En el momento en el que Valeska detectó el aroma de su hija, sintió que la sangre le bajaba a los pies y un vértigo se apoderó de su alma y el hecho de que él y Eira fueran teletransportados junto con todos los cazadores del bosque negro, solo significaba que Lía también había visto la gran amenaza que se había infiltrado en su territorio, pero jamás imaginó que minerva estaría en aquel lugar y eso lo llenó de una terrible angustia, pues Minerva era su debilidad y la amaba entrañablemente.
—¡Carajo! ¡Puedo oler la sangre de mi hija desde aquí!—gritó Valeska a voz en cuello.
—¿Qué? ¡Vamos a buscarla!—dijo Eira y se fueron a toda prisa montados en aquellos magrodos.
Todos lograron llegar hasta donde estaban Minerva y Behemut, completamente absortos ante semejante escena, aquel titán era simplemente enorme, cada uno de sus pasos hacia temblar la tierra y era inevitable que sus rugidos no hicieran estremecer el lama de quién los escuchara, el gigante dormido se estaba enfrentando salvajemente a la princesa de la muerte Minerva, hasta ahora, solo tenía rasguños, el cuerpo y las embestidas de Behemut eran devastadoras, pero ella logró envolverlo en su poder para retenerlo por unos minutos.
—¡Aléjate de él Minerva! ¡Esa no es una bestia maldita! ¡Alguien lo trajo al bosque negro! ¡Es muy peligroso!—gritó Hades quién junto al príncipe Aspen coincidieron y llegaron juntos para unirse a la pelea para rescatar a Minerva.
—¡Minerva ven aquí ahora! ¡Deja que nosotros tu hermano se encargue de esto!—dijo Aspen lleno de frustración al ver que su hermana no obedecía.
Y en el momento en el que intentaron acercarse para sacarla de ahí, una barrera de color oscuro y guinda salió del suelo formando una especie de escudo.
—¡Alto ahí!.—externó la princesa con el ceño fruncido y regresó a ambos príncipes arrojándolos contra el suelo con su poder.—si alguien toca esa barrera se muere.—les dijo con toda frialdad.
—¿Que demonios crees que haces Minerva? ¿Acaso estás loca? ¡Esa cosa no es una bestia común! ¡Hades no reconoce a esa criatura, no proviene del inframundo! ¡No puedes hacerle frente! ¡Deja que me encargue de él! —externó su hermano eufórico, pues verla en peligro lo estresaba.
—¿Y quién te dio permiso a ti de decidir lo que puedo o no hacer?—le dijo Minerva furiosa. Esta batalla es mía, ninguno de ustedes intervendrá en ella.—dejó en claro aquella valiente mujer.
—¡Eres tan terca! ¿Crees que vamos a dejarte ahí sola?—le preguntó Hades y añadió.—¿se te olvidó que soy inmune a tu poder? Voy a entrar quieras o no.
—¡Te lo prohibo!—Minerva le lanzó una mirada fiera y Hades se quedó tieso jamás la había visto así.—Si te atreves a dar un solo paso te arrepentirás.
—¿Que quieres demostrar? ¡No seas tonta! ¡Tu eres una princesa! ¡Deberías haberte quedado en el jardín tomando té con las otras damas de tu edad ¿acaso piensas seguir marginada toda tu vida? No tienes amigas, nadie puede hablar contigo por que no abres la boca ni para saludar…jamás encontrarás marido así ¿quién querría a una esposa mal humorada, toxina y además desobediente? ¡deja de preocuparme! ¡Actúas con inmadurez! ¡No tienes la capacidad de lidiar con esa cosa! Si sigues dañando tu reputación te quedarás sola toda tu vida…—le dijo Aspen lleno de enojo al ver que su hermana no accedía.
—Te estás pasando, cierra la boca.—expresó Hades con el ceño fruncido.
—Tu cállate, es mi hermana la que se convertirá en la cena de ese monstruo, no la tuya, si no la hago entrar en razón morirá ¡no quiero eso para ella!
—Con esas palabras jamás la harás entrar en razón, solo la enfadarás más, la conozco, no la vas a convencer, no hay nada que haga que venga con nosotros.—expresó Hades resignado.
—No hables de mi hermana como si fueran íntimos amigos ¿por que dices que eres inmune a su poder? ¿Ya la tocaste? ¿Donde?
—Ja, no te debo ninguna explicación, no eres mi rey.
—Eres un…
De pronto, unos gritos se escucharon a lo lejos, se trataba de Lía que gritaba el nombre de su hija con desesperación, estaba acompañada de Carin, Valeska, Eira, Alejandro, Reynar y los diez nobles que quedaban, los únicos que habían logrado salir del bosque negro eran Emm, Eren y Denise, por eso ellos no estaban ahí.
—¡Minerva!
—¡Hija!—gritaron Lía y Valeska al mismo tiempo y cuando estaban a punto de usar su poder, Minerva los detuvo.
—¡Que nadie se atreva a avanzar! Mamá, papá, hermano, abuelo, Hades…he creado este campo de protección maldito, cualquiera que se acerque siquiera a un metro de distancia morirá por la radiación que expide, ni siquiera podrán atravesarlo con la mano, se desintegrarán por completo.—dijo ella con toral seriedad.
—¿Por qué? ¿por que haces esto?—le cuestionó su madre entre lagrimas.
—Alteza…—Carin sintió pena por ella y le lanzó una mirada fiera a Minerva, pues la creía muy insensible.
—¡Minerva no es necesario que pelees contra esa bestia! Por favor ponte a salvo…—le dijo Alejandro preocupado por el bienestar de su nieta.
—¡Hija esa no es una bestia infernal! ¡Su nombre es Behemut y es un descendiente de los titanes, su poder es devastador, el riesgo de que mueras es inminente, ven conmigo ahora.—le pidió Valeska sin quitarle la mirada de encima.
—Mejor aun, eso significa que estamos parejos, yo también soy descendiente de los titanes¿no es así?
—¡Minerva ya basta! Esto no es un juego, por favor ven con nosotros…yo me encargaré de esto…te lo ruego…—insistió Lía con desesperación.
—¡No! Ya me cansé de que todos me crean indefensa a su conveniencia ¿acaso la mayoría de ustedes no le teme a un rose de mi mano? ¿No me terminaron aislando del mundo por que nadie podía entender mi poder? ¿Creen que no conozco mis sobre nombres y los prejuicios que los acompañan? ¿Creen que me apodaron la rosa del imperio solo por mi apariencia? No…lo hicieron por que vieron mis espinas antes que mis pétalos…porque dicen que lastimo a los que me rodean con solo tocarme, madre, tú ya probaste tu valor en muchas ocaciones, lo hiciste derrotando a la bruja Bitchancy, volviste a ganarte el respeto de todos cuando venciste a la bruma negra, no descansaste hasta que derribaste los prejuicios de todos, te insultaron llamándote humana por que nadie te reconocía como bruja, eras el asme reír de la corte y las concubinas de mi padre, más te hubieran respetado si no les callabas la boca con tu gran poder ¿no es así?