Ahí está, no hay nada de que preocuparse.—dijo Minerva y su madre no pudo hacer más.
—¿Como refiere pelear princesa?—le preguntó Gia con seriedad.
—A puño limpio, como te gusta.
—Por favor de el primer golpe.
—¡Como quieras!
Minerva dio un salto enorme y cuando estaba por darle un puñetazo en la cara, esta se cubrió con los dos ante brazos y una honda de poder se esparció por todo el lugar, sacudiendo la tierra.
—¡Ay! Que fuerte es…—exclamó Gia a quién a que golpe le había recorrido los pies.—siento que mi cerebro se sacudió.
—¡Muy bien invitada! Pudiste soportar mi golpe amistoso ¿tu que tienes para mi?—le preguntó Minerva quién amaba pelear.
—¿Golpe amistoso? Esto pudo romperle los huesos a cualquiera.—pensó Gia y sus ojos se abrieron de golpe, cuando vio la expresión de Minerva, ella amaba el campo de batalla.
Inmediatamente, la princesa le lanzó una patada fiera que partió el suelo y los arboles debido a la onda de viento cortante que se creó y una cortada se dibujó en la mejilla de Gia.
—Ella es muy fuerte…¿estará bien que ataque con todo lo que tengo? dudo que se vaya satisfecha si no le doy el mismo gusto, después de todo…yo también amo pelear así…¡cuerpo a cuerpo!—exclamó Gia con un fuego abrazador en la mirada y le lanzó un puñetazo a Minerva en la frente y nuevamente aquella expansión de poder hizo que la tierra levantara una gran nube de polvo.
—¡Dios esto se pone cada vez más difícil de ver!—exclamó Lucia aferrándose a su esposo, pues el viento casi la hacia volar.
—¿Te encuentras bien Magnolia?—le preguntó emir a su esposa, pues había ido a su encuentro para protegerla y se puso delante de ella.
—¡Si! Estoy bien…
—¿Que tan prudente es esto hijo?—le preguntó Alejandro a Valeska y el rey sonrió afirmando que todo estaba bajo control.
—Todo esta bien padre, esto no durará mucho.—exclamó Valeska quién cubría s su padre con sus capa.
—Tu manera de hacer que esa chica saque su mejor potencial es un poco abstracta.
—¿No me digas que te preocupa ver a tu nieta con un rasguño?—le preguntó Valeska sentido.
—No, mi nieta es tan orgullosa como lo es toda la gente con el apellido Romani, no se irá de ahí sin una victoria.
—La conoces bien.—sonrió el rey con orgullo.
—El problema es que ninguna de las dos sabe dominar aun sus poderes, detén esto de una vez.—insistió Alejandro mirando a su hijo con esa autoridad de padre
Entonces Gia y Minerva golpearon sus puños al mismo tiempo y el hechizo de protección que Lía había puesto sobre ellas, se fracturó.
—¡Deténganse! —exclamaron Valeska y Lía al mismo tiempo.
—¿Que?
Lía disipó la nube de polvo y encerró a cada una en un fuerte mágico para poder restaurar su hechizo.
—¿Que pasa mamá? Estábamos pasando un buen rato.—exclamó Minerva entre pucheros.
—El entrenamiento de hoy terminó.—declaró Lía con el ceño fruncido.—esto pudo ser peligroso.