Mi amante, el príncipe de jade.

Aprendiendo a vivir sin ti

El rey Emir supo lo sucedido, por que el pichón de su hipogrifo había llegado al patio frente a sus aposentos y comenzó a chillar agitando sus alas, esto le extrañó mucho al rey y cuando salió a ver lo que estaba sucediendo, Magnolia su esposa lo puso sobre aviso de todo lo que había sucedido con Albatros y como Emm había ido a su rescate, pero cuando ellos estaban hablando de esto, la guardia real de Isabela les dijo que ella no se respondía cuando la llamaban, ella se había escapado y era quién se había llevado a Renko del corral.

Así fue como Emir salió disparado en busca de su hija y pudo dar con ella gracias a su olor, pero el olor de la sangre de Emm, Albatros y Teldrasil en el campo de batalla hacían que el aroma de Isabela fuera más difícil de encontrar, sin embargo pudo dar con ella.

Al ver la escena, el rey supo que había sucedido una desgracia y ordenó que el cadáver de Albatros fuera llevado al palacio para que lo preparan y le dieran una despedida adecuada, como ella no tenía familiares ni una pareja en el reino del sur, no sería despedida con urgencia en el palacio de su hermano, pero cuando Emm intentó cargar el cuerpo de Albatros para llevárselo con él, este se convirtió en cenizas dejándolo con los brazos vacíos.

Emm calló de rodillas delante del árbol donde ella se desmoronó y se rehusó a irse de ahí, así que el rey por solidaridad se quedó a su lado y ahí los recibió el amanecer, despidiendo aquella vampiresa con un día soleado, solo estaban los caballeros que no eran vampiros y criados que trajeron flores para decorar aquel abrí, como la tumba de Albatros, en todo ese tiempo, Emm no se despegó de ahí.

—Isabela, tienes que regresar al castillo, haz pasado toda la noche y todo el día aquí, tienes que ir a descansar.—le dijo su padre al verla con la mirada fija en aquel árbol.

—No puedo irme…—-exclamó ella con voz cansada.

—¿Por qué no? Quiero que te revisen los médicos, que comas algo y duermas un poco, te vez muy agotada, presenciaste un evento traumático tienes que asimilarlo en casa, con tu madre, ella esta preocupada por ti.

—¿Acaso crees que él dormirá en los próximos días? ¿En los próximos meses?

—¿Qué?—Emir volteó a ver a Emm y este seguí parado frente al árbol, como si no respirara o parpadeara, solo miraba el lugar donde ella había desaparecido.

—Me iré cuando él se vaya, irme antes sería un insulto para el recuerdo de Albatros…—dijo Isabela quién al instante se fue por una de las rosas que crecían en sus jardines y le pido a los criados que las cortaran todas y se las dieran a Emm para que las pusiera en la tumba de Albatros.

Ella se acercó lentamente, podía sentir el espíritu embravecido de Emm, se puso a su lado y se agachó para colocar esa rosa en el árbol y se hincó para rezar por ella, Emm la miró de reojo, no entendía por que la princesa seguía ahí.

—Retírese, seguro que este no es lugar para la futura reina del continente vampírico, regrese a sus aposentos y tome sus habituales baños perfumados, llene su estomago de la mejor comida y siga su vida como si nada, al fin de cuentas usted esta acostumbrada a olvidar rápido lo que no le es de importancia, vaya a dormir ¿o acaso quiere que sus súbditos sientan asombro de usted? ¿Es lo que quiere? ¿Que todos vean lo compasiva que es con una vampiresa de quién ni siquiera recordaba su nombre?—Emm estaba muy enojado con el mundo, por eso era cruel con sus palabras.

—Estoy ayunando.—le respondió ella aun con los ojos cerrados.

—¿Y por que lo hace? Pff, usted solo quiere beneficiarse de esto…—exclamó Emm apretando los dientes.

—¿Realmente crees eso? Si quisiera que la gente me viera, me habría arreglado, tengo esta ropa desde anoche y ya casi se vuelve a meter el sol, si quisiera que la gente me viera como dices, me hubiese ido a rezar a la capital, no me acuses de quererme aprovechar de esta situación, no me insultes de esa forma.—le dijo Isabela mientras se ponía de pie.

—¿Por que demonios apareció? ¿Quién le dijo que viniera? ¡Si no hubiese sido por usted, hubiera tenido el tiempo suficiente para poder salvarla! ¿Por que tenía que dejar el palacio? ¡Por su culpa Albatros está muerta! ¡Usted solo vino a estorbar! ¡Quiete estas rosas de su tumba! ¡Solo quiere sentirse menos culpable por que en el fondo sabe que fue su culpa!

Las palabras de Emm perforaron el corazón de Isabela, ella se sentía culpable por lo sucedido, ella también se recriminaba el hecho de haber sido un estorbo para él, Isabela no pudo contener las lagrimas, estas salían una tras otra con urgencia, al ver esto su padre quiso intervenir, pero no lo hizo, por primera vez esta viendo a su hija actuar como una persona madura.

—Albatros ya estaba mal cuando aparecí…yo….lamento todo esto…

—Váyase de aquí, no quiero verla…déjeme descansar de su presencia por lo menos este día…

—Yo no estoy aquí por ti, es por ella….—le dijo Isabela con lagrimas en los ojos y se limpió las mejillas y se puso a acomodar las flores para que el lugar se viera bonito, Isabela no permitió que aquel funeral corriera por cuenta de su padre o de Emm, ella ordenó que se pagara una indemnización a Emm y se cubriera el costo del funeral con el dinero de su dote que Aspen le había dado por ser su prometida, pero esto nunca lo supo Emm.

Después de ese día, Emm no volvió a ver a Isabela por que se tomó ese tiempo libre para cuidar la tumba de Albatros, pero como él tenía que seguir con su trabajo como caballero de Isabela por ordenes de su madre, volvió al castillo para escoltarla al palacio del sur, ya que el baile estaba a la vuelta de la esquina.

—Caballero Emm, lamentamos mucho su perdida, usted tiene el permiso del rey para retomar sus responsabilidades mañana a primera hora.—le dijo un mayordomo con amabilidad.

—Estoy bien, no hay nada que pueda hacer por el alma que he perdido, debo seguir con mi vida…es lo que ella hubiera querido.—expresó Emm con total seriedad.




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