La familia imperial ya esta lista para presentarse ante sus invitados, había un gran balcón y el rey mandó poner tronos a acomodados en forma de luna para que todos pudieran verlos desde abajo, él se encontraba en medio y así lado derecho estaban Lía , Aspen, Minerva, Alejandro, Ginebra, Reynar, lucia y Eren, a su lado izquierdo se encontraban Emir, Magnolia, Beatriz y Leonardo, cuando la familia imperial fue anunciada por Igorif, todos prestaron atención, por que Valeska se dirigiría a ellos.
—¡Atención! ¡La familia imperial esta aquí! ¡Siéntanse orgullosos de gozar de la presencia de nuestros dioses gemelos y sus emperatrices!
—¡Larga vida a los dioses gemelos! —dijeron todos al unísono.
—¡A continuación el rey de todo Valeska de Romani dará unas palabras!
Todos aplaudieron, el rey llevaba puesto su traje imperial, un traje lujoso, con incrustaciones de piedras preciosas, de tela color negro y una capa roja, todos guardaron silencio ante su presencia dominante.
—Desde lo mares del pacifico, hasta los mares que encontramos del otro lado del mundo, de las tierras lejanas donde habitan los cuatro reinos, imperios aliados que combatieron a neutro lado en los tiempos más difíciles de nuestra historia, nos unió la guerra y ahora la paz es para todos como recompensa por su valentía, les otorgué la oportunidad de dirigir sus propias naciones a cambio de su lealtad absoluta, el gran imperio de inframundo, al gran reino marítimo, larga vida al reino de los humanos y el gran imperio del norte (lugar donde Emir reinaba, ahora ya era considerado un imperio solido y lo bastante fuerte para servir de apoyo en una guerra y como nación hermana) sean ustedes bienvenidos al reino de reinos, al paraíso cuyos ojos deslumbran, el imperio Vampírico del gran rey de todo.—los aplausos no se hicieron esperar, ver al rey de todo en persona era un espectáculo visual, pues era muy hermoso y no solo él, si no todos los hombres de su linaje.
Silfi se encontraba en medio de ese gran cumulo de gente, tenía la mirada de un zorro, ojos afilados y astutos, estaba erguida y con el pecho inflado.
—Ahi estas, tan engreído y hermoso como siempre, luces como aquel villano al que recuerdo, ni si quiera fuiste capaz de mencionar a mi nación como un país independiente, me arrebataste el titulo de princesa, me nombraste su gobernante y a pesar de que he tratado de ser una buena líder para mi nación, sigues considerándonos inferiores, incluso los humanos cazadores tienen más vacíos a tus ojos que la raza elfica, sigues siendo un maldito tirano, uno al que no puedo olvidar.
Silfi le clavó la mirada, era como si lo llamara y entonces él también la miró, ella y el rey estaban frente a frente, valeska la veía desde aquel balcón completamente inexpresivo, pero ella le sonrió con coquetería y le hizo una pequeña reverencia.
—Eso es, míreme, no intente hacerte el fuerte, se que usted y yo tenemos un vínculo especial, solo necesita una invitación para dejarse llevar por sus impulsos, un pequeño empujón para que le de rienda suelta a sus instintos, reprimirse ya no es necesario, ya estoy aquí.
Valeska le quitó la mirada de encima y siguió con su discurso, Silfi sonrió triunfante al ver que había robado la atención del rey y aquellos rumores que escuchó cuando llegó se hicieron más fuertes.
—¿Viste eso?
—Si, el rey no le quitaba la mirada de encima.
—Quizá el vinculo que mantenía con la emperatriz se ha deteriorado y ahora puede vincularse de alguien más.
—Y es que la señorita Silfi es muy hermosa, tanto que el rey no la ha olvidado.
Silfi sonrió triunfante y comenzó a jugar con los mechones de su cabello, esta feliz de haber sido notada por el rey.
—Aun con el pasado pisándonos los pies y la inevitable tensión que existe entre nosotros, esta noche no eres tu mi única presa, si no tu hijo, tu vástago que me hizo una promesa hace muchos años, no pienso irme de aquí sin que la pimpla.
Aspen tenía la típica mascara que usaba para que nadie fuera del castillo viera su rostro, todos estaban intrigados por ver con sus propios ojos si su belleza podía sobre pasar sus altas expectativas, lo uno que sabían era que sus ojos verdes podían robarte el alma y enamorarte de manera irrevocable.
—Sin embargo, no puedo llevarme todo el crédito, pues no he gobernado solo este gran imperio, a sido mi esposa mi mano derecha, mi amada reina me ha hecho prospero, no solo su belleza es inspiración en todo el continente, si no que también lo es su fuerza, pues mi esposa, es la hechicera más grande que jamás haya existido, ella destruyó al dios de la destrucción y salvó a nuestro universo de ser consumido, fue mi amada quien obtuvo esta paz de la que tanto les hablo, cualquier emperatriz debe aspirar a ser como ella, fuerte, valiente y poderosa, soy afortunado de tener a esta mujer a mi lado.
Mientras Valeska elogiaba a Lía, Silfi volteaba los ojos y hacia cara de desagrado, pensaba que solo estaba diciendo todo eso para que ella no estuviera celosa de su presencia avasallaste.
—Mi rey a sido demasiado amable con sus palabras, todos fuimos parte de esa pela y también de la victoria, la vida ha sido buena con nosotros y nos han regalado un heredar, dos príncipes de sangre pura para que sean nuestros próximos gobernantes, mi amada hija Minerva quién hoy realiza su debut ante la sociedad.—Mientras Lía decía esto, Minerva también usaba una mascara, era la costumbre de la familia real de Romani que los jovenes usaran una máscara para ocultar su rostro y solo en el momento del debut social, podían descubrirlo dando a entender que ahora ya eran adultos, por eso esa noche estaba llena de misterio y deseos, todos querían ver el rostro de esos seres hermosos.
Minerva buscó entre el publico a Hades y cuando lo vió, sintió que le flechaban el corazón, pues él la estaba mirando fijamente, con el ceño fruncido, pero no le quitaba los ojos de encima y eso la hizo sentirse muy nerviosa.