Mi amante, el príncipe de jade.

Reprochable

Ishika había regresado victorioso, con una presa mejor que un jabalí, él traía un ciervo entero cargándolo en el hombro, pero enguanto cruzó el bosque, la sonrisa se le borró del rostro, dejó caer al venado de golpe, olvidándose de él por completo, sus sentidos estaban alerta, había una luz que parecía ser inestable, era una esfera brillante que se movía como si brincara de un lado a otro, como si dentro de él habitara la furia de un huracán.

Aquello no lo maravilló, le dio miedo, tragó saliva, al principio vaciló, no sabía si era seguro acercarse, pero su maestra esta en algún lado, con la rapidez de su cuerpo que era ágil como la sombras la cocó en los alrededores y no la encontró, así que con pasos como de un potrillo recién nacido se acercó sigiloso, era como ver un pequeño sol en la tierra.

Cuando enfocó la vista, en esos escasos segundos cuando sus ojos aun no dolían demasiado, pudo verla, ella estaba en los brazos de aquel monstruo, el corazón de Ishika se volcó en angustia, ese era el ángel que la hacía llorar, era el mismo que la torturaba con su recuerdo, su amor enfermo, así que Ishika se sintió invadido en una desesperación absoluta y comenzó a golpear aquella esfera para salvar a su maestra, pero fue inútil, ella no oía ni miraba a nadie que no fuera Teldrasil.

De pronto, el ángel malvado lo miró de reojo y lo mandó a volar estampándolo contra un árbol, Ishika perdió la vista por su culpa y se desmalló por el impacto.

Por otro lado, Albafica se encontraba desesperada, por que no encontraba a su querido Teldrasil, así que fue hasta donde estaba su hermano Sent e intentó persuadirlo para que juntos lo buscaran.

—¡Ya te dije que no ha regresado! Tenemos que advertirle de lo que Azazel le hará si lo ve, lo obligará a cumplir una penitencia, seguro que saldrá culpable si lo juzgan en el tribunal ¿acaso no te importa lo que le pase?—le cuestionó Albafica alterada.

—¿Crees que quiero ser regañado otra vez? Es humillante…—expuso Sent con enojo.

—¿Como puedes estar tan tranquilo? ¿No dijiste que el señor Teldrasil es el único que te en tiende? Si no hacemos que vuelva, Azazel tomará su lugar y todo el esfuerzo de nuestro señor por que Altesis prevalezca se…—Sent la interrumpió de golpe.

—¡Su esfuerzo está dando frutos! créeme, nos metió en una guerra sin retorno ¿como diablos crees que saldremos bien librados si nos enfrentamos a esos monstruos? Los Romani son una familia de demonios con poderes exorbitantes…será una carnicería…—expresó mientras se mordía las uñas.

—¿Como puedes tenerles miedo? Son solo alimañas, cucarachas que se sienten más que eso, si pudimos asesinar a los titanes en el pasado y encerrar a sus mascotas ¿acaso no podremos con ellos?—le dijo Albafica sujetándolo de las ropas.

—Tu misma fuiste testigo de como esa princesa vulgar convirtió a Behemuth en su perro faldero…siempre tienen un haz bajo la manga.

—Sin el señor Teldrasil esos herejes nos hubieran conquistado hace mucho, la blandea de Azazel solo nos hundirá más, puede que nos termine entregan do en manos de esos mal nacidos.—declaró Albafica con los ojos bien abiertos, amenazantes y llenos de euforia.

—¿A donde podemos ir a buscarlo?—le preguntó Sent a su hermana y ella lo soltó.

—Hay un solo lugar donde no he buscado, pero probablemente sí sea el único lugar donde haya estado todo este tiempo…—exclamó Albafica con desprecio.

—Con la santa…

Sent y Albafica descendieron a la tierra de los hombres con el sigilo de lo sagrado encarnado. Sus rostros humanos, bellos pero discretos, no delataban la luz contenida en sus venas.

El bosque los recibió en silencio, como si supiera quiénes eran. Las ramas se apartaban a su paso y los animales nocturnos guardaban silencio ante su presencia. Algo profano se respiraba en la espesura, una náusea invisible que contaminaba el aire, haciendo más pesado cada paso.

Buscaban a su señor, aquel que los había corrompido con su odio adoctrinándolos a su antojo.

Pero lo que encontraron, al llegar a un claro cubierto por sombras y niebla baja, no fue la belleza que esperaban.

Allí estaba él… desnudo en cuerpo y alma, fundido en un acto carnal con la hija del abismo. La demonio de ojos rojos y cabellos blancos, Los dos ángeles detuvieron sus pasos en seco.

La sangre de su forma humana se heló. La visión era un sacrilegio. No por lo físico, sino por lo que significaba: su hermano, el líder, había cedido al deseo, al engaño, a la carne maldita. Se había unido a lo que ellos juraron destruir.

Y no pudieron acercarse más.

El asco se les clavó en el alma como una espada rota. No por odio, sino por el amor traicionado. Sabían que aquel instante cambiaría el curso de todo lo que habían creado. El bosque volvió a cerrarse detrás de ellos.

—¿Como pudo?—titubeó Albafica temblorosa.

Habían desaparecido en el anonimato, sin saber que pensar de todo eso.

—Ya sabías que no eras la única…—exclamó Sent con la mano en la cabeza, trataba de asimilar las cosas.

—¿Por que con ella? Creí que solo era el objeto de su burla…su capricho…pensé que solo estaba jugando con su corazón para tenerla bajo su control…—decía con los ojos abiertos y la cara pálida.

—Algo debe estar planeando, estoy seguro que no se uniría a ella de esa forma sin ningún motivo, está en medio de una problemática, una guerra, una contienda con su propio pueblo…debe haber algún plan detrás…—decía Sent con seriedad.

—¡Es un demonio! ¡Una basura! ¿Que no siente asco cuando sus asquerosas manos rosan su piel? ¿Por que estaba haciendo eso con esa víbora? Me tiene a mí…¿por qué? ¿Por que la buscó a ella si yo estoy aquí?—el ataque de celos que le dio a Albafica fue tal que comenzó a gritar y golpearse la cara.

—¡Controlate! Deja de actuar como si fuera tuyo, tu tampoco te guardabas solo para él.

—¡Yo no me entregué a un impuro!

—Guarda silencio, conozco bien a Teldrasil, él no hace las cosas sin obtener algo a cambio, la santa debe ser de mucha utilidad para él, recuerda que la guerra esta al pie de la puerta, la mitad de Alestis le ha dado la espalda, incluyendo a nuestros hermanos Azazel y Sephora, él necesita de su espada para salir bien librado ¿que no lo entiendes?




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