Mi amante, el príncipe de jade.

Pensamientos

En este tiempo taré de olvidarme de todo, especialmente de él…pero me fue imposible, siempre lo sorprendía entrando a mi mente de la manera más sigilosa, esos ojos verdes…todo se trataba del príncipe y lo demás pasaba a segundo plano como si nada.

—¿Gia?

Babani no entendía por que su hija tenía la cabeza en las nueves, así que agitó su mano en frente de su cara para lamé la atención.

—No es posible niña ¿me estás escuchando?

—No mamá…estoy pensando en el ojos de rana….

—¿Qué?

—En el verdesito….

—¿De que estás hablando?—le preguntó su madre confundida y le dio un pequeño coscorrón que la trajo de vuelta a la realidad.

—¡Ay! ¿Que fue eso?—exclamó Gia sobándose.

—Te estaba diciendo que te laves las manos para que te pruebes el vestido que llevarás mañana al baile, pero ya me di cuenta que dejaste que la comida se te enfriara, tu nunca haces eso, lo devoras en un instante ¿no tienes hambre? ¿Tienes fiebre? Y más importante ¿quién es el verdecito?

—¿Que? Ah, no , nadie jejeje, solo pensé en voz alta…eso es todo jejeje.

—Estás muy rara ¿estás nerviosa por el baile? Deberías estar feliz y emocionada, todas las jovenes en edad casadera estarán ahí reunidas para celebrar el cumpleaños del príncipe y además para conocer a la princesa heredera Isabela, todas ahí quieren conseguir el aprecio del príncipe, será una carnicería, bueno, supongo que si es para estar nerviosa, lo bueno que a ti no te importa nada de eso, títulos, posiciones, pertenecer al aren.

—¿Cual aren?—preguntó Gia frunciendo el ceño.

—Escuché que el rey le regalara un aren al príncipe de cumpleaños, eso le dará poder y asegurará su descendencia.

—¿Que? ¿Pero por que un aren? Eso significa que tendrá muchas mujeres ¿no?

—La realeza tiene costumbres muy extrañas, siempre ha sido así.

—¿Como alguien puede atender a tantas mujeres?—´preguntó Gia con un sentimiento extraño en el pecho.

—No lo sé, las mujeres somos complicadas y queremos todo el afecto para nosotras mismas, debe ser un martirio pelear por el amor de un hombre, pero dudo que eso lo emocione ahorita, el príncipe tendrá a la mismísima Isabela de Romani como emperatriz, dicen que es muy hermosa, tanto que la llaman la mujer más bella del mundo, tengo curiosidad por ver esa cara jeje.—exclamó Babani mientras recogía los platos de la mesa.

—Es verdad…el príncipe esta comprometido…

—Si, la princesa debe estar en su recorrido tradicional, por eso todo se siente tan callado, todo el mundo debe estar viéndola.

—¿De verdad es tan hermosa?

—Es lo que dicen, también escuché que el príncipe le regaló muchas joyas y flores para cortejarla, que romántico.

—¿Hizo eso? Vaya…

—¿Que te pasa?—Babani le preguntó esto por que Gia se puso de pie y se dirigió a la puerta.

—Nada, iré a ver a las gallinas, las escucho cacarear, deben tener hambre…

—Yo no escucho nada, tu padre esta en los corrales, no te preocupes.

—Iré a ver si necesita ayuda.

—Ok…—Babani siguió lavando los platos y Gia abrió la puerta y se fue.

—¿Que le pasa a mi pecho? Por que este vértigo se apodera de mi de repente, estoy tan desanimada…también estoy ansiosa pero ¿por que?—se decía Gia a sí misma y una vez que vio a su padre intentó sonreír por que se veía muy tierno hablándole a las gallinas, él reencontraba con Anabel.

—¿Entonces puedes entender lo que dicen?—le preguntó Almond maravillado

—Si, no olvides que soy una gallina después de todo.—externó Anabel con orgullo.

—Diles que no las comeré, son tan tiernas…

—Tal vez tu no, pero no olvides que mi ama hace guisados deliciosos con ellas jejeje.

—¡Shhhh! Baja la voz, te escucharán las pobrecitas.

—Hola papá, Anabel ¿que hacen?—les preguntó Gia mientras se acercaba a ellos.

—¡Gia! Solo estábamos hablando ¿terminaste tu comida?—le preguntó su padre con una sonrisa.

—No tengo hambre.—respondió desanimada.

—¿Qué? ¿Por que? Tu siempre tienes hambre.—dijeron Anabel y Almond al unísono.

—Quizá me de más tarde jeje.

De pronto, Almond se quedó callado, comenzó a olfatear y frunció el ceño.

—¿Que pasa papá?

—¡Preciosas Gia! ¡Por aquí!—se trataba de Adonis y Durem que agitaban sus manos como dos colegialas revoltosas, habían ido a visitar a Gia la escuchar que no esta en el palacio, de alguna manera se habían vuelto cercanos a ella, algo así como unos amigos.

—¿Que hacen aquí?—se preguntó Gia asombrada.

—No se preocupen, iré a recibirlos yo mismo.—Almond se puso de pie y sonrió d una manera extraña y Anabel y Gia lo vieron irse ha donde estaba ellos.

—¿Y esos quienes son?—preguntó Anabel haciendo sus ojos chiquitos para poder enfocarlos mejor.

—Son amigos de la familia, creo…

La sonrisa se les borró de la cara cuando la gran estatura de alumno les cubrió el cuerpo en una oscura sombra, era como un toro que sacaba humo por la nariz.

—A…Almond….hola…jejeje….—pronunció Durem encogiéndose de hombros.

—¿Como estás amigo? Jejeje…

Los brazos fuertes y enormes de Almond los enredó uno en cada brazo y los cargó del cuello alejándolos unos metros del lugar.

Pasó un rato y Almond regresó con ellos cargándolos de la piel como si fueran gatos, del cuello por la parte de atrás y los pies les colgaban, tenían los ojos rojos como si hubiesen llorado.

—Ay…¿chicos que les paso?—les preguntó Gia apenada.

—Nada florecita, los chicos ahora están advertidos, digo, avisados, deben portarse bien contigo amenos que quieran morir.

—Ok…

—Hola Gia….

—¿Por que están temblando?—preguntó Anabel mientras se acercaba.

—¿Que hacen aquí?—Les preguntó Gia con curiosidad y añadió.— ¿pasó algo?

Almond los bajó y ellos se sacudieron la ropa alejándose de él a pasos agigantados.

—La general nos dijo que te había dado unos días libres y que habías regresado a la granja de tus padres y vinimos a preguntarte si querías venir con nosotros a.….—Durem hizo una pausa y miró de reojo al padre de Gia que parecía matarlo con la mirada.—deja de vernos así Almod, somos inofensivos.—le dijo Durem con nerviosismo y más se alejaba de él.




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