El amor flotaba en el aire, pero no para todos, Isabela se había quedado afuera a propósito ¿sus familiares serían capases de recriminarle algo or no asistir a la celebración de compromiso de su prima Minerva? después de todo ¿no sería normal tenerle miedo a todas esas miradas llenas de lastima y prejuicio? No es que fuera una cobarde, es que detestaba sentir que perdía la dignidad por terceros, la bella rubia permanecía sentada en el lugar donde le había robado aquel beso a su frío y seco caballero, reviviendo la misma escena para poder mantenerse a flote.
—Que sentimiento tan fastidioso es la envidia, Minerva disfruta de su festejo a plenitud, y como no, si se va a casar con el hombre que ama, el mismo que ella eligió, debería aprender un par de cosas de esa chica salvaje, quizás entonces sepa como lidiar con toda esta imposición ¿que no sé nada de política, guerra y leyes? Ja, en pocas palabras mi tío me dijo que no sabría como ser una reina y que por eso necesito un rey que me gobierne y de paso controle a mi país.
Isabela se paró de golpe y aventó una piedra contra los arbustos, esta tan enojada que quería desquitarse con lo que fuera.
—¡Si todo esto es por su culpa! ¿Quién me dijo que me centrara en aprender costura? ¿Quién me obligó a tocar el piano y el violín antes que empuñar una espada? ¡Si soy una inútil es por su culpa! No sé hacer otra cosa que ser bonita y perfecta…y aun así me votaron…¿y ahora quieren conseguirme un marido? Pues que busquen tanto como puedan, yo no me casaré con nadie a quién no ame y que le hagan como quieran…
Isabela agitó sus brazos y sin querer usó su poder y un montón de raíces llenas de espinas salieron de la tierra levantando el asfalto y destrozando las plantas.
—Ay cielos…será mejor que me vaya de…aquí…
—¿Isabela?
Magnolia había estado buscando a su hija y cuando la encontró escuchó todo lo que había dicho y se sintió mal por ella.
—Mamá ¿que haces aquí? Perdón por no presentarme a la celebración, estaba…aventando piedras…eso de ahí ya estaba roto jejeje…yo..solo…
—Perdóname.—expresó magnolia con la voz entre cortada.
—Mamá, no llores…¿estás bien? ¿Te regalaron por mi culpa? Si el tío se puso pesado entonces iré de inmediato.
—Lamento haber sido tan ciega, pasé toda tu vida criándote como una muñeca, consintiéndote en todo, te malcrié y te volví arrogante, eres mi única hija y pensé que debía hacerte perfecta, puse todas mis frustraciones del pasado en ti, te exigí demasiado, no quería que pasaras por lo mismo que yo…yo fui una concubina, la favorita de tu padre, sin embargo él se enamoró de alguien más…
—De la tia…
—SI… sé lo que se siente luchar por el efecto de un hombre con desesperación, competir con otras bellezas que te hacen sentir pequeña he insignificante a pesar de ser bonita, jamás quise que pasaras por algo similar, así que cuando tus tíos acordaron que convertirte en la princesa heredera de este imperio y casarte con su hijo sería una alianza perfecta, me alegré inmensamente, por que me dije a mi misma, seguro que el vinculo crecerá entre ellos, pues son la misma sangre y cuando te vi crecer, fuerte y tan hermosa, juré que él te amaría pase lo que pase, pues ante mis ojos, eras lo más bello que existía y el mundo a tu alrededor también creía lo mismo y empecé a vivir a travez de ti, te hice aprender todas las cosas que le gustaban a tu padre y por ende a los Romani, te convertí en la candidata perfecta al trono, nunca te pregunté que te gustaba, solo te obligué hacer lo que yo quería y tu padre me dejó por que confió en que yo te criaría por el buen camino, no tuve tiempo de ver como el amor se te apagaba por Aspen y empezaba a florecer por alguien más, estaba tan ocupada presionándote para que fueras delgada, recta y recatada que no vi cuando dejaste de estar interesada en él, mi pequeña niña…soy quién más te ha perjudicado…
Magnolia calló de rodillas la suelo y comenzó a lamentarse dejando a Isabela muy quebrantada, así que se acercó a su madre y se abrazaron.
—Mamá…no sé cual es mi propósito… ¿de verdad nací solo para convertirme en la esposa de alguien? Descubrí que tengo poderes y no sé como usarlos, pero me gustaría ser fuerte como mi prima minerva o incluso como la bruja de la mente y ayudar a los demás, mi tío esta equivocado, puedo ser mejor reina de lo que piensa, sé que debo esforzarme mucho pero puedo hacerlo…mamá…no voy a permitir que sigan decidiendo por mi, porque si alguien sabe que me conviene, esa soy yo, elegiré a quién amar y seré feliz a mi manera, tomaré mis propias decisiones y viviré las consecuencias de estas, sean buenas o malas, sabré que han sido mías y no pagaré por lo que otros hayan decidido por mí.
—Así debe ser…—Timoteo Magnolia mientras se limpiaba las lagrimas.
—Y otra cosa…no me gusta la costura…—este comentario cortó la atmósfera desolada y ambas soltaron una pequeña risita.
—Que bueno, nunca fuiste buena tejiendo jajaja…partir de ahora, dejaré que tomes tus propias desiciones y te apoyaré como una madre debe hacerlo, perdóname por favor.
—No tengo nada que perdonarte, eres mi madre y a pesar de que te haz equivocado, todo lo haz hecho con amor y pensando en mi bien, te amo mamá, haré que se sientan orgullosos de mí.
De repente escucharon unos sollozos de atrás de los arbustos.
—¿Quién anda ahí?—preguntó Isabela con el ceño fruncido y de repente se asomó una cabeza castaña, se trataba de Eren quien había escuchado todo sin querer queriendo, pues había escuchado el alboroto de la enredadera de Isabela y al ver que Magnolia se acercaba se escondió en los arbustos.
—Lo siento…soy yo…escuché el estruendo de tu poder y vine a ver que había pasado y sin querer escuché todo.—decía e joven mientras se limpiaba las lagrimas conmovido.
—¿Todo?
—¡Si!
—Ash ¿quieres unirte al abrazo? —le preguntó Isabela invitándolo con agitando una mano.
—¿Segura? no quiero incomodar, estés un momento sagrado entre usted dos, madre he hija…