Mi amante, el príncipe de jade.

Incontrolable

No pude evitarlo, su aroma llegó hasta los rincones más íntimos de mi ser, hacía que su sola presencia me desconectara del mundo que me rodeaba, robándose por completo mi interés, quedando atrapado en sus pupilas que me devoraban el alma, me sorprendí cuando mi cuerpo se movió por si solo, quitándome la mascara para poder apreciarla mejor, de entre todas las damas, ella era la única que provocaba mi desespero, era la única mujer que me hacía caer en este vicio de pensar una y otra vez que estaba haciendo cuando no estaba a mi lado, juro que he dado lo mejor de mi para no delatar todo lo que esa bruja me provocaba, pero osa presentarse ante mi con esa ropa, con esa cara angelical, hace que sienta satisfacción y alivio cuando la veo poner esa cara, cuando sus mejillas se ponen más rosadas y su cuerpo comienza a temblar por mi culpa, eso hace que me sienta feliz, feliz de saber que no le soy indiferente.

Hubo un gran silencio en el gran salón, el rey esta estupefacto, incrédulo ante lo que estaba pasando, su hijo mantenía su interés en aquella invitada que nadie había anunciado, dejando a su prometida en el olvido y antes de que los invitados tomaran este pretexto para ser un chisme de lo sucedido, Valeska se acercó a su hijo y lo tomó del brazo jalándolo discretamente hacia él.

—Vaya que estabas ansioso por conocerla.—Aspen captó el regaño de su padre disfrazado de cortesía y lo trajo de regreso a su realidad, la realidad de estar frente a la mujer que le habían conseguido para gobernar a su lado en un futuro próximo.

Cuando el príncipe se quitó la mascara los presentes se quedaron impactados por lo hermoso que era, tanto así que enmudecieron al instante, era algo increíble.

—¿como puede existir alguien así?—se preguntaban absortos.

—Vaya, es más bello que cualquiera de nosotras que golpe tan duro jajaja.—externó la princesa Sereniti algo ofendida.

—Él….¿es ese niño de ojos infernales que conocí aquella noche?—se preguntó Silfri en sus adentros con la boca abierta, pues Aspen era el más hermoso de los Romani y después giró la cabeza buscando aquello que le había llamado tanto la atención aquel príncipe, pero como Gia se había volteado, no pudo verle la cara, solo la espalda.—¿y esa quién es? Nadie la nombró, no debe ser importante, ¿entonces por que el príncipe se distrajo con ella?

—Que descuido tan grande, perdí la compostura, no debo permitir algo así.—pensó el príncipe y enseguida se incorporó a la ceremonia de presentación.

Todos estaban atentos a las palabras del príncipe que tanto daba de que hablar.

—Bienvenida al imperio del sur princesa, mi nombre es Aspen de Romani, heredero del gran imperio vampírico y del titulo del rey de todo, es un placer conocer a mi prometida, la futura reina de esta gran nación.—expresó el príncipe con formalidad y una seriedad mortal, aunque estaba siendo educado.

Mientras Aspen esta hablando, Isabela trataba de contener su corazón lleno de nerviosismo, sin duda el príncipe era más hermoso de lo que jamás imaginó, por fin se encontraba delante de su prometido, el príncipe para el que fue formada y educada para convertirse en la próxima emperatriz.

—El placer es mio majestad, he estado esperando este momento desde que era una niña, yo, Isabela de Romani me presento ante usted, como su prometida, espero nuestro futuro sea brillante.

Isabela se quitó la mascara y todos aplaudieron coronando la presentación y celebrando el compromiso de ambos monarcas, la familia imperial no cabía de la felicidad y la musica solemne comenzó a sonar, había llegado la hora del primer baile y este lo abriría la lujosa pareja.

Ambos caminaban lentamente bajando las escaleras que daban al gran salón, todas las damas de la corte y las herederas de los reinos importantes estaban celosas de que no fueran ellas las que estuvieran comprometidas con aquel apuesto y misterioso príncipe, sin embargo, también los hombres de la nobleza miraban con envidia al príncipe heredero, por que Isabela era muy hermosa, sus cabellos caían ligeramente como finos hilos de oro, tenía mucho parecido a Alejandro y a Emir, además de que su comportamiento era el de una dama fina, elegante y delicada.

Gia se encontraba entre el tumulto observándolo todo, sus padres estaban saludando a algunos conocidos, mientras que ella, permanecía nostálgica ante lo que presenciaba.

—Me duele el pecho…me siento con angustia en mi interior, la tristeza me invade, que hermosa es…tiene todo lo que un príncipe puede soñar, es tan refinada, sus manos se ven suaves y lisas, no como las mías que tiene algunos callos por las armas que he usado en el entrenamiento, su cuerpo es fino y delgado, mientras que yo tengo masa muscular como si fuera un toro, camina como si flotara, seguro que ella no se tropieza cuando cae, es tan perfecta…—se decía Gia en sus adentros mientras hacía pucheros tratando de no Mostar su desdicha.

La bruja no dejaba de repetir aquellas palabras dichas por el príncipe heredero, cuando delante de todos la reconoció como su prometida y futura reina.

—¿por que estoy tan decaída? Ya sabía que esto pasaría, que ella siempre ha sido la elegida, deprimirme es una tontería, ¿no esta bien enojarme con él cierto? ¿Quién soy yo para sentir tantos celos?—aquellas palabras retumbaron en el corazón de Gia “celos”

La bruja hizo una pausa he incluso dejó de respirar por unos segundos ¿que había dicho? ¿Acababa de confesar que estaba celosa? Todo ese dolor, toda esa ansiedad, todo ese desespero, ¿todo era el resultado de aquel sentimiento del que tanto huía?

Gia posó los ojos en Aspen, quién por fin tomó la mano de la princesa Isabela y ene l momento en el que él se inclinó para besarle la mano, Gia lo supo, fue ese crujir en el corazón que la hizo entender que lo amaba, estaba enamorada de un hombre ajeno, un amor imposible.

—No puede ser…ahora lo entiendo todo…yo…yo…me he enamorado de él….

Los ojos azules de Gia parecían dos llamas en movimiento, agitadas y brillosas, la musica era bellísima, todo era igual que un cuento de hadas, pero ella no era la protagonista de esa historia de amor y por primera vez, sintió envidia, la bruja daría lo que fuera por estar en el lugar de la princesa.




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