Mi amante, el príncipe de jade.

Serpiente al acecho.

Esta es mi oportunidad para acercarme al rey, se ha disgustado con su esposa, dudo que quiera bailar con ella nuevamente solo para aparentar, Valeska no es el tipo de hombre que niega sus instintos, no le debe nada a nadie, hace lo que quiere, con quien quiere por que es el rey supremo, nadie se atrevería a pedirle cuentas de lo que hace por que es un soberano temido y respetado por todos, así que llegó el momento que tanto esta esperando.

Silfi lo siguió com una serpiente que se arrastra por el suelo, los ojos le brillaban como fuegos en la oscuridad, se le notaba la malicia y las dobles intenciones, Lía pudo notar su presencia, vio su cabeza blanca desfilar entre la muchedumbre y frunció el ceño.

—¿Y ahora que tramas Silfi?—se preguntó la reina frunciendo el ceño y trató de guardar la compostura.

Era normal que los matrimonios tuvieran momentos difíciles entre ellos, que no siempre estuvieran de acuerdo y pelearan por trivialidades, pero para Lía, Silfi era una molestia, sabía que era una mala mujer, interesada y ambiciosa, peor que cualquier mujer que hubiera conocido en el pasado, pues estaba segura de que en ella no había ni una pizca de bondad, se había corrompido por todo el sufrimiento al que había sido sometida en el pasado.

—Me pregunto si Valeska volverá a estarse interesado en ella…—pensó Lía en sus adentros mientras apretaba el borde de su vestido.

Selfi pasó a un lado de Lía y ambas cruzaron miradas, la elfa le sonrió descaradamente y le susurró al oido con una voz suave y afilada.

—Es un placer verte de nuevo, hermana ¿o debería llamarte madre?

Lía se molestó mucho por estas palabras, pues Silfi de una manera u otra le había dicho “seré la concubina del rey o la de tu hijo” por eso Lía se ofendió.

La elfa se fue tarareando y Lía quizo ir detrás de ella, quería golpearla, abofetearla por ser tan atrevida, pero no era así como decía comportarse la madre del imperio y tuvo dominio de sus emociones.

Lucia se encontraba cerca de Lía y al verle el semblante se acercó a ella tomándola del brazo.

—¿Estás bien?

—Lucia…si, solo estaba pensando…

—Vi lo que pasó, ¿esa elfa te estaba molestando? ¿Quieres que le ponga un alto?

—No, jamás te pediría algo así.—le dijo Lía apenada.

—Eres su reina, lo que sea que te haya dicho, esa elfa te disgustó ¿quién es?—le preguntó su cuñada con seriedad.

—Vayamos a tomar algo ¿te parece? Bebamos algo para que me fluyan mejor las palabras.

Lucia y Lía se fueron a un lugar apartado, pero aun desde esa distancia ella podía ver a Silfi acercarse a su esposo.

—Aquí tienes, ahora si dime que pasa.

—Su nombre es Silfi, es la gobernante del imperio elfico, Valeska le quitó su titulo de princesa cuando ella intentó convertirse en su amante.

—¿Qué?

—Su presencia nos causó muchos problemas en el palacio, especialmente en nuestro matrimonio, Valeska mostró interés en ella y eso fue cando yo estaba sumergida en la depresión por todas las muertes que había presenciado en los últimos años…llegué a creer que Valeska la convertiría en su amante, ella también confió en esa posibilidad, pero para mi alivio, Valeska me siguió eligiendo a mi y mandó de vuelta a su país a Silfi, aun pasear de que ella le suplicó que la dejara quedarse a su lado.

—¿Ella se enamoró de él?

—Parece que se enamoró del poder del rey.—le respondió Lía con seriedad.

Lucia desvió su atención hacia donde estaba Silfi y frunció el ceño.

—Si esa atrevida vuelve a molestarte se las verá conmigo, no olvides que en el pasado fui una abusiva, se perfectamente como tratar con esas altaneras.

Mientras ellas hablaban, Silfi por fin llegó a su objetivo, tenía las mejillas rojas y el corazón acelerado, Valeska le daba una gran dosis de adrenalina a su corazón.

—Majestad, por fin puedo hablar con usted, no sabe cuanto he esperado por este momento.

Aquella voz hizo que el rey volteara al instante, clavándole la mirada a la mujer que tenía en frente, Silfi sonreía delicadamente, con sus mejillas rosadas y se acercó al rey tomándolo del brazo y pegando su pecho en él.

—Silfi.—exclamó el rey con voz profunda he intimidante.

—¿Si majestad?

—Suelta mi brazo.

—¿Disculpe?

—Mi reina nos está mirando ¿haces esto para molestarla?

—Claro que no majestad, usted sabe que lo amo, para mi es una tortura no tenerlo cerca de mi, extraño sus besos, usted sabe que su esposa me odia, fue ella quién lo obligó a expulsarme del castillo, sabe que usted me hubiera convertido en su concubina si no se hubiera puesto celosa de mi….ella sabe perfectamente lo que usted siente por mi.

—¿Que siento yo por ti?—le preguntó Valeska con seriedad mientras se alejaba de ella.

—Yo le gusto…no lo niegue, usted no dejaba de mirarme en la bienvenida, posó sus hermosos ojos sobre mí y eso alegró mi corazón.

—No te confundas Silfi, solo estaba viendo una molestia.

—¿Qué?

—Mira a tu alrededor, no eres una tentación para mi, hay mujeres más bellas en este lugar, empezando por mi esposa a la que jamás suplantaré, ella es la única mujer que me complace, mira a la princesa heredera, observa a las Romani, no hay mujeres más bellas que ellas, mi hija Minerva es la flor del imperio, es aun más hermosa que tú y por ultimo, observa a la bruja con la que mi hijo baila, te supera en hermosura y delicadeza y eso que es una granjera, sin embargo, me atrevería a decir que eres fea a su lado, pero si te comparo con mi preciosa esposa, entonces tu serías igual al estiércol, así que aléjate de mí trepadora, no vas a convertirte en mi reina.—Valeska la fulminó con la mirada, estaba tan enojado por todo lo que pasaba a su alrededor, que lo que menos quería era lidiar con una narcisista que ya lo tenía harto y le puso un fin a su ego con estas palabras.

Silfi no podía creer lo que estaba escuchando, se sentía avergonzada, humillada y tenía la cara my caliente y roja, temblaba de rabia.




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