Mi amante, el príncipe de jade.

Curiosidad

Los entrenamientos con la general son un infierno, no hay día en el que las ganas de vomitar por el cansancio no me invadan, en el que las piernas no me venzan y me hagan desplomar, la señora Beatriz lleva mi cuerpo al límite y no deja que me tome muchos descansos, tenía razón cuando me dijo que sus hombres le temen, ahora entiendo por que jejeje…aun así…estoy feliz de que ella me entrene.

—¡Levantase! —exclamó Beatriz a voz en cuello.

—Eso intento…—balbuceó Gia rendida en el suelo.

—¡Que se ponga de pie! ¿Que va a pasar cuando el enemigo lleve la delantera? ¿Le pedirá permiso para recuperarse?

—No…

La general se había cansado de que siempre venciera a los hombres con los que me enfrentaba, se hartó de que también la derrotara a ella, así que tomó una medida drástica, ella pelea con magia, usa un hechizo para fortalecerse y me da una poción con la que debilita mi cuerpo temporalmente y así me cuesta más trabajo seguirle el ritmo, es cruel, pero funciona.

—Si no se pone de pie le daré una descarga eléctrica.

—¡No! ¡No! Ya voy, ya casi me levanto….

Miren nada más y nosotros decíamos que era cruel con nosotros…¿como puede ser tan cruel con semejante belleza?—se decían algunos soldados compadeciendo de Gia.

Ella se había ganado la admiración de muchos de los hombres del ejercito del rey Valeska, pues de vez en cuando iban y la veían luchar.

El entrenamiento de ese día duró hasta el atardecer, Gia estaba aborde del colapso, cuando Beatriz paraba, era por que sentía que iba a matarla de cansancio.

—Ya fue suficiente, bien hecho señorita, vaya a descansar y coma algo….—Beatriz también estaba cansada, había barriles repletos de agua fría y agarró uno y se lo vació encima.

Y sin avisarle, también agarró uno y se lo vació a Gia dejándola sin aliento, pues esta helada.

—Ay…se me va a enchuecar la cara….no se olvide que soy humana….—expresó Gia derrotada.

—Los seres sobrenaturales no la consideran humana, se ganó a todos cuando la vieron pelear y los que no la vieron creen en el rumor de que es muy fuerte (se les considera humanas a las brujas que aun no prueban su poder y mientras no destaquen se les cataloga como seres inferiores)

—¿De verdad? Es un alivio….

—Lo es, usted no sabe el infierno por el que tubo que pasar la emperatriz, ella fue discriminada por todos los seres sobrenaturales, hasta que les calló la boca cuando venció a la bruja de sangre y aun así, muchos siguieron menospreciando su poder.

—Creo que puedo llegar a entenderla.—expresó Gia con una sonrisa ligera.

—Bueno, basta de charlar, mañana a primera hora tendrá su primer entrenamiento con la emperatriz, no se confíe, ya le dije a mi hija que sea dura con usted.

—Ok…

—Quite esa cara, todo es por su bien, recuerde que el trabajo duro forja a grandes brujas, además, el hecho de que los guerreros la respeten no significa que todos lo harán, gánese la admiración de los dioses y entonces habrá triunfado.

—A ellos nada les complace…—murmuró Gia con un puchero.

—¿Dijo algo?

—Digo que tengo ganas de comer un carnero…

—Primero dese un baño.

—Jejeje…ya se, huelo fatal.

—Por eso le tiré el agua encima, ya no podía soportarlo.—le dijo Beatriz dibujando una sonrisa de lado, pues la estaba molestando.

—Yo creí que era usted.

—Mire, tiene admiradores.—añadió la general cuando vio a adonis y a Durem que agitaban sus manos detrás de la cerca.

—Oh…son los guerreros de aquella vez…

—¿Que hacen aquí bastardos? —les preguntó Beatriz mirándolos mientras escupía aun lado de sus pies.

—Preciosa genial, solo veníamos a traerle algo de comer a la señorita bonita jejeje, hola Gia.—confesó Adonis con una enorme sonrisa.

—Ella no quiere sus porquerías, par de enfermos, déjenla en paz.

—No, está bien general…¿como siguen sus dientes señor Durem?—le preguntó Gia con culpa.

—¿Recuerda mi nombre? Ay que maravilla, estoy como nuevo ¿ve? Crecieron todos jajaja, gracias a la mujer del señor de los cazadores mi belleza quedó intacta.

—Lamento habérselos tirado, debí golpearlo con menos fuerza jeje…

—No se preocupe, no le gusto rencor.

—Yo tampoco, haberme mandado a dormir fue un regalo, hacía mucho que no roncaba tan bien jajaja.—añadió Adonis mientras se rascaba la cabeza.

—Me alegro…estaba pensando en ustedes el otro día, no hallaba como disculparme.

—Acepte estos alimentos, tratamos de conseguirle la mejor guarnición, n comimos para dejarle esta usted.—dijo Durem con una sonrisa.

—¿Y no tirne hambre?

—No, estamos bien.—de pronto un rugir de tripas los delató, era mentira que no tenían hambre, los guerreros eran capaces de devorar hasta las piedras con el hambre que sentían después de cada entrenamiento.

Gia sonrió con ternura y les dijo con amabilidad.

—¿y si comemos juntos?

—¿De verdad?

—¿Qué? Son unos pervertidos ¿quiere que al deje sola con estas ratas?—le preguntó Beatriz extrañada.

—No se portarán mal ¿o si?

—¡No de ninguna manera!

—Si lo hacen ya saben lo que les puede pasar jajaja.—añadió Gia sonriente y ellos asintieron mientras tragaban saliva.

—¿Está segura?

—Si, estaré bien.

—Pobre de ustedes malditas ratas si se atreven a tocarle un solo cabello, los haré bajar al infierno y los sumergiré en la más inhóspita de las amarguras, sufrirán tanto que me rogaran por que les quite la vida.

—Nos queda claro general…—dijeron unánimes con el alma en un hilo.

—Bien, entonces los dejo, muero de hambre.

Gia se despidió de Beatriz y una vez que ella se fue, todos soltaron un suspiro de alivio

—Usted es una santa…—dijo Adonis conmovido.

—¿Que?

—¿Como puede soportar sus malos tratos? Esa mujer es un demonio…—expresó Durem con la voz entre cortada.

—Hemos sido testigos de las cosas a las que la ha sometido, por eso creemos que usted debe ser alguna santa, un ser de luz capaz de sobrevivir a tremendo espectro maligno.—dijeron ellos mientras la miraban como si brillara.




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