Mi amante, el príncipe de jade.

Una pelea del corazón, la razón y el buen juicio

Gia le había lanzado una propuesta muy tentadora al príncipe, al sentirse subestimada, su boca se movió por si sola y cuando menos lo pensó, una sonrisa se había dibujado en el rostro de Aspen y al verlo tan contento, la bruja tragó saliva.

—Ay no…¿que hice?—pensó Gia al verlo tan complacido.

—Si que tienes agallas, mira que proponerme un duelo, jajaja, no sé si eres valiente o tonta.

—Supongo que la segunda….—susurró Gia arrepentida.

—¿Que dijiste?

—Primero firmemos algo, tienen que darme su palabra de que si le pasa algo, su padre no tendrá represalias conmigo, no quiero que si rasguño su fina piel, después quiera cortarme las manos o la cabeza, así que responsabilícese.

—¿Enserio crees que vas a poder si quiera tocarme un cabello? jajaja, que optimista eres, no te preocupes, no necesito firmar nada, te doy mi palabra de que no tendrás oportunidad si quiera de tocarme.

—Mmm, vaya que es ego céntrico, ya verá lo que soy capaz de hacer.—pensó Gia entre muecas de molestia.

—Bueno, no podemos pelear aquí, iremos a otro lado.

—¿Qué? ¿Piensa llevarme otra vez en uno de sus portales?—le preguntó Gia alarmada.

—Si, pobre de ti se me vomitas encima otra vez ¿entendiste? —le dijo Aspen con una mirada amenazante y la jaló del brazo y ambos entraron a un portar esmeralda y desaparecieron del lugar.

—¡Aaaaaaaaaaay!—Gia se aferró al príncipe tan fuerte que arrugó su camisa perfectamente planchada.

—Baja la voz, ya puedes abrir los ojos.—exclamó Aspen con molestia al ver como le había dejado el brazo arrugado.

—¿He? ¿Donde estamos?—los ojos de la bruja se abrieron de par en par, le brillaban ilusionados al ver el precioso paisaje, el manto de la noche estelar cubría los cielos y ellos se encontraban en medio de un campo lleno de luciérnagas que hacían del paisaje algo irreal y difícil de creer.

—Este lugar es perfecto para que hagas que mi teoría se afirme o se deshaga, demuéstrame que no eres una bruja sobrevalorada.

—¿Está seguro de que quiere eso?—le preguntó Gia mirándolo fijamente.

—Si logras sorprenderme, dejaré de llamarte mono ¿que dices?

—¿De verdad? —preguntó Gia sorprendida.

—Pero si me decepcionas, te convertirás en mi esclava y haré que vivas un infierno cumpliendo hasta el más mínimo de mis caprichos.—le dijo el príncipe mientras la miraba de manera intimidante y Gia sintió escalofríos.

—Muy bien, no diga que no se lo advertí, ahora mismo le enseñaré por que los guerreros me tienen en alta estima.—exclamó Gia con una sonrisa confiada y se colocó en poción de batalla, mientras que Aspen permanecía con los brazos cruzados.

El viento ondeaba su azulado y largo cabello, estaba decidida a callarle la boca a ese príncipe engreído y regresar a casa victoriosa, esta era la oportunidad perfecta para ganarse el respeto del príncipe y escuchar por primera vez que sus labios la llamaran por su verdadero nombre.

—Ya deja de parlotear y ven por mi, mono cilindrero.

Gia se abalanzó contra el príncipe, realmente estaba confiada en sus habilidades, pensaba que los días de entrenamiento con la general la sacarían de ese apuro, que la fuerza que su padre le había heredado era suficiente para darle un golpe certero a un dios, pero estaba muy equivocada, pues a pesar de que su puño había sido lanzado con exactitud, este golpeó al aire, pues el príncipe se había teletransportado provocando que Gia se fuera de boca.

—¡Ay!

—¿Que pasa mono? ¿No que me darías un buen golpe?—le preguntó Aspen quién apareció detrás de ella y la empujó por la espalda.

—Pero estaba frente a mí ¿como fue que desapareció? No vi que hiciera un portal.—se decía Gia en sus adentros mientras intentaba atraparlo.

—Vaya, si que eres lenta, me muero de ganas de que te conviertas en mi esclava, me odiarás con todas tus fuerzas.—exclamó Aspen con una sonrisa maligna.

—¡De ninguna manera! No pienso convertirme en su esclava.—declaró Gia con el ceño fruncido.

—Yo creo que sí.—Aspen le dio un sabe en la cabeza y esto irritó mucho a la bruja, al príncipe le gustaba mucho hacerla enojar.

—¡Auch!

—Ponle más esmero chimpancé o me convertiré en tu señor.

Gia tenía una desventaja y era que aun había rastros de la magia que Beatriz había usado en ella para hacerla más lenta y torpe, además de que seguía protegida por el hechizo de la emperatriz para protegerla de sus propios pensamientos, Gia ignoró la segunda parte, así que concentró su poder para romper todo lo que la ataba y así lugar ensartarle un buen golpe al príncipe.

Estaba tan irritada que no podía pensar con coherencia, ni en las consecuencias que llevaría tan osada acción.

—¿Enserio? ¿Ningún golpe? Jajaja, lo sabía, eres un gorila sobre valorado jajaja, mono impostor.

—¡Ay! ¡Ya deje de llamarme así!

De pronto, Gia se vio rodeada de una brillante luz que hizo que un instante pareciera como si fuera de día y miles de fragmentos como de vidrio estallaron por todas partes, Gia había roto el hechizo de Beatriz y de la emperatriz.

—¿Que carajos? ¿Quieres dejarme ciego?—le reclamó el príncipe tapándose la cara.

—Ahora si príncipe engreído….¡ahora verá de todo lo que soy capaz! ¡Le daré el golpe más fatal de su lujosa y estrafalaria vida! —gritó Gia a voz en cuello y se lanzó en contra de Aspen y le pegó en la boca del estomago lanzándolo con tal violencia que se podía decir que o mandó a volar.

Los ojos del príncipe se pusieron en blanco y sintió que el alma se le había salido, se puso de rodillas y comenzó a toser.

—Ja, con esto acabo de recuperar mi honor jajaja, a partir de ahora el príncipe me llamará por mi verdadero nombre jajaja ¡si!

De pronto, Gia sintió como si un rayo le atravesara la cabeza y una migraña abrumadora he infernal se apoderó de ella y se quedó paralizada al escuchar todas esas botes en su cabeza.

—Maldita sea…me dolió…ahora verá…se arrepentirá de esto…—exclamó el príncipe heredero mientras abría un portal para aparecer delante de aquella bruja fortachona.




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