Aquel atrevido que acababa de insultar a la princesa Minerva fue tomado por la parte trasera de su cuello, alguien lo había jalado de la ropa provocando que le flotaran los pies en el aire, aquella voz gruesa acompañada de gruñidos casi hacen que se le salga el alma, por un momento pensó que se trataba del rey y sintió que tenía la guillotina en la garganta.
—¿Que no escuchaste que ella no quiere maldito perdedor?—le dijo aquella voz de ultra tumba.
El joven volteó aterrado para ver quién lo estaba sujetando como si fuera un costal de papas y cuando sus ojos de huevo cocido vieron aquel hombre alto y con ojos brillantes y aterradores, se encogió como una oruga a la que le pican la barriga.
—Vamos a dar un paseo.—exclamó Hades llevándose aquel desafortunado con él como si fuera un cachorro llevado por la piel.
Minerva se quedó sorprendida de que aquel príncipe hubiera intervenido y su corazón brincó como un loco.
—¿A donde lleva a esa rata?—se preguntó curiosa y se dispuso a ir detrás de ellos.
La princesa Sereniti se había quedado en shock al momento en el que el príncipe Hades la había dejado plantada en medio de la pista de baile, de pronto la soltó y se abrió camino entre el gentío y Sereniti vio todo lo ocurrido.
—¿Me dejó para ir a defender a la princesa Minerva?—se preguntó la sirena mientras veía a Minerva pasar y también tuvo curiosidad de a donde se llevaría aquel desgraciado y siguió a Minerva.
Minerva apresuró el paso y salió a los jardines a donde Hades se había llevado al pobre muchacho quién temblaba como un chihuahua aterrorizado, una vez que se lo llevó muy adentro y donde la luz de la fiesta no llegaba lo dejó caer de centón entre las piedras.
—¡Ay!….—exclamó adolorido aquel noble evitando mirarlo a los ojos.
—Te crees muy valiente hablándole a sí a la princesa de este reino ¿no es así? ¿Que crees que te haría su padre si se entera que insultaste a la luz de sus ojos? ¿Tiene idea del tirano que te echarías encima, seguro que acabaría con tu asqueroso linaje, mataría a toda tu familia en tu presencia para luego despellejarte vivo.
—¡No por favor! Déjeme ir….
—Mírame cuando te hable basura.—le dijo Hades mientras lo fulminaba con la mirada.
—¡Piedad! Yo no hice nada malo….—decía el hombre entre lagrimas de miedo he incertidumbre.
—¿Que no hiciste nada malo? Jajaja, pedazo de escoria, si tan solo el hecho de haberte acercado a ella con ese pecho inflado fue un insulto a su apellido ¡toma esto!
El Principe Hades le dio una tremenda paliza que el pobre no terminaba de sofocarse cuando ya le venía el otro golpe, Minerva estuvo unos minutos buscándolo, hasta que lo vió salir de unos matorrales acudiéndose la ropa y con los puños llenos de sangre.
—¡Hades!—exclamó minerva preocupada al verle la sangre en sus nudillos.
—Esta sangre no es mía.—expresó agitado, se veía tan varonil y masculino y su mal carácter lo hacia sexy.
—¿Donde está el idiota?
—Esta tirado por ahí.—dijo el príncipe con indiferencia.
Minerva se acercó a los arbustos y al ver al noble todo quebrado su corazón sintió como una flecha le atravesaba el corazón.
—Lo…¿lo golpeaste de esa manera por lo que dijo?
—Ay, no se mueve y esta todo torcido, creo que se me pasó la mano…—expuso Hades al patearlo con su pie.
—Me defendiste…—Las mejillas de Minerva se pusieron coloradas y sus dos brillaron como estrellas.
—¿Es normal que tenga los pies así? La cadera se le salió, creo que lo maté…
—¿Lo mataste?
—Demonios, pero si no le pegué tan fuer…—Hades desvió su atención hacia Minerva y al ver la expresión que tenía, se ruborizó al instante, pues la princesa se veía hermosa a la luz de la luna, parecía una llama de fuego, sus ojos rojos lo encandilaban y se quedó sin palabras.
—Nunca nadie había hecho eso por mi…
—¿Que cosa?
—Quebrarle los huesos a alguien solo por insultarme.—decía ella con los ojos brillantes.
—Pues no lo hice por ti, yo detesto a los tipos como él, son cucarachas, se reproducen más rápido de lo que me gusta.—expresó el príncipe con el ceño fruncido.
—Aun así te agradezco…
—¡Ya deja de mirarme sí! Desprendes una atmósfera extraña y me incomodan todos tus brillos.—le dijo Hades escandalizado y ruborizado.
—¿Cuales brillos?—le preguntó minerva confundida.
—No lo sé, hay brillos y luces a tu alrededor, destellos irritantes, solo falta que se escuche un arpa a lo lejos.—le confesó refunfuñando.
—Yo no veo nada excepto mosquitos.
De pronto, la princesa Sereniti los encontró y se paró en medio de ellos cruzando los brazos.
—Con que aquí estaban altezas.
—Princesa sereniti ¿que hace aquí?
—Vine siguiendo a mi pareja de baile, estaba segura de que un caballero tan apuesto educado como el príncipe Hades debía tener una buena explicación pata haberme dejado plantada ahí en medio de la pista.
—Lo había olvidado…—Hades se llevó la mano a la cabeza y suspiró.
—Ahora veo que el problema político que tienen es de preocuparse.
—¿Que?
—El joven que esta ahí echo bola es Milton Golfin, hijo de un importante comerciante que provee una de las mejores telas a este reino y no solo a este, si no a varios más, si su padre se entera que lo mataste a golpes dejarán sin esas hermosas telas a los nobles.
—Ja, mi padre obligaría a toda su familia a fabricar esas telas.—expuso Minerva alzando una ceja.
—Cierto, el rey puede hacer lo que dice, sin embargo, el hecho de que alguien muera y peor aun sea asesinado en una fecha tan importante como lo es el cumpleaños del príncipe y el baile en honor a su compromiso, puede representar un mal presagio, los rumores de que esto sucedió en esta noche tan importante puede afectar la manera en la que los súbditos ven a su majestad el príncipe, no son inventos míos, es la realidad.—manifestó la princesa Sereniti con seriedad mientras veía el cuerpo doblado del noble.