Mi amante, el príncipe de jade.

El regreso de la reina

Gia había recobrado su conciencia, ahora sabía quién era, a pesar de que su pasado le causó un terrible sufrimiento y una entrañable vergüenza, sus amigos la ayudaron a darse cuenta de que su pasado no la definía, sin importar las atrocidades que había cometido, ella tenía un presente, el cual había llenado de buenas obras y su corazón era tierno y noble, no había rastros en ella de Perséfone, ni de la maldad que la consumió, su destino estaba escrito con sangre, la sangre de Edmond y sus hermanos quienes le dieron la oportunidad de redimirse y no solo a ella, si no a Arial también, el familiar por el que su alma se había guardado y no había hecho pacto con ninguna otra criatura, pues ellos estaban unidos por un sentimiento profundo de lealtad, aun en esta vida se habían encontrado y ambos deseaban hacer el bien sin importar que tan difícil fuera.

Gia por fin había sido coronada, había recibido el reconocimiento de las personas correctas, Hildamar era un pulmón del tañan de una ciudad, era tan hermoso que si alguien caía de casualidad ahí, pensaría que estaba en el paraíso, había seis ríos que estaban en el corazón del bosque los cuales nutrían la vegetación, entre las razas que lo habitaban estaban los centinelas, enormes árboles que cuidaban el santuario de cualquier invasor, había enanos que vivían debajo de la tierra, el nombre de esa raza eran “Los carbonillas” sus ojos eran muy sensibles a la luz del día, por eso usaban unos lentes especiales con los que podían ver sin dolor.

Ellos trabajaban en las minas y tenían su comunidad bien estructurada, se encargaban de recolectar piedras preciosas y eran joyeros, la otra raza de enanos que coexistía con ellos, eran “Los Uldarun” hombrecillos tradicionales en su oficio de herrería, creaban las mejores espadas y armas de guerra, los enanos de Hildamar vendían las joyas y las armas en los pueblos vecinos, también salían a otros reinos para poder enriquecerse más, habían reunido un gran tesoro el cual habían ocultado para entregárselo a su futura reina el día que ella cruzara el umbral.

A pesar de no tener certeza de si sus ojos llegarían a verla, se esforzaron en prepararle el camino, no solo ellos, si no todos los que habitaban el bosque, pues decían que si ellos no tenían la suerte de presenciar su llegada, entonces lo harían sus hijos o los hijos de sus hijos y así sucesivamente.

Gia no podía creer lo que estaba presenciando ¿Realmente era una reina? ¿Eran todas esas criaturas sus súbditos fieles? El asombro no la dejaba creer semejante experiencia, sin embargo, estaba conmovida y lo mejor de todo es que se sentía en casa.

—Alteza…permítame presentarme…mi nombre es Hermerjerd, soy el líder del clan de Uldarun, nosotros fabricamos todo tipo de armas, somos guerreros por naturaleza, no se deje llevar por nuestra apariencia, nos henos preparado para protegerla, jamás imaginamos que nuestros ojos la verían ser coronada…perdone si las lagrimas asalten de nuestros ojos como ríos, pero solo el sol y la luna son testigos de nuestra larga espera, todos aquí hemos vivido demasiado, gracias a Edmond y sus antepasados pudimos vivir en este lugar, que es su reino…por favor déjeme ponerme a sus servicios, el clan de los Uldarun es leal a usted.—dijo Hermerjed haciéndole una reverencia.

—Agradezco tus palabras Hermerjed, todo esto es nuevo para mí, soy yo la que esta ene deuda con ustedes…—expresó Gia apenada.

—No diga eso majestad, para nosotros usted es como la luz del sol después de una larga tormenta, mi nombre es Faifold y estoy a la cabeza del clan de los Carbonillas, también le rindo mi respeto y le entrego nuestra lealtad absoluta.

No solo los enanos se acercaron a saludarla, también lo hicieron los faunos, las hadas, los seres elementales y todas las criaturas que ahí vivían.

Al ver la alegría de sus súbditos y como bailaban y cantaban cánticos en su honor, Gia sintió que irse les rompería el corazón, así que decidió quedarse un poco más, por quema decir verdad…ese era su hogar más que ningún otro.

—Venga con nosotros mi reina, ¿tiene hambre? Tenemos frutos secos, carne, frutas ¿que desea comer?—le preguntaban los faunos con entusiasmo mientras la tomaban de la mano.

—La verdad si tengo hambre, pero déjenme a mí servirles esta noche.—Gia extendió sus brazos y delante de ella apareció una mesa enorme repleta de delicias , había perfeccionado su poder en aparecer comida por que era lo que más le gustaba, los habitantes de Hildamar se quedaron sorprendidos y las hadas le ordenaron alas luciérnagas servir de luz esa noche, parecía una cena digna de la realeza y todos se sentaron a comer mientras disfrutaban de la compañía de Gia.

—me tratan con tanta familiaridad… eso me conmueve mucho…—le dijo Gia a Arial mientras se encontraban aparte caminando entre las hileras de luz de las hadas, había hongos que también brillaban en la oscuridad y el paisaje era hermoso.

—Es su reina, no hay nada más sagrado para ellos que usted, simboliza la estabilidad que tanto habíamos deseado.—dijo el unicornio sonriendo.

—Algunos se ven apenados o tristes ¿crees que me tengan miedo?—preguntó Gia echándoles un vistazo.

—Para nada, están así por que no tenemos un castillo digno para usted, el que hay esta prácticamente en ruinas debido a la espera, es demasiado deprimente.

—¿Eso les agobia? Yo podría arreglarlo en un instante y…—Arial la interrumpió diciendo:

—No les quite el placer de hacer algo para usted, no la esperábamos, así que estoy seguro de que planean darle una bienvenidas digna de usted.

—Me han aceptado a pesar de mi pasado, no hay mejor bienvenida que esa, no sabes cuanto necesitaba algo así…estoy muy agradecida por todo lo que han hecho…esperare tanto tiempo…nade jamás había hecho eso por mí.—expuso Gia con una sonrisa triste.

—¿Por que suspira con melancolía? —le preguntó Arial mirándola con detenimiento.

—Es verdad que el rey de todo me envió a capturarte, él quería que llevara la cabeza de la bestia de Hildamar, es evidente que llegaré con las manos vacías jeje, quizá encuentre un verdadero monstruo en el camino y se lo lleve jaja, tú para nada eres así, eres por mucho más hermoso de lo que podrá soportar.—dijo Gia dibujando una sonrisa en su rostro.




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