Mi amante, el príncipe de jade.

El día que tanto esperé

¿Enserio ya es mañana? ¿El día en el que llegaré al palacio llegó tan pronto? Desde pequeña anhelaba ese momento, me preparé toda mi vida para ese gran día, me he esforzado en ser la prometida más envidiada, una candidata perfecta para convertirme en la próxima emperatriz, no hace mucho, yo estaba ansiosa por que llegara el día en el que mis ojos y los de mi prometido por fin se cruzaran, pasé días enteros imaginando como nos flecharían el corazón nuestras sonrisas, él se enamoraría de mí a primera vista, seguro que sería la mujer de sus sueños, la más hermosa y yo quedaría embelesada pro su elegancia y ojos verdes, los mismos que me guiarían a una vida llena de felicidad infinita, él ha sido mi promesa de paraíso desde entonces, cuando tuve conciencia, ya era su prometida y ahora, en ese baile, por fin podré verlo a la cara y conocer al hombre con el que pasaré el resto de mi vida, si…toda mi vida….. esa que tanto soñé ¿y entonces por qué la emoción ha desaparecido? ¿Serán los nervios? ¿Se debe al trauma que viví con la muerte de Albatros? Desde que mi caballero llegó, esta emoción ha desaparecido, la emoción de casarme y ser la prometida de un hombre al que no conozco.

—Majestad ¿enserio no puede dormir? ¿Otra vez tiene pesadillas? ¿Quiere que llame a su madre?—le preguntó Ania, su dama de compañía quién se había preocupado al ver a la princesa Isabela como una estatua, inmersa en sus pensamientos mientras veía aquel cielo estrellado.

—Ania…creo que los nervios me invaden…me siento incapaz de sentir emoción por mi partida, esperé este baile durante tanto tiempo y…ahora no sé por que esa emoción se fue.—le dijo Isabela con una voz suave apenas perceptible.

—Es eso majestad, son los nervios ¿acaso ya olvidó las mariposas que sentía cada que imaginaba el rostro del príncipe heredero? ¡Usted nació para casarse con él y convertirse en una gran emperatriz! —exclamó Ania con entusiasmo y añadió.—Todas las damas nobles de la corte quisieran estar en sus zapatos, usted tendrá el honor de bailar por primera vez con el príncipe Aspen, dicen que es tan hermoso que parece un sueño, sus ojos verde esmeralda brillan como si estuvieran a la luz del sol y seguro que cuando la vea, los dos quedarán prensados el uno del otro, después de todo, son los seres más hermosos sobre la faz de la tierra, están destinados a estar juntos.

—¿Según quién?

—¿Disculpe? No puede escuchar lo que decía.

—No, nada…intentaré irme a dormir, ya puedes retirarte, ya es tarde.—le dijo Isabela con desanimo.

—¿Está segura? No se ve muy bien.

—No es nada, solo que ya me dio sueño, te veré mañana, empaca tus cosas, vendrás conmigo al paralice para asistirme.

—Claro que si majestad, será un honor para mí acompañarla, que descanse.—Ania hizo una reverencia y se fue dejando a Isabela sentada sobre su cama.

—Deja de pensar tonterías Isabela, tu amas al príncipe Aspen, Ania tiene razón, nosotros fuimos hechos a la medida, somos el uno para el otro, seguro que cuando lo vea, nos vincularemos y seremos una pareja destinada, no dejaré que estos pensamientos arruinen mi felicidad, no puedo dejar que esto me agobie.—se dijo Isabela mientras se asomaba al balcón por ultima vez.

Mientras esto sucedía, Emm la miraba desde el otro lado, el balcón de la princesa daba a sus ajardines, los mismos que su padre había plantado en su honor, Emm estaba entre las penumbras vigilando que nada malo le sucediera, tenía más cuidado por que pensaba que Teldrasil podría hacerle algo y convertirse en alguien familiar para acercarse a ella, por eso Em hacía guardias nocturnas para cuidar su integridad.

—¿Que hace despierta? ¿Creí que ya se había ido a dormir? ¿Tendrá miedo? ¿Será que por eso no puede dormir?—pensaba el caballero en sus adentros mientras la veía brillar con la luz de la luna.

El sonido de las ranas, los grillos y las luciérnagas que revoloteaban en el jardín hacia que el ambiente pareciera mágico, sin embargo, la princesa no tenía alegría ni magia en el corazón, solo un montón de pensamientos que cuestionaban sus decisiones y ella trataba de luchar contra esos pensamientos.

—No la entiendo, mañana será el día que siempre ha estado esperando, desde que llegué no dejaba de decir lo mucho que esperaba este día, hablaba de Aspen hasta por los codos, me hartaba escuchar lo maravilloso que era ante sus ojos, lo perfecto y deslumbrante que era su prometido, pero desde hace días ya no lo hace ¿que la hizo cambiar de opinión?—se preguntaba Emm en sus adentros y entonces, la noche siguió su curso y el gran día llegó.

—¡Despierte princesa! ¡El gran día legó! ¡Hoy por fin llegará al palacio de reino del sur! Jajaja.—-Ania entró a la habitación de Isabela pensando que tendría que hacer mil esfuerzos para despertarla, pues ella era muy dormilona, pero se sorprendió al ver a la princesa sentada en sus cama ya despierta.

Sus palabras se acortaron por que era un verdadero milagro que ella estuviera levantada tan temprano.

—¿Majestad? Ya se despertó…. Vaya, si que debe estar emocionada por el baile, le dije que sería cuestión de tiempo para que la emoción llegara a su corazón otra vez.

En ese mismo instante, la reina magnolia entró a la habitación de su hija, estaba emocionada por ver como Isabela saltaría de la emoción de por fin conocer a su prometido.

—Majestad, buenos días.—exclamó Ania y ella y toda la servidumbre le hicieron una reverencia a Magnolia.

—¿Como estas hoy Isabela? Debes estar muy….feliz…

—Hola mamá, buenos días.—exclamó Isabela forzando una sonrisa.

—Buenos días ¿te sientes bien? ¿Los nervios te están afectando? Traigan el desayuno, que sea algo ligero por favor y no olviden decirle a las modista que ya pueden traer los vestidos para que mi hija escoja los que usará en la celebración.

—Si majestad, enseguida.

—preparen el baño y no escatimen en los aromatizantes y las esencias cítricas y relajantes, su piel debe estar brillante como el sol y traigan un tratamiento para que su cabello este aun más sedoso.—les ordenó Magnolia con empeño y sin embargo sentía que algo no andaba bien con Isabela.




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