Mi amante, el príncipe de jade.

Mi reino

Ellos eran los sabios, los árboles andantes, los gigantes dormidos que lo sabían todo, sus oídos habían sido cómplices de todo tipo de rumores, conocían los secretos del mundo y se dice, que algunos de ellos fueron testigos de como se creó nuestra tierra, no eran árboles comunes, estos tenían conciencia propia, se cuenta que cuando un árbol nace, se le da a elegir su destino, ser un pulmón o un guardián del bosque, a los que decidieron ascender se les llamó “los centinelas” su raza se mantuvo dormida y muchos se olvidaron de quienes eran muriendo lentamente enraizados junto a los pulmones de la tierra, volviendo seniles, olvidando quienes eran y cual era su propósito, hasta que la señal en el cielo los despertó, fue entonces que los centinelas recobraron su conciencia junto con la mayoría de las criaturas que habitaban aquella ciudad boscosa llamada “Hildamar”

A estas criaturas se enfrentaban Lírica y Berea, los centinelas los rodeaban, clavándoles la mirada como si fueran espadas a la yugular.

—Están atrapados, no tienen escapatoria, están perdidos.—dijo sauce sin reparo.

—Venimos en paz…—externó Berea sin quintiles la vista de encima.

—Ningún soldado del rey demonio puede venir en son de paz ¡digamos que es lo que quieren! —exigió Fresno a vox en cuello mientras provocaba que una de sus raíces saliera directamente atacarlos.

—¡No somos soldados del rey de todo! Solo venimos a librar este lugar de la bestia que los acedía ¡deberían estar agradecidos!—gritó Berea mientras esquivaba el golpe.

Lírica encontró la oportunidad para escabullirse y subió a Berea en su lomo mientras se le escapaban a un centinela llamado Alamo.

—¡Apresúrate Lírica!—exclamó Berea mientras las raíces se movían por la tierra a toda velocidad.

—¡Eso hago nena! ¡Corro tan rápido como puedo!

—Su alteza Gia dijo que mantuviéramos la paz, pero esos troncos nos quieren empalar…

—¡Atrápalos Acacia! —gritó Sauce y ella los sorprendió con una barrera de raíces gruesas que les impido seguir avanzando.

—¡Retroceda ama!—exclamó Lírica y con una ráfaga de zarpazos destruyó aquel obstáculo.

—¡Mueran escorias!— Fresno logró atravesar el hombro de lírica con una de sus ramas afiliadas y lo azotó contra el suelo brutalmente sacándole la sangre de la boca, él s había puesto en el lugar de Berea para recibir el golpe y la empujó para que la rama no la atravesara, pues después de ese ataque, más raíces le fueron incrustadas con violencia en el cuerpo.

—¡Ahhh!—gritó el gato con gran dolor.

—¡Lírica! —los ojos de Berea se abrieron de golpe, el miedo se apoderó de ella al ver a su familiar siendo perforado por esas raíces que sin piedad lo lastimaban.

Gia les había pedido mantener la paz a como diera lugar, sin embargo, ellos estaban siendo atacados brutalmente por esas criaturas molestas, del cuerpo de Berea comenzó a emanar una luz verdosa y los ojos de verla brillaron como antorchas encendidas.

—¿Como se atreven a lastimar a mi Lírica?—murmuró la bruja mientras apretaba los dientes, esta temblando de la rabia y añadió entre gritos.—¡Nadie toca a mi gatito!

De pronto, el poder de Berea detuvo en seco el ataque de los centinelas, pues entre todos habían lanzado sus raíces para perforarle el cuerpo y matarla, pero ella rompió aquellas raíces y las desintegró en el suelo convirtiéndolas en cenizas.

—¿Qué? ¿Pero como hizo eso?—preguntó acacia impactada.

—No puede ser…—murmuró Sauce con asombro.

—¿Como hiciste eso? ¿Como pudiste detener nuestro ataque múltiple?—la cuestionó fresno con enojo.

—¿Acaso no les queda claro pedazos de madera podrida? Yo soy una bruja elemental y mi poder se especializa en madera y plantas…les daré la oportunidad de salir con vida de esto si me dicen ahora mismo a donde enviaron a mi reina…¿donde esta Gia?

Por otro lado, Gia se encontraba quieta, había caído en aguas pantanosas, y cada vez que se movía se hundía más y más, además tenía el cuerpo lleno de sanguijuelas que se alimentaban de su sangre debilitándola aun más, el corazón le latía con fuerza, pues la desesperación de tener la mitad de su cuerpo inmovilizado y sentir aquellas cosas alimentarse de ella le parecía repulsivo.

A demás, esto no era lo único que la inquietaba, si no la presencia aterradora que la observaba desde el anonimato, oculto entre las sombras de su desesperación.

—¿Que clase de sanguijuelas son estás? Jamás había viso unas así de grandes, me están dejando tan mareada que no puedo pensar con claridad…y por otro lado, al mínimo movimiento de mi cuerpo, me hundo más en el fango, necesito despejar mi mente para poder usar mi poder, sé que algo me esta observando y no me quita los ojos de encima, puedo sentir su ira sobre mí—pensó Gia mientras trataba de controlar su respiración.

Gia comenzaba a ver doble, su deseo de no lastimar a nadie estaba muy arraigado en su corazón, así que intentó dialogar con lo que fuera que la estuviera observando mientras la torturaba.

—Sé que estas ahí…puedo sentirte.—exclamó Gia tratando de encontrarlo.

—No te sientas especial por haberme detectado, no me encontraste, yo deje que me sintieras.—dijo una voz varonil dejando a Gia pensativa, pues la decencia se sentía la de un monstruo.

—¿Por qué te escondes? ¿Eres tú el monstruo que custodia Hildamar?—le preguntó Gia con curiosidad.

—¿Por qué quieres saberlo? ¿Crees que te diré todo de mí cuando tú y la otra bruja junto a su demonio me han invadido? Eres muy ingenua si crees que saldrán con vida de aquí.—le respondió la criatura con desdén.

—¿Donde están mis amigos? ¿Quienes nos arrastraron a las profundidades del bosque y por qué nos separaron? Nosotros no queremos hacerles daño…¿no estás solo verdad? Este bosque es habitado por varias criaturas, puedo sentir la esencia vital de todas ellas, incluso de las piedras, la hierva y la cosa más minúscula que aquí crece.—expuso Gia con voz tranquila.




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