Mi amante, el príncipe de jade.

Compromiso matrimonial

El Principe Aspen ahora era libre, la felicidad que sentía por liberarse de aquel compromiso se veía opacada por la preocupación de no saber como se encontraba su amada, no tenía noticias de ella y desde el primer día que se fue, se vio tentado a seguirla, pero si lo hacía y su padre seguro desaprobaría aquella misión diciendo que él la había ayudado de alguna manera, noquearía perjudicarla y un montón d preguntas invadían su mente.

¿Será que se alegrará cuando se entere que soy un hombre libre? ¿Correrá a mis brazos aliviada y me rogará que la bese mientras se refugia en mi pecho? ¿Debería empezar a ganarme el favor de sus padres?

—¿Que se supone que le diga cuando la vea? Quizá debería empezar por dejar de llamarla mono.

Por otro lado, el día avanzaba con normalidad, la noticia de que el príncipe heredero había roto su compromiso con la bella Isabela fue noticia de ultimo momento entre los nobles, nadie podía entender como el príncipe había dejado ir a semejante belleza, ella era su reina prometida, la aceptaban porque era digna de estar en la cima, sabían que la tercera en discordia había sido la bruja con la que había roto el protocolo en el baile, el rey ordenó que se anunciara la noticia del rompimiento por causa del vinculo nacido ente el príncipe y la bruja.

Se llevó un decreto a todas las provincias y en letras rojas estaba escrito el siguiente mandato “Aquellos que se atrevan a despreciar esta unión serán castigados” ningún vampiro se atrevió a mostrar su desagrado en publico, lo hacían en secreto, las damas sentían pena por la princesa Isabela, se preguntaban en lo humillada que debía sentirse, al fin de cuentas nada se podía hacer con el vinculo, este tenía que ser honrado y respetado, pues significaba la soberanía del imperio vampírico, así que no les quedaba más que confiar en el vinculo y su selección perfecta.

Mientras esto sucedía, la princesa Minerva era preparada por sus sirvientas para la celebración de su compromiso, ahí se encontraba Sereniti quién toda vía no se marchaba, incluso se había quedado a desayunar con Minerva.

—Yo creo que ese maquillaje no será suficiente para taparle esas ojeras de panda.—insinuó mientras le daba una mordida a una manzana.

—¿Por que sigues aquí? Es tu culpa que no haya podido dormir nada anoche, roncas como un rinoceronte ¿que no te había dejado en la bañera? Y por que traes mi ropa puesta?—le preguntó Minerva mientras se miraba al espejo.

—Bueno, me robaste a mi hombre con el que pensaba reproducirme, debes hacerte responsable de mi corazón roto.—externó ella con la boca llena.

—Tienes razón, me haré responsable de ti y te conseguiré un macho, recuerdo haber visto algunos renacuajos en el estanque de mi padre, seguro que tendrán unos lindos bebés.

—Muy graciosa…

—¿De verdad me veo muy ojerosa?

—Te hace falta un poco de color en las mejillas.—Sereniti colocó colorete en las mejillas y nariz de Minerva.

—Siento que va rechazarme…sé que no tiene otra opción, mi padre lo mataría si se niega a casarse conmigo, pero…Hades es demasiado orgulloso, creo que herí su orgullo, parecía una estatua, no puedo olvidar su cara mezclada entre pánico y asombro cuando lo reclamé como mío, no lo he visto desde entonces.—expresó Minerva decaída.

—Escúchame bien zanahoria, ningún hombre despreciaría una mujer con tu cuerpo y cara, aunque le hayas herido el orgullo se le quitará en cuanto te vea esas caderas, además ¿están vinculados no? Son esclavos el uno del otro, ash, es una lastima que no te lo pueda robar , yo soy mucho más bonita ¿no tienes algún primo sexy con el que pueda consolarme?

—Tengo uno, se llama Eren, pero es demasiado incidente para ti.—le dijo Minerva mirándola con juicio.

—Que mal, tendré que ver que más me encuentro…

—Su alteza, llegó el momento de que se reúna con su familia en los jardines, la están esperando.—dijo una de sus damas de compañía con una reverencia y Minerva y Sereniti se dirigieron aquel lugar.

Minerva llevaba un vestido azul marino entallado de la cintura que daba una caída en sus caderas haciendo una bonita figura que resaltaba sus caderas, la celebración sería en los jardines que alguna vez pertenecieron al rey Emir, este era un lugar hermoso y todos los invitados estaban encantados con el.

Hades se encontraba hablando con su tío y su hermano, tenía una copa de vino en la mano, vestía un traje negro con guinda y llevaba sus hermoso cabello rojizo suelto, cuando de repente, la voz de su futuro suegro lo hizo girar.

—Gracias a todos por asistir a este preciado evento, como saben mi preciada hija participó y ganó en una de las rondas de la competencia de caza y como regalo me ha pedido que le conceda el permiso de comprometerse con un joven a quién siempre he considerado valioso y talentoso, el príncipe Hades de Eltsney, ven aquí hijo y saluda a tu prometida, les otorgó oficialmente mi bendición.—dijo Valeska con una sonrisa brillante.

Hades la vio del brazo de su padre, parecía un presagio encarnado de fuego y pureza, su cabello cobrizo estaba suelto y libre, no como los suspiros que evitaba dejar correr de su pecho, parecía que el cielo mismo había elegido su vestido, el cual había sido cosido con las recompensas por su tortuosa infancia.

Él quiso apartar la mirada. Quiso negar —como tantas veces— que su nombre no le ardía en la boca, que su imagen lo desvelaba, que cada gesto suyo era una invitación abierta para besarla. Pero no pudo. Porque ella seguía prensada al brazo de su padre, era preciosa, tanto que no se cansaba de recorrerla con la vista. El mundo, por un instante, se detuvo. No hubo viento, ni ruido de hojas, ni respiración posible, todos se habían vuelto nada, solo estaba ella y la certeza brutal de que, por más que lo negara, estaba enamorado de aquella pelirroja.

La deseaba como se desea lo prohibido, lo salvaje, lo que puede destruirte con una sola caricia, porque algo tan bello no podía ser benigno ¿o si?




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