Emm nunca había corrido tan rápido, los soldados apenas si podían seguirle el paso, no había manera de calmar su animo sombrío y desesperado, es como si el caballero sintiera que albatros se convertía en agua que se desbordaba entre sus dedos ¿que era esa vampiresa para él? No lo sabía hasta esa noche, fue ahí donde supo lo importante que ella era para él.
—Te encontraré, mataré a quien sea que te haya raptado, te atraeré con vida, resiste Albatros y te prometo que cumpliré tu deseo y regresaré contigo al imperio del sur y haremos lo que dices, me casaré contigo si eso te hace feliz.—se dijo eme en sus adentros mientras se apresuraba.
Mi dulce Emm, te prometo que he soportado valientemente esta lucha sin doblegarme ante él, he llevado mi cuerpo al limite, pero me temo que me iré pronto, me voy con la pena de no ver mi sueño hecho realidad…quería convertirme en tu esposa y retirarme para ser un ama de casa capaz de cocinar las comidas más deliciosas, ahora que ya toleras la comida humana, pensé en prepararte un pastel, el que yo comía cuando era humana, mi favorito, ese de crema de fresas, lleno de frutos del bosque por la parte de arriba, quisiera verte disfrutarla mientras yo uso un mandil bordado con flores… y te sonrió con gracia por que no podes parar de comer y me pides otra rebanada, mientras más pienso en lo que pudimos ser, más me niego a dejar este mundo, ahora mismo no se que esta haciendo conmigo, pero ese demonio me ha vencido, mi tiempo está contado.
—¿Eso es todo lo que vas hacer? ¡responde! ¿Vas a quedarte ahí solo soportando mis ataques? ¡Que fastidio resultaste ser! ¡Debías entretenerme aun más!…—mientras Teldrasil la maltrataba, Emm lo embistió de tal manera que los ojos del ángel se le pusieron en blanco y sintió que perdió el equilibrio temporalmente.
—¡Aléjate de ella bastardo! —Emm sacó su espada y se fue contra él penetrándole el vientre con ella.
Teldrasil levantó el rostro y le clavó la mirada a Emm y sonrió de una manera que el caballero jamás podría olvidar, estaba feliz de verlo con esa expresión de rabia mezclada con temor, el temor de perder a un ser querido otra vez.
—Por fin estás aquí…—-exclamó Teldrasil mientras se quitaba la espada con su mano izquierda, su sangre corría por sus pies, pero en lugar de que la vida germinara una vez que tocara el suelo, esta se secaba y añadió satisfecho.—es una lastima que hayas llegado un poco tarde.
—Voy a matarte…—gruñía Emm apretando los dientes lleno de colera.
La princesa Isabela sobre volaba los cielos, esta no era la imagen que pensaba encontrar, esto era una baño de sangre.
—Albatros….pero…¿que te han hecho?—pensó horrorizada.
El pichón se asustó con la presencia de Teldrasil y comenzó a revolotear agitado y tanto se alteró que la tiró y ella calló contra el suelo.
—¡Ay!
—¡Princesa! —exclamó el grupo de soldados que acompañaba a Emm, pero ninguno de ellos fue capaz de atraparla, por que Teldrasil ya se había dado cuenta de la presencia de Isabela.
Y entonces, de la tierra salieron espinas gigantes de luz que se solidificaban pareciendo vidrio, estas traspasaron a los soldados empalándolos y arrebatándoles la vida, fue tan agresivo el ataque que tampoco pudieron regenerarse y sus cuerpos quedaron ahí tendidos.
—No…—Los ojos de la princesa se abrieron de golpe, el pichón ya se había ido y no había soldados que la protegieran, ella no sabía defenderse ni valerse por si misma, ni siquiera sabía si tenía algún poder, pues como nunca fue necesario que peleara o pensara en sobrevivir, no sabía hacer nada para su propia supervivencia.
Así que Isabela se quedó congela ante tal violencia, las espinas desparecieron dejando los cuerpos inertes de los soldados y el miedo se apoderó de ella como. Una antes, jamás había visto algo tan grotesco, Albatros aun seguía con vida, solo que estaba bastante débil por la perdida de sangre y por los miembros que le habían sido extirpados por Teldrasil.
Albatros estaba hincada sosteniéndose por un hilo de su voluntad para no desplomarse, miró a la distancia a Isabela y supo que Emm estaría en problemas si algo le pasaba a esa mocosa egoísta, pero no tenía fuerzas ni para respirar, no podía hacer nada por ella para mantenerla a salvo.
—Pri…princesa…salga…de…aquí….—vociferó Albatros con la poca energía que le quedaba.
Isabela cruzó la mirada con ella, Albatros estaba irreconocible, completamente masacrada y esto horrorizó a la princesa y se tapó la boca sorprendida por como estaba su aspecto.
—Que horror…la han desfigurado ¿por que no se regenera su cuerpo? Es una vampira…¿quién mató a los guardias? ¿Por que vine a este lugar?—se preguntaba Isabela mientras sus piernas se le entumían.
El aroma de Isabela llegó hasta Emm gracias al viento que soplaba con frialdad.
—Ahora estás en un doble apuro, tienes a dos mujeres por las que pelear, tendrás que elegir a quién salvar.—Teldrasil se sacó la espada de Emm y pegó un salto extendiendo sus alas y se puso entre Albatros e Isabela, de sus manos sacó varios hilos de luz, los cuales se iban convirtiendo en esos cristales afilados que eran capaces de cortar cualquier cosa.
Emm percibió el olor de la princesa, su perfume llegó como una nota desolada que invadió sus sentidos, sus ojos se abrieron en el instante que supo que ella estaba ahí, pues Teldrasil se le había escapado como una sabandija escurridiza, sus pies corrían deseosos por hacer el mal, Emm sabía que esa criatura era perversa y no perdonaría la vida de ninguno de ellos.
—¿A donde crees que vas? ¡Esto es entre tu y yo!—gritó Emm a voz en cuello y se plantó en la batalla colocándose frente a su enemigo.
Cuando Emm vió a Albatros su rostro se tornó oscuro y melancólico, aquella bella vampiresa había perdido su elegancia, ella odiaba las manchas en sus extravagantes vestidos, aun si un solo pelo de gato se posaba en él, se lo quitaba y no volvía a usarlo, ella amaba la excelencia y el aspecto de un ser pulcro y limpio, pero ahora estaba llena de sangre y tierra.