Mi amante, el príncipe de jade.

Lo que siente el corazón

Ese momento, fue tan inesperado por Emm que no supo como reaccionar, de pronto fue invadido por los dulces labios de aquella rubia caprichosa, eran fríos sin embargó un calor inexplicable comenzó a cosquilleare el pecho, sus manos apretaron fuerte su cintura, tenerla tan cerca era peligroso, si el príncipe no los hubiera interrumpido ¿aquel beso hubiera sido más largo? ¿El caballero la habría rechazado?

—¡Isabela! ¿Que está pasando aquí? —exclamó el príncipe al ver a su prometida encima del hijo adoptivo de su madre.

¿A caso estaba viendo bien? ¿La niebla le estaba nublando la vista? El príncipe frunció el ceño confundido.

La princesa dio un brinco y envuelta en un susto que se convirtió en pánico, se separó de su caballero con urgencia, Emm estaba en shock, sin embargo ocultó a Isabela detrás de él, aquel beso podría significar su ejecución, sin embargo no retrocedió, tenía la mano puesta en su espada, dependiendo de cual fuera el movimiento del príncipe heredero, él desenvainaría su espada para defender a su doncella, así que la mirada de ambos caballeros se cruzó con firmeza.

—Ya veo cual fue el motivo de tu tardanza.—expresó Aspen con seriedad.

—¿Que es lo que viste?—le preguntó Isabela saliendo de su escondite.

—A menos que me consideres estúpido me creeré el cuento de que ambos rodaron por el piso y sus labios chocaron entre si figurando un beso ¿es así?

—Más o menos…—murmuró ella con nerviosismo.

—Yo la obligué a quedarse a mí lado, pero es su culpa que se diera esta situación, no me pareció prudente que usted la llamara a estas horas y con esta ropa ¿por que no habla con su prometida en un lugar menos inapropiado? ¿Se le olvida que esta mujer será su reina? Debería cuidar su reputación.—le dijo Emm con seriedad.

—No entiendo como esto puede ser mi culpa…pero definitivamente me quita una carga de encima.—dijo él aliviado.

—¿Qué?

—Déjanos hablar a solas, es importante que tenga esta platica con mi prometida.—le ordenó Aspen mirando fijamente a Isabela y ella desvió la mirada.

—No me iré hasta que prometa que no le hará daño, cualquier represalia por lo sucedido déjela caer sobre mí.—le replicó Emm sin quitarle los ojos de encima.

—Jamás me atrevería hacerle daño a mi sangre…pero espero que por lo que ví hoy, el dolor que le pueda causar sea mínimo.—dijo el príncipe mirándola con pena.

—Creo que ya sé lo que quiere decirme…—manifestó Isabela apretando los labios y añadió.—me siento más segura cuando mi caballero esta cerca, quiero que se quede.

—Dejaré que se quede cerca de la reja ¿esta bien? (Estaba a unos cinco metros de distancia.

Isabela asintió con la cabeza y Emm se fue dejándolos solos, Aspen estiró su mano para que caminaran un poco más adelante y ella la tomó soltando un suspiro.

—¿Podemos ser completamente sinceros en esta platica? ¿Tan vulnerables que los juicios no tengan lugar entre nosotros esta noche? —le preguntó Aspen con voz tranquila.

—Entonces déjeme hablar a mí primero, yo te quería, amaba la idea de compartir mi vida contigo en el futuro, nací siendo tu prometida, jamás me vi al lado de otro hombre, me instruyeron para ser perfecta y amoldarme a tus gustos, aprendí todo lo que te gustaba, costura, violín, canto, aprendí a recitar, a bailar como un cisne, siempre tuve una buena postura, cuidé mi peso y siempre me mantuve delgada, me gustaba ser llamada la mujer más bella del imperio, por que pensaba que esos rumores llegarían hacia ti y te harían desearme tanto como yo a ti, no te conocía, pero anhelaba que llegara el día de verte cara a cara, pensé que cuando eso sucedería mi vida se volvería perfecta, creí que al mirarnos el vinculo se daría entre nosotros de manera inevitable, en mi arrogancia creí que yo era el amor de tu vida, pero me equivoque, tus ojos ya miraban a alguien más, sin darme cuenta llegué tarde a pesar de haber sido la primera en la fila…

—Lo lamento, no puedo ser discreto, haga lo que haga, no puedo evitarlo, estoy prensado a sus pestañas, su nombre es en todo lo que pienso cuando me levanto y cuando me acuesto, lo he intentado, pero no puedo resistirme, me he vinculado a ella de manera irreversible y…yo la amo…—confesó el príncipe sin reparo.

—Lo sé.—Isabela le sonrió con dulzura mientras las lagrimas le escurrían por sus mejillas rojizas, ella acarició el rostro de Aspen con ternura y le dijo.—no tienes por que disculparte, no me has herido, yo también me vi sorprendida por el amor, entiendo como te sientes, no hace mucho yo soñaba casarme contigo, pero desde que él llegó a mi vida no hay otro hombre con el que quiera pasar la eternidad, yo lo amo…

—Isabela…aun así perdóname, le pido perdón a la mujer que alguna vez me amó y yo no lo supe.

—Deberíamos terminar este compromiso, sin importar lo que piensen o crean nuestros padres, tu y yo merecemos ser felices ¿no lo crees?—le preguntó Isabela mirándolo con una dulce sonrisa.

—¿Estas segura?

—¿Acaso quieres tener a una mujer caprichosa como esposa? Mira que soy muy exigente jajaja, además, tú y Gia hacen una linda pareja, no tendrás unos hijos tan bonitos por que yo no seré la madre pero…seguro que tendrán esos ojos verdes.

Aspen e Isabela se abrazaron fuertemente y le dijo:

—El caballero es muy afortunado de tenerte, sería un idiota si no te corresponde, por favor no hagas lo que a otros les gusta, sé tu misma, si te gusta la costura, la musica y el baile síguelos practicando, pero no lo hagas solo porque le gusta a alguien más, sin importar cuanto quieras a esa persona, siempre quiérete más a ti…—le dijo Aspen mientras le daba un beso en la frente.

—Lo haré.—declaró Isabela con una sonrisa débil.

—Mañana hablaremos con mi padre, no te preocupes por él, tu estarás bien, no le diré nada de lo que vi, ven, te llevaré a tus aposentos.

—No, está bien, quiero pasar un rato más aquí…

—¿Segura? Esta haciendo mucho frío, tienes las manos heladas, te llevaré cargando.




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