Así fue como nuestros amigos se repartieron para la batalla, Teldrasil no sería sorprendido, él esta listo para darles la mejor de las bienvenidas.
En el momento en el que Teldrasil organizó aquella fiesta de té para supuestamente pedirle perdón a sus hermanos por lo que había hecho, él ya había planeado esto con Albafica y Sent, convenciéndolos de que debían destruir a los descendientes de los titanes antes de que fuera demasiado tarde, ahora que tenían a Behemuth de su lado ¿que podría impedirles atacarlos en algún momento para apoderarse de su reino? Sembró el odio en sus corazones y ellos hacían todo lo que Teldrasil les decía, pues aparte de que era su señor y su rey, todos tenían miedo de que los Romani se revelaran contra los celestiales y los extinguieran así como ellos casi lo hacen con los titanes.
Teldrasil estaba completamente corroído por el odio y el deseo de venganza contra los Romani, quería acabar con todos ellos y decidió atacar al imperio vampírico, secuestrando a sus herederos para enfrentarlos a su peor pesadilla, deseaba que se mataran entre ellos.
Aquella taza de té había sido adulterada por una hierva mortífera para las almas, era sospechosa la forma tan cordial en al que Teldrasil estaba actuando, sin embargo, aunque Sephora y Azazel estaban alertas a cualquier ocurrencia suya, bajaron la guardia con aquel baile hecho por la hermosa y seductora Albafica y no precisamente por que los optimizara con sus encantos, si no por que no los dejaba ni respirar con tantas atenciones.
—Veo que terminaste tu bebida, déjame darte más querido hermano.
—¿Realmente estás arrepentido por lo que hiciste hasta ahora Teldrasil?—le preguntó el ángel de la muerte tratando de examinar sus intenciones.
—Por supuesto, me cansé de luchar una guerra que no tiene caso.—respondió sonriente y añadió.—vamos bebe y diviértete ¿nos te parece hermosa?—Teldrasil volteó el rostro de Sephora para que mirara a Albafica y añadió.—ella preparó todo esto para entretenerlos, es sin duda la mujer perfecta para cualquiera de nosotros.
—Puedes quedarte con ella, su alma no me cautiva de esa forma.—le respondió Sephora indiferente.
—Yo podría ayudarte con eso, solo un flechazo y quedarías prendido a su imagen, sería el amor de tu vida, incluso una criatura frívola como tú podría convertirse en un romántico empedernido jajaja.—expuso Sent entre burlas y risas.
—No lo creo….—De repente Sephora comenzó atener la vista nublada y todo le daba vueltas, las voces de sus hermanos comenzaban a distorsionarse y un profundo sueño se estaba apoderando de él.
Al ver que la planta estaba funcionado, Teldrasil y Sent se miraron y asintieron la cabeza, Sent se puso de pie y se ofreció a tocar el arpa para sus hermanos, mientras Teldrasil se disponía a llevar a su supuesto hermano adormilado a sus aposentos para que descansara, pero esto le pareció muy raro a Azazel, quién siempre supo lo mucho que le desagradaban las tierras que señoreaba Sephora, pues al ser un ángel de la muerte estás le parecían impuras a Teldrasil.
—¿A donde lo lleva?—le preguntó Azazel a Albafica y esta se sentó en sus piernas buscando sus labios.
—Está cansado, nuestro señor lo lleva a descansar.—le dijo Albafica coqueta.
—No, él no sería capaz de pisar los aposentos de Sephora.—decía Azael buscándolos con la mirada.
Y cuando intentó ponerse de pie, Albafica lo detuvo con un beso, lo agarró de la cara y lo besó apasionadamente.
—¡Albafica! ¿Que crees que haces?—le cuestionó Azazel mientras se limpiaba la boca.
—¿Por que eres tan rígido conmigo? ¿Acaso no te gusto?
—No quiero que vuelvas a tocarme…—le ordenó molesto y ella lo abofeteó.
—¡Soy un ángel como tú! Soy digna de tu aprecio…sin embargo….pareces embrujado por esa serpiente albina…¿que le ven ustedes a esa miserable?
Cuando Azazel sintió que sus hermanos intentaban distraerlo, él se les fue encima con la siguiente advertencia.
—¿Que le hicieron a Sephora? ¿Por que Teldrasil se lo llevó casi arrasando?
Azazel revisó la taza de su hermano y al oler aquella sustancia desagradable volcó la mesa y arrojó todo a su paso lanzándole la taza en la cabeza a Sent y empujando a Albafica contra le suelo, pues quería detener.
—Si usaron esa bebida para ayudar a Teldrasil de alguna forma para llevar a cabo sus planes, ustedes pagaran sus pecados junto con él.
Albafica y Sent se quedaron callados, Azazel no era el segundo al mando por su poder, si no por su nacimiento, decían que incluso Azazel era más poderoso que todos ellos, pero nadie lo creía porque a él nunca le importaba el poder.
—¡Teldrasil!—gritó Azazel mientras su voz sacudía todo el reino, el ángel de la guerra aterrizó en las tierras de Sephora y cuando vio a Teldrasil salir con las manos tatuadas con el rezo maldito de Sephora, Azazel explotó.
—¿Que pasa hermano? ¿Por que la cara? ¿Estás decepcionado de mí?—le preguntó Teldrasil con una sonrisa maliciosa y cínica.
—Maldito bastardo ¿que hiciste? ¿Por que haz robado el cello de Sephora? ¿Que planeas hacer idiota?
—Y a lo veras…
Teldrasil desapareció sin que Azazel pudiera hacer nada, así que corrió a ver a su hermano y le ordenó a los querubines (sirvientes celestiales) que lo sanaran y así lo hicieron, cuando Sephora recobró el conocimiento, se levantó de golpe.
—¿Donde está Teldrasil?
—Te ha robado tu rezo maldito, el maldito a comprometido el reino entregándolo a una guerra inminente….
—Maldito desgraciado…¿Que ha hecho?
—¿No hay manera de intervenir antes de que agravie el problema?—preguntó Azazel con urgencia.
—¡Mi señor! El amo Teldrasil a asesinado a los arcontes que custodiaban la planta maldita…—dijeron uno querubines con los restos de sus compañeros en las manos, los rostros de ambos hermanos se quedaron atónitos.
—¡Teldrasil! ¿Que acabo de hacer?—expresó Sphora pasmado.
No había manera de que ningún ser vivo entrara a las tierras del purgatorio, al menos no por tres días, Teldrasil había usado el rezo maldito para sellar la entrada y la salida, de modo que nadie podía salir y nadie podía entrar, ni si quiera Lía con todo su poder podría abrir una puerta collada por aquel rezo.