Mi amante, el príncipe de jade.

Hogar dulce hogar

Mamá, papá, ya estoy en camino, no saben las ganas que tengo de verlos, mamá, quiero comer ese estofado de pato y ese Pay de frambuesa que tanto me gusta, papá, anhelo que peleamos juntos y enseñarte todo lo que he aprendido, Anabel, tengo tantas ganas de verte, ya quiero estar en mi casa, saludar a los animales de la granja y jugar con los patos a que me persigan…ya casi llego a casa.

Le había pedido a Beatriz un caballo prestado y ella accedió y antes de que se fuera del castillo, Miró atrás en dirección al palacio.

—No lo veré hasta dentro de tres días…me preguntó si en este tiempo me buscará o preguntará por mi ¿se molestará por que no me despedí? No, la general ya lo dijo, él y toda la familia real estarán muy ocupados, seguro que no notará mi ausencia.

Gia siguió su camino emocionada, deseaba reencontrase con sus padres para platicarles todo lo que había vivido viviendo en el castillo.

Al cabo de dos horas, Gia por fin vio su casa desde la colina y su corazón brincó de alegría, dejó al caballo amarrado en el corral y le dio comida y agua y después se fue a sorprender a sus padres.

—Me pregunto que cara pondrán, seguro que mi papá llora de alegría jejeje, ay ojalá les de mucho gusto verme.

Gia se asomó a la granja para ver si los veía, pero no estaba ahí como ya era hora del almuerzo, el aroma de la comida inundaba la nariz de la bruja y entonces abrió la puerta d par en par y gritó con todas sus fuerzas.

—¡Ya estoy aquí familia!—la sonrisa de Gia se le borró al instante, pues entre risitas y coqueteos, Gia vio a su padre vestido de lobo y a su mamá vestida de una chica de capa azul y jugaban a que él la perseguía alrededor de la mesa.

—Gi…Gia…—la cara de sus padres se puso completamente roja, tanto que esta se volvieron tarta mudos por la vergüenza que sentían.

—¿Que hacen?—les preguntó ella con una expresión fría y sombría.

—¿Nosotros? Jajaja, nada, nada…solo estábamos este….—Babani no sabía que decir y entonces la interrumpió su esposo.

—Bueno, es que cuando la abejita y la flor se…—Babani le tapó la boca con gran rapidez y de un brinco se subió a la mesa.

—¡Cállate Almond!

De pronto la puerta se abrió de par en par.

—Oigan ya llegué y no encontré ninguna oreja de pollo, los pollos no tiene ore…..—Anabel hizo la misma expresión que Gia y los juzgó con la mirada.

—¿Cuanto tiempo te tuvieron afuera buscando las orejas de pollo?—le preguntó Gia con seriedad.

—Dos horas y todavía siguen con sus cosas.

Cuando Gia era más joven, también la mandaban a buscarle orejas a los pollos y dedos a los caballos o le decían que si esperaba dos oras y miraba fijamente a un árbol, este tendría pasteles en lugar de manzanas.

—Les haré tarta de frambuesa y pato estofado si olvidan lo que pasó.—les propuso Babani y ellas cambiaron de actitud al instante.

—¡Bienvenida a casa Gia!—gritó Almond y la estrujó con aquel efusivo abrazo.

Gia por fin tubo la bienvenida que tanto quería y ella junto a su amada familia se sentaron a la mesa para escuchar todo lo que Gia tenía para contarles.

Mientras una de nuestras brujas favoritas pasaba tiempo con sus seres queridos, la familia imperial se preparaba para el gran baile y este era el caso del reino del norte donde gobernaban Emir y Magnolia, ellos decidieron regresar para poder acompañar a su hija y llegar con ella para su gran debut ante la sociedad, se habían angustiado al escuchar todo lo que había pasado en sus ausencia, pero los comentarios positivos del gran desempeño de Emm, los hizo sentirse agradecidos con él y lo invitaron a cenar con ellos para agradecerles que hubiera protegido la integridad de su pueblo.

—Su alteza, sus padres han vuelto a casa y desean verla.—dijo una de sus damas de compañía con entusiasmo.

—¿Ya están de regreso?—Isabela salió a toda prisa de sus aposentos y como una hermosa flor en primavera irradiaba alegría y frescura y al ver a sus padres se lanzó a los brazos de emir y este le dio vueltas, parasita que había visto a la luz de sus ojos.

—¡Isabela!

—¿Por que no me avisaron que llegarían antes? Creí que los vería en el baile.

—Quisimos sorprenderte, tu padre y yo queremos estar contigo y acompañarte en tu ruta de presentación.—le dijo Magnolia con una dulce sonrisa.

La ruta de presentación se daba en un sendero donde la princesa heredera se paseaba para que todo el mundo pudiera verla, era el único día donde nobles y plebeyos tenían el privilegio de ver a su futura reina y como la fama de Isabela era muy grande debido a su extraordinaria belleza, todo el mundo quería verla y deleitarse con su apariencia.

—Me alegra que estén aquí.—Isabela abrazó a su madre y ella le dio un beso en la frente.

—¿Como has estado? Supimos de la aparición de los seres descarnados, causaron mucho disturbios en los pueblos cercanos a la capital.—expresó emir con seriedad.

—Ah, no supe nada de eso, bueno lo mismo que ustedes, pero como siempre estoy encerrada en estas paredes, pues…—el hecho de que Isabela hubiera ido a la capital se mantuvo en secreto, pues no quería que al regañaran.

—es lo mejor, no es seguro que estes fuera del castillo y menso ahora que se escuchan todo tipo de rumores acerca de esos seres, me preocupa que hayan llegado a nuestro reino, no tiene ningún sentido.—dijo Emir con el ceño fruncido.

—Por cierto, tu abuelo Alejandro nos contó que tu primo Eren visitó la capital por error, es una lastima que no hayamos estado para recibirlo y hospedarlo en el castillo ¿supiste algo de él?—le preguntó su madre con su voz dulce y cálida.

—¿Yo? No, para nada ¿que podría saber yo del asunto? Además, no creo que sea prudente invitar a un grupo d bárbaros al palacio, son unos salvajes sin modales.—expresó Isabela con desdén.

—Isabela, no te expreses así de Eren, él es tu familia.—la regañó su madre y Emir añadió.

—Tu madre tiene razón ¿acaso no sabes que los cazadores son fundamentales para la supervivencia de los desprotegidos? ellos no solo cuidan a los humanos, vieron que había problemas en un reino repleto de seres sobrenaturales y aun así se detuvieron ayudar, son héroes, no salvajes.




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