Valeska estaba decidido a contra atacar y le ordenó a su ejercito prepararse para el ataque, mandó a que Beatriz dirigiera el primer golpe, reuniendo a los hechiceros más competentes del imperio, el reino de los celestiales era un lugar prácticamente inalcanzable, ni siquiera parecía en el mapa, llegar a él solo se lograría por medio de la magia, viajarían las brujas, hechiceros y magos y cualquier ser con magia en runas y Lía sería quién les abriría un portal para llegar a la cuidad de oro “Alestis” el reino de los celestiales.
—La sonrisa se les había borrado del rostro a neutros amigos, la batalla no podría ser en la tierra a menos que estos ángeles descendieran, ellos tendrían que aventurarse a lo desconocido, jamás nadie había pisado ese lugar, el único que había entrado a Alestis era Aspen.
Los celestiales no eran para nada los enemigos más fuertes a los que se hubieran enfrentado, el dios de la destrucción ocupaba hasta ahora le primer puesto, pero es verdad que nunca antes habían peleado contra ellos y no debían subestimarlos, pues cualquier error podría costarles la vida.
Nuestros amigos tenían todo un armamento para enfrentarse en batalla en tierra firme, pero pelear en los cielos era algo que jamás habían echo, Emir propuso prestar a sus hipogrifos para defender como infantería, ya que sus aves eran de gran tamaño y podían cambiar fácilmente de posición para contra arrestar cualquier ataque.
Así que el rey Emir se ofreció a dirigir ese primer encuentro junto con Beatriz para acompañarla, pues ambos eran excelentes estrategas.
—Pero Emir…es muy peligroso…—le dijo Magnolia aferrándose a su esposo con la garganta seca.
—La Guerra es inevitable, Teldrasil atacó primero, raptó a tres miembros de la familia real y no puede salir impune, además mi hermano tiene que encantar la manera de recuperar a sus hijos, Lía solo nos abrirá el portal, ella está decidida a viajar al inframundo para recuperar a los suyos, no puedo quedarme y ver como luchan ante esta injusticia.—dijo Emir con el ceño fruncido.
—Lo sé…es nuestra familia…por favor cuídate, por nada del mundo regreses herido.—le suplicó magnolia mientras lo besaba.
Isabela tenía el sentimiento más amargo posible, su padre estaba por irse y no tenía la certeza de que estaría a salvo y por otro lado, su querido Emm estaba en el purgatorio, la princesa tenía taticárdias y sudaba frío, los nervios y el temor le carcomían el alma.
—¿Como es posible que no pueda hacer nada? No puedo proteger a los dos hombres más importantes de mi vida.—decía sollozando ¿y si algo les pasa? ¿Y si no los vuelvo a ver?—se preguntaba angustiada.
Lucia se encontraba caminado junto a Reynar, había decidido acompañar a su hermano, tenía puesta su armadura plateada y había recogido su larga cabellera, ninguno de sus hermanos quería involucrar a su padre en esto, así que decidieron ir en nombre de los Romanis.
—Ya estoy listo hermano.—le dijo Reynar con voz firme.
—Reynar.—Emir sonrió ligeramente, tener a su hermano a su lado le daba más calma.
—¿De verdad crees que dejaría a mi hermano solo? Tengo que demostrarte por que nuestro padre me eligió como su sucesor cuando decida retirarse?—le preguntó Reinar con una sonrisa orgullosa.
—Ven aquí.—Emir y Reynar se abrazaron y Lucia también consoló a Magnolia pues estaba llorando.
—No llores hermana, nuestros esposos llegarán sanos y salvos, son muy fuertes, deja de preocuparte.—expresó Lucia mientras besaba su frente.
—¿Como puedes estar tan tranquila? Quisiera ser tan fuerte como tú….
—Lo eres, puedes doblar una cuchara con tu pulgar, en cambio yo necesito aguantar la respiración para hacerlo jajaja.
—No me refería a eso…—externó Magnolia con una sonrisa débil.
Babani también entró a la habitación donde ellos se encontraban y corrió abrazar a sus amados amigas y las llenó de besos.
—Babani…—Lucia y Magnolia se aferraron a ella, a su segunda madre.
—No quería irme sin despedirme de ustedes, quiero que estén tranquilas, cuidare bien de sus esposos, las amo con toda mi alma, manténgase fuertes y animen a los más desanimados, infúndanles esperanza.—dijo Babani mientras señalaba con los ojos a Isabela.
—Tienes razón Baba…no es momento para flaquear si no para unirnos.—expuso Magnolia limpiándose las lagrimas.
—Ve tranquila, también cuidaremos de tu esposo.—le dijo Lucia con una sonrisa ligera.
—Así se habla.—Babani les dio un beso en la frente y se espero para escoltar a los hermanos Romani, Almond no había sido requerido para este primer ataque, sin embargo, se hizo presente para cuidar de Lucia y Magnolia, pues sabía que Babani las amaba profundamente.
—Estaré aquí para cuidar de ustedes.—les dijo Almond haciéndoles una reverencia.
—No te inclines Almond, eres el esposo de la mujer que consideró mi madre, eres familia.—le dijo Magnolia y el sonrió agradecido.
—Llegó el momento de irnos.—dijo Emir y sus seres queridos se despidieron de ellos.
—Papá, sé que regresarás sano y salvo, tu y mi tío Reynar son los más fuertes, rezaré por ustedes…es todo lo que puedo hacer.—expresó Isabela mientras abrazaba a cada uno.
—Te amo hija, no llores, cuida a tu madre y espérenme, saldremos victoriosos.
—Si papá…
Emir, Reynar y Babani caminaron con sus armaduras con paso firme, mientras sus pasos avanzaban, Eren corrió con todas sus fuerzas para alcanzar a su padre.
—¡Papá!
—¿Eren? ¿Que haces vestido con esa armadura?
—Iré con ustedes, voy a luchar a su lado.
—Es muy peligroso hijo, no aceptaré que vengas con nosotros, cuida a tus abuelos, si algo me pasa…
—Si algo te pasa jamás me lo perdonaría, iré por que soy un Romani, ese ángel perverso capturó a tres miembros de mi familia, sería una cobardía quedarme mientras ustedes arriesgan sus vidas para protegernos, yo soy un cazador y jure dedicar mi vida para luchar en nombre de la justicia.