Alejandro y Ginebra habían salido acompañados de su familia y la gran bruja negra, Babani se había encontrado con Calipso y Galadriel quienes también habían sido llamados al ataque.
—Lamento que tengan que estar así, han tenido que suspender su boda hasta que esto termine.—le dijo Babani a su amiga con pesar.
—No te preocupes, no soy la única a la que estos miserables le han arruinado los planes, la familia imperial está siendo afectada también ¿como podría quejarme?
—Tienes razón.
—Esto es sin duda el comienzo de la segunda guerra….los tiempos de paz se han terminado.—pensó la bruja nigromante en sus adentros mientras se le escapaba un suspiro.
Mientras esto sucedía, Valeska se encontraba en su palacio, caminando de aun lado a otro con desesperación.
—Mantenga la calma alteza, todo saldrá….—Valeska interrumpió a Leonardo de golpe.
—¡No me pidas que me calme! ¡Mis hijos fueron raptados por ese miserable!
—Lo sé, pero tiene que permanecer sereno para no caer en estas provocaciones, créame cuando le digo que yo amo a mis nietos tanto como usted, encontraremos la manera de traerlos de regreso a casa.—externó Leonardo tratando de darle consuelo.
Eira entró al gran salón acompañado de Medea y Carin, había enviado a Hades con un ejercito de demonios que los seguían a todos lados, este séquito de soldados veía en Hades un líder y lo admiraban por sus habilidades en la batalla, Denise también se enlistó para apoyar al pueblo vampírico y mostrar solidaridad por la alianza del compromiso entre Minerva y Hades.
—Eira…—Valeska miró el semblante del cuervo sabía que no traía buenas noticias.
—Es inútil, no puedo entrar, ninguno de nosotros pudo romper el cello que mantienen cerradas las puertas de las tierras del purgatorio, Beatriz tenía razón, Teldrasil usó el rezo prohibido de Sephora y nadie puede entrar o salir…—expuso Eira con frustración.
—Tu eres el rey del inframundo ¿no puedes entrar de ninguna manera? ¡Eres el señor de esas tierras carajo!
—Tranquilízate Valeska, lo hemos intentado, ahora mismo tengo a mis brujos intentado abrir el cello, es imposible.
—El inframundo es un mundo, enorme y misterioso imposible de recorrer, tiene señores que gobiernan ciertas tierras lejos de mi jurisdicción, Sephora no es un demonio es una divinidad oscura, tiene ciertos privilegios.
—Maldita sea… ¡Maldita sea! —Valeska arrancó su trono y lo arrojó contra la pared lleno de impotencia.
Por otro lado, las runas ya estaban listas y los hechiceros, guerreros y brujas elegidos subieron a ellas y también los hipogrifos fueron montados por Alejandro, Reynar , Emir y Eren, Ginebra estaba en una runa y Alejandro la custodiaba para protegerla, la emperatriz pisaba una gran runa roja y su rostro reflejaba una seriedad sepulcral, se le notaba furiosa y abrió el portal para conducir a sus guerreros al reino de los celestiales y ante ellos apreció aquel imponente imperio.
—¡Aquí tienen a la ciudad dorada de Alestis! ¡los celestiales han secuestrado a sus príncipes! Hagan que los devuelvan mientras nos piden clemencia.—manifestó Lía con el ceño fruncido.
Lía regresó al palacio tan rápido como pudo y cuando vio a su esposo corrió a abrazarlo, al ver el semblante de todos ahí supo la gravedad del asunto, ella intentó abrir un portal al inframundo mucho antes de que las tropas fueran enviadas, pero no había un blóquelo que le impedía entar al purgatorio.
—No puedo… —susurró la reina petrificada he incrédula ¿por que no puedo llegar a ese lugar? Mi poder Jamás había sido restringido, incluso puedo viajar a otras dimensiones y universos ¿por que no puedo entrar al purgatorio?—preguntó llena de frustración.
—Es por culpa del cello…—dijo una voz celestial y después de aquel destello de luz que descendió, apareció Emeliel quién brillaba como el sol.
—¿Que demonios haces aquí ángel miserable?—Valeska le lanzó una espada, pero esta se rompió en cuanto lo tocó, entonces nuestros amigos supieron que estaba protegido por un rezo, pues letras brillantes y doradas le recorrían todo el cuerpo como si estuvieran vivas.
—Mi nombre es Emeliel y sirvo al alto señor Sephora, el ángel de la muerte.—dijo con una voz tranquila y clara.
Valeska y Eira se le fueron encima y comenzaron a pelear con él, exigiéndole que les diera las después que necesitaban, pero no le hicieron ningún daño.
—¿Por qué te protegen bastardo?—le preguntó Valeska y la protección que Emeliel tenía mostró una leve fractura y el ángel se sorprendió del poder de aquel vampiro.
—¡Déjenlo hablar!—exclamó Lía alzando ambos brazos y alejó a Valeska y a Eira conteniéndolos con su poder y añadió.—si viniera a pelear ya lo abría echo…no siento maldad en él, no es como Teldrasil…—expuso la reina con un nudo en la garganta.
—Emeliel desvió la mirada hacia Carin, era la viva imagen de Maori, solo que ahora su esencia demoniaca predominaba.
La loba se mantuvo al margen aun lado de Lía y no le quitaba la mirada de encima a Emeliel, estaba lista para atacar si se le acercaba.
Emeliel les contó lo sucedido, Valeska y Eira no podían hablar por que Lía les había tapado la boca.
—¿Dices que tu amo fue engañado por sus hermanos y drogado para que Teldrasil pudiera robarle el rezo prohibido?—le preguntó Lía con seriedad.
—Así es, el señor Azazel y mi amo Sephora, son inocentes de este atentado, sin embargo esperan su comprensión a la defensa que usarán para proteger nuestro reino, a pesar de que los señores Teldrasl, Albafica y Set fueron los culpables, mi señor y el señor Azazel no pueden dejar sin protección al reino de los celestiales, sin embargo, mi señor les manda esto.
Ante los ojos de Lía apareció un espejo y en el comenzaron a ver todo lo que sucedía en el purgatorio y al verlo, Lía se tapó la boca y sus pies se sintieron débiles y Leonardo la sostuvo.
—¡Lía!
—Su hijo no nacido Ban ha sido utilizado para convertirse en el verdugo de sus tres hermanos, es un demonio maldito, un alma corrompida y al ser el alma de un titán, es severo y peligroso, si fuera soltado a este plano, sería tan letal que acabaría con la tercera parte del planeta.