No había dama en el imperio que no perfumara sus cuerpos con los perfumes más caros, ninguna de ella escatimaba en el precio de los vestidos y los adornos que sus cabellos llevarían, las criadas tenían el deber de transformar a sus amas en todas unas princesas de cuentos de hadas, este era el momento que todas las mujeres en edad casadera estaban esperando, las princesas y príncipes de los cuatro reinos estaban llegando al palacio del rey de todo con sus mejores trajes y con la expectativa de encontrar el amor a como diera lugar, quedarse con alguno de los hijos de los dioses gemelos, era un premio que no podían dejar para alguien más, a demás no solo ellos eran cotizados, también los príncipes del inframundo y el príncipe de los cazadores, esta noche, todos pondrían su mejor cara y darían lo mejor de si mismos para lograr conquistar alguno de estos corazones.
La oscuridad le daba la bienvenida a los invitados del gran baile, el palacio brillaba como si estuviera lleno de magia, había carruajes estacionados mientras los mayordomos los recibían, había un vocero que anunciaba a todos los nobles que iban llegando, una alfombra roja los recibía junto a todo el lujo y abundancia que un verdadero rey podía permitirse, tan generoso como para demostrar su gran riqueza, que dejaba a sus invitados anonadados por tan exquisita decoración y elegancia.
—¡Atención! ¡Esta noche recibimos al marques de Etruscan y a su familia!
—Le damos la bienvenida a la princesa Sereniti del reino marítimo y a su padre el rey Astlan y su reina Marina del océano pacifico.
—Con ustedes la duquesa Alfaro y su acompañante el conde Reifenjul de Astracan.
El vocero anunciaba a los invitados que iban llegando y los mayordomos les daban la bienvenida ofreciéndoles bebidas de todo tipo, además de bocadillos deliciosos, los invitados estaban maravillados por la manera en la que el palacio estaba adornado, pensaban que si todo este lujo les era permitido para celebrar el cumpleaños del príncipe heredero, entonces su boda debía ser mucho más sorprendente y todos se decían que el rey de todo era tan rico que podía darse el lujo de servirle vino en copas de oro a sus invitados.
—Vaya, así que este es el palacio después de que lo dejé, realmente pensé que viviría aquí toda mi vida, maldita sea, si esa bruja desquiciada no se hubiera metido entre el rey y yo, todo esto será mio, no hubiera sido su concubina por mucho tiempo, seguro que le habría arrebatado la corona en pocos meses y yo sería al reina de este gran imperio.—pensaba Silfi mientras daba pasos elegantes hacía la entrada principal.
—¡Con ustedes la gobernante del reino elfico, la regente Silfi Coutles!
Una vez que Silfi entró al palacio los ojos le brillaron al contemplar la belleza de aquel deslumbrante salón, ella llevaba su melena plateada semi recogida en una media coleta, tenía mariposas blancas como broches en el cabello, usaba un vestido azul celeste con blanco y cuando todos los invitados la vieron se sorprendieron d leo hermosa que era y el pecho de Silfi se infló lleno de orgullo, sabía que era hermosa y estaba decidida a brillar esa noche y ser la protagonista de esta historia de amor.
—Miren, que hermosa es.—decían algunos caballeros sonrojados.
—¿Quién es ella?—se preguntaban unos a otros.
—Es la gobernante del reino elfico, su nombre es Silfi Coutles, dicen que el rey de todo quedó enganchado por su belleza, incluso hubo rumores de que fueron amantes y casi destrona a la actual emperatriz, pero ella decidió dejar el castillo para proteger a su pueblo, prefirió cuidar a los suyos que vivir aquí.
—¿Que? ¿De verdad? No me extrañaría, ella es realmente bella, mira que haber rechazado al rey de todo y su ofrecimiento para convertirse en su amante, si que es considerada y de corazón puro, prefirió a su pueblo que el poder.
—Si, incluso podremos ver de primera mano como el rey pierde los estribos al verla después de tanto tiempo, tal vez el amor florezca y en unos meses nos llegue la noticia del que el rey de todo volvió a re establecer su aren.
—Ahí viene, que preciosa es…
Todo esto decían algunos de los invitados cuando Silfi caminaba con delicadeza, tenía al educación de una princesa desees de todo, así que sabía comportarse como una dama.
—Jajaja, eso es, sigan esparciendo esos rumores, al final de la velada, me encantaría que llegaran a oídos de esa bruja asquerosa, sería divertido causarle algún disgusto y verla celosa, después de todo, es verdad que el rey se fijó en mí, le gusté en cuanto me vió y si me fui, fue por que ella se lo pidió, seguro que cuando me vea, el deseo de poseerme volverá a él.—se decía la elfa en sus adentros mientras sonreía complacida por toda la atención que estaba recibiendo.
Por otro lado, Carin se encontraba lista para dirigirse al gran salón, esta nerviosa por que había muchos invitados, como esta sola, se sentía muy insegura, pues esta vez, el príncipe no podría estar con ella, pues esta noche debía estar con la princesa Isabela, así que Carin esta muy triste, por que no estaba preparada para verla con él.
—No tengo ganas de estar en este baile, pensar en que mi príncipe se la pasará toda la velada con su prometida me hace sentir mal…ni siquiera podré acercarme a él..
Carin tenía el cabello suelto y Aspen le había regalado todo lo que ella tenía puesto, aquel hermoso vestido color crema con dorado y sus zapatillas que parecían de cristal, además de unos hermosos pendientes de diamantes que la hacían lucir preciosa.
—El Principe no me ha visto con esta ropa ¿será que le agradará como se me ven estos aretes? Quizá me vea entre al multitud y me sonría complacido…—se decía Carin mientras se miraba en uno de los espejos grandes del pasillo.
De pronto, unos pasos llamaron su atención, a lo lejos venía un caballero vestido con un traje negro y una capa azul marino, se veía muy atractivo, se trataba de Emm, quien se dirigía al gran salón, con esa aura oscura y melancólica que lo hacían tan interesante y masculino.