Mi amante, el príncipe de jade.

Furia

Emm no quería preocupar a su madre, temía que esto la entristeciera, pero tenía que decirle la verdad, así que pidió una audiencia con Valeska, Emir, Alejandro, Reynar y Lía para contarles todo lo sucedido, este era un tema delicado que no podía pasarse de largo, este no era un problema personal si no de todos ellos debido a los involucrados.

—Por Dios Emm…lo siento tanto…no tenía idea de que habías perdido a Albatros…—externó la emperatriz con un nudo en la garganta.

Albatros era muy valorada en el palacio del sur por su trabajo, ella había ayudado a la educación de modales y etiqueta de las princesas y de muchas señoritas de la alta nobleza vampírica.

Emm comenzó hablando comunicándoles que Albatros había sido asesinada, así de impactante fue a oídos de la realeza.

—¿Quién pudo arrebatarle la vida? Ella no tenía enemigos.—dijo Valeska confundido.

—Si los tenía, los mismos que nosotros.—respondió Emm con rabia.

—¿A que te refieres? —le preguntó Lía con la mano en el pecho, pues tenía un mal presentimiento.

Emir y Magnolia apretaron los puños y fruncieron el ceño, sabían el impacto que las palabras de Emm tendrían sobre su familia, especialmente sobre Lía.

—El asesino de Albatros fue Teldrasil….—declaró Emm con un profundo desprecio en el rostro.

—¿Qué?—Alejandro y reinar voltearon a verse y Los ojos de Valeska se abrieron de golpe.

—Ese maldito regresó…usurpó la identidad de la reina Magnolia y se hizo pasar por ella, engañó Albatros y la hizo salir de la protección del castillo y una vez fuera de el, la asesinó….ese bastardo confesó haber sido el responsable de haberse llevado a Beel….

En ese mismo momento, Lía sintió que un vértigo se apoderaba de su pecho, la sensación de que el piso se le movía era abrumadora.

—¡Lía!

—Él se llevó a mi niña….—Lía trató de ponerse de pie y comenzó a faltarle el aire, le estaba dando un ataque de pánico.

—¡Lía!—Valeska la sostuvo en su regazo, preocupado por su estado.—¿por qué no puede respirar?—preguntó el rey con voz fuerte.

—Se ha hiperventilado.—dijo Alejandro y Emir ordenó que trajeran a Ginebra para que la auxiliara.

—¡Madre!—exclamó Emm acercándose a ella.

—No debiste decirle eso…—expresó Valeska clavándole la mirada.

—¡Ella tenía que saberlo! Lleva buscándola toda una vida….—el rostro de Emm reflejaba un dolor profundo y arraigado que le daba oscuridad a su alma.

—¡Y mira como está! ¡Párese que le dará un paro cardiaco!—gritó Valeska enfurecido.

—Cálmate Valeska.—Alejandro le puso la mano en el hombro y el rey guardó la calma y trató de contenerse.

Reynar había ido por su madre, corría a toda prisa y cuando vio que la guardia la escoltaba, corrió hacía ella y la tomó de la mano y se la llevó con él.

—¿Que pasa hijo?—le preguntó Ginebra preocupada.

—Mi hermana se puso muy mal después de recibir una noticia, mi padre dice que se trata de una hiperventilación, le cuesta mucho respirar, creemos que es un ataque de pánico.

—Dios mio, si, debe haber recibido una mala noticia, solo las emociones fuertes pueden hacer que una persona llegue. A ese punto critico, démonos prisa.—externó Ginebra apurada.

—Emm tiene razón hermano, te aseguro que él no quiere ver a su madre en este estado, todos debemos saber la verdad…especialmente Lía…es su hija la involucrada y Teldrasil es nuestro enemigo desde la gran guerra, no solo nos traicionaron abandonando el campo de batalla, si no que han atentado contra la vida de los nuestros, no solo fue Albatros, ha sido Beel, Carin y seguimos nosotros, ese infeliz no se cansará de atacarnos hasta dividirnos y destruirnos, no le demos ese placer.—dijo Emir poniendo la situación real en la mesad dejando a su hermano y todos los presentes pensativos.

—Sabíamos que tarde o temprano él regresaría, era cuestión de tiempo para que sus pasos hicieran ruido.—pensó Alejandro en sus adentros.

El airé le era insuficiente, se sentía tan pesado y espeso que no pasaba de su nariz, era como si sus pulmones lo rechazaran, sentía que el gran salón se encogía volviendo más pequeño, empezaba a transpirar en exceso y sus pupilas parecían agitadas, se aferraba con fuerza a las ropas de Valeska y de Emm y jaló a Emm acercándolo a ella, mientras Lía le clavaba la mirada como si fueran espadas.

—Entonces fue él….todo este tiempo él la mantuvo escondida de nosotros….ese maldito…

De pronto, todo comenzó temblar y por un momento nuestros amigos creyeron que el palacio se les vendría encima y comenzaron a aparecer cientos de puntitos brillantes, como chispas que empezaban a prender, eran los inicios de los portales que Lía estaba abriendo como un instinto, pensaba ir al reino celestial a recuperar a Beel.

—¿Lía que haces?—le preguntó Valeska tratando de detenerla.

—¡Voy a a recuperar a mi Hija!—exclamó Lía a voz en cuello.

—¡No puedes hacer eso! ¡ es arriesgado! ¡Destruirás todo aquí!—externó el rey en su lucha por tranquilizarla.

—¡Suéltame! ¿No lo entiendes? Ese maldito se llevó a mi Beel…me la arrebató…me la robó…—manifestó Lía llena de emociones agobiantes.

—¡Te dije que te detengas!—un viento salvaje los envolvía y en ese mismo instante, Ginebra y reinar abrieron las puertas de par en par y el viento se las cerró en la cara tumbándolos al piso.

—¡Mamá!

—¡Ay!—Reynar atrapó a Ginebra amortiguando la caída.

Esto sería peligroso, si Lía se dejaba llevar por el dolor, todo se complicaría, lo más probable es que Teldrasil se esperara algo como esto, probablemente estaría preparado para recibirlos, sin contar que el reino celestial había blindado su territorio con una magia impenetrable y era imposible de pisar, tomaron esas medidas desde que el príncipe Aspen había irrumpido en los aposentos de Teldrasil, si Lía aparecía la recibirían con un ataque mortífero y entonces la guerra volvería a desatarse y eso era algo que nadie buscaba, no después de la gran guerra contra el dios de la destrucción, no ahora que los reinos gozaban de paz.




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