Mi amante, el príncipe de jade.

Desespero

Era inevitable que todos pensaran en lo peor, que sus mentes llegaran al limite imaginando todo tipo de escenarios y todos con el mismo final, trágicos, devastadores y sin esperanza, donde la vida de Carin era arrebatada de las maneras más crueles posibles.

Minerva se encontraba hablando con su hermano en medio del pasillo que daba hacia los jardines, lo había encontrado furioso, frenético y desesperado, desde el secuestro de Carin, el príncipe estaba irreconocible.

—Hermano…escuché que mi padre iba a reunirse con el rey del inframundo ¿sabes algo del paradero de Carin? ¿Pudieron encontrar una pista?—le preguntó Minerva esperando una buena noticia.

—No, seguimos en las mismas.—le respondió a secas y se fue de largo dejándola atrás, pero ella lo siguió a paso apresurado para alcanzarlo.

—Pero ya van tres meses…¿como es que…?

—¡Ya lo sé! ¡No tienes que recordármelo!—le gritó Aspen haciéndola brincar del susto.

—No tienes por que gritar…sé perfectamente que estás furioso, basta con ver tu lenguaje corporal y como azotas las puertas.—dijo Minerva apretando los puños.

—Solo preguntas cosas tontas ¿como quieres que reaccione? No haces nada, no aportas nada, quítate de mi camino si no quieres verme enojado.—expuso Aspen empujándole el hombro.

—¿A donde crees que vas? ¡Ya fue suficiente!

—¡Suéltame Minerva!

—¡No lo haré! Tienes que tranquilizarte, piensa enfrío, así podrás actuar sabiamente y..

—¡Que me sueltes!

Minerva y Aspen comenzaron a forcejear y en un arranque de enojo y por querer zafare de su agarre, el príncipe empujó con fuerza a su hermana estrellando contra el piso.

—¡Ay!

Los ojos de Aspen se abrieron de golpe al ver el gesto de dolor en el rostro de su hermana, como se había golpeado en la boca, se había partido el labio y al ver la sangre se estremeció.

—Minerva…yo no quise…perdóname…

En ese mismo instante, una ráfaga de viento salvaje pareció atravesar el pasillo de un extremo a otro, se escuchó como un silbido infernal y de repente, un golpe en secó derribó al príncipe estampando sobre una columna de marfil.

—¡No te atrevas a tocarla infeliz!

Se trataba del príncipe Hades, quién había presenciado aquel acto de violencia contra su prometida y enloqueció en cuanto vio como la trataba y al ver la sangre cayendo a gotas al suelo, enfureció contra el príncipe.

—¡Es tu culpa que Carin haya desaparecida! Si no hubieras jugado con sus sentimientos ella no se hubiera ido sola a las afueras del territorio vampírico ¡la volviste tu familiar sabiendo lo vulnerable que estaba! La alejaste de nosotros como si no valiéramos nada…fuimos su familia, sus amigos…¿si no la amabas como ella te amaba a ti entonces para que mantenerla a tu lado sabiendo que te amaba? Bastardo infeliz ¿donde esta ella? ¿Por que no puedes encontrarla después de estos meses? ¡Entrégamela con vida!—gritaba Hades mientras lo sujetaba de la ropa y le dió un puñetazo en la cara y él y Aspen se agarraron a golpes frente a Minerva.

—¡Ya basta! ¡Dejen de pelear!—decía ella desesperada.

—¡Quítame las manos de encima! Ustedes son los que han sido ineficientes ¿como es que teniendo control del inframundo no notaron que uno de ustedes abrió un portal y se la llevó? ¡No sirven para nada!—Aspen le devolvió el golpe a Hades y le sacó la sangre de la nariz.

—¡Deténganse!

—¡Ningún ser del inframundo cruzó a este plano esa noche! No quieras echarnos la culpa de tus descuidos, es evidente que nunca estuvo a salvo en tus manos, todo lo que tocan tu y tu familia lo destruyen, ustedes los Romani son una plaga.

—Cierra la boca idiota.—le dijo Aspen y mientras seguían forcejeando el príncipe del inframundo dijo.

—¡Si Carin se hubiese quedado en el inframundo jamás se hubiera fijado en ti! Todo es tu culpa…si no ibas a corresponder a sus sentimientos al menos…

—¿Al menos te hubiera dejado el camino libre para que tu te quedarás con ella?

—Yo no le habría roto el corazón, si se hubiera quedado conmigo yo…

—¡Ya quítate de encima!—Aspen y Hades estaban a punto de golpearse nuevamente cuando unos dedos frió los tocaron paralizándolos por completo, era como si los hubiesen electrocutado.

Minerva usó su poder para que se detuvieran, ambos cayeron al suelo de golpe, los dos miraron a Minerva, sus ojos los miraban con decepción, las venas les resultaban en la cara, pero al ver que ella esta llorando sintieron mucha vergüenza y aunque no podían hablar, ni moverse, sus ojos decían que estaban apenados.

—Ninguno de los dos es un hombre, niños malcriados y revoltosos, emocionales y estúpidos, ambos príncipes de alta estirpe ¿y de que les sirve si no saben afrontar las penas con valentía y sobriedad emocional? Escúchenme bien, ninguno de los dos es responsable de lo que le sucedió a Carin, el enemigo quiere dividirnos y no se dan cuenta, hubo uno que siempre aborreció el nacimiento de Carin y ese fue el líder de los celestiales y sus hermanos, sin embargo, aquello que secuestró a Carin olía a hembra, no estamos seguros de quién lo hizo, pero a ninguno de ustedes les importa Carin, si lo hiciera, no estarían perdiendo el tiempo en peleas he insultos, ninguno de ustedes es digno de convertirse en rey, el imperio vampírico y el imperio infernal merecen hombres que los gobiernen, ni niños….hermano, si vuelves a ponerme una mano encima, te la corto, nadie me tratará como si mis palabras no valieran nada, príncipe Hades…si considera que los Romani son una plaga y que todo lo que tocan lo destruyen…entonces debería considerar romper nuestro compromiso, no se le olvide que yo soy una Romani y si tanto quería estar con Carin, entonces puede casarse con ella en cuanto la recuperemos, por que estoy segura que la salvaremos, ah, y una cosa más, cuando se recuperen, no se atrevan a buscarme, impondré mis manos sobre ustedes y morirán si me desobedecen, no quiero verlos, están advertidos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.