Mi amante, el príncipe de jade.

Barbarie

Mientras esto sucedía, Nara había sido informada sobre la desaparición de la loba blanca, Silfiri no la encontró por ningún lado y enloqueció cundo vio que todo estaba bajo llave y nada se veía forzado.

—¿Donde demonios está? ¿Quién la ayudó a escapar? Maldición…esa maldita bola de pelos blanca…

Mientras Silfiri buscaba y ponía de cabeza aquella habitación, fue sorprendida por una voz dulce y familiar que la hizo brincar del susto.

—¿Me buscabas?

—¡Ay! Pero eres tú…¿que diablos haces afuera? ¿Quien te dejó escapar? Acaso tu…—cuando Silfiri la vio tan quieta, sintió un aura que la hizo sentir en paz por eso se quedó sin palabras por un momento.

—No seré más una prisionera, informal a tu ama que si me quedo fue por voluntad propia.

—¿Qué? ¿Que carajo dices? Como si pudieras decidir.

—Claro que puedo, viste con tus propios ojos que pude salir de esa habitación sin forzar las cerraduras.

—¿Entonces por que regresaste? ¿Te encariñaste de mi acaso? Jajaja…seguro que no encontraste una salida que no estuviera custodiada por soldados, no te hagas la tonta, estas aquí por que tu intento de escapar no te salió, ven acá, le informaré a mi ama lo que hiciste, seguro que ahora si te matará a golpes.

La razón por la que Carin había decidido quedarse, fue porque sintió pena por el alma quebrada de Nara, no podía irse ignorando todo ese dolor que la formaba, deseaba ayudarla, persuadirla para que abandonara su deseo de venganza, cuando Azazel le ofreció llevarla a casa y Carin se negó, él se quedó muy confundido, pero cuando le explicó sus razones, entendió que la bondad de Maori tenía que tenerla Carin, la dejó haciéndola prometerle que se iría de ahí en cuanto sintiera peligro, pero Carin le explicó que Nara jamás había hecho algo para lastimarla o matarla de hambre, incluso le habló de todas las veces que la reina del abismo evitó que Silfiri la maltratara y también le dijo que la había curado recientemente de una herida.

(Fragmentos de la platica entre Azazel y Carin)

—Si lo haces te encontrarás en medio de una gran pelea ¿lo sabes? Confió en tus buenas intenciones, pero estás defendiendo algo que no nació de un vientre humano.

—Nosotros tampoco.—le dijo Carin con una sonrisa leve.

—Tu y yo somos diferentes, nacimos de la luz.

—Ella nació de la oscuridad, el hecho de que no comprendamos su origen no la convierte en un monstruo ni en una criatura que no merezca dignidad o propósito.

—Esto es arriesgado, podría costarte la vida, no quiero perderte otra vez.

—No lo harás, te prometo que no me arriesgaré más allá de lo necesario.

—¿Por qué? ¿Por que ella?—le preguntó Azazel confundido.

—Jamás sentí tanta tristeza por un ser vivo, ella es la melancolía hecha mujer, sufre…no puedo ignorarlo, no ahora que se para que vine a este mundo, soy regente de la vida y los recién nacidos, mi deber es procura todo lo que se mueva y respire, además, ella es parte de la familia que he cuidado desde hace tiempo, lo es de manera indirecta al ser parte de Lía.

—¿De verdad tiene redención tanta melancolía?

—Tengo que influenciarla antes de que Teldrasil lo haga, todo lo que toca nuestro hermano lo destruye, te imaginas el daño que podría causar si la pone de su lado?

—Tienes razón…mi mente da mil vueltas, necesitamos recordar la verdadera esencia de los titanes, quizá entonces, podamos encontrar una respuesta para este caso extraordinario.—expresó Azazel pensativo.—¿Por que tuvimos que olvidarlo?

—Para borrar nuestros pecados, pero mira lo que ha causado ignorarlos, las consecuencias de nuestros actos nos persiguen, debemos hacernos responsables.—le dijo Carin mientras acariciaba su mejilla.

—Te apoyaré, cuenta conmigo, por mi parte buscaré información sobre el origen de los titanes, estudiaré su propósito, quienes eran, sus habilidades y misiones, puede que entonces encontremos respuestas sobre la existencia de la reina del abismo, esta vez nos adelantaremos a Teldrasil, no dejaré que sus manos toquen esta alma rota.

—Gracias…—Carin besó la mejilla de Azazel y él desapareció.

Pero de entre el anonimato, en un cuerpo que n le pertenecía, el celestial de corazón perverso los observaba en los ojos de un centinela, dibujando una sonrisa perversa y diciendo:

—Ya es muy tarde…ya la he tocado.

Mientras esto sucedía y antes de que Carin regresará por su cuenta al palacio, Teldrasil había tenido un ultimo encuentro antes de la tragedia con Nara, esa platica fue la causante de aquel disparo de flecha, él había contaminado su corazón.

Era una de las muchas veces que la había visitado, pero esta fue una ocasión especial en la que el regente de la sabiduría buscaría la ventaja, sembrar discordia en el corazón de aquella alma perturbada que había estado acechando desde que la descubrió, Teldrasil sabía que su tiempo estaba cerca, el tiempo donde tendría que reunir un ejercito para enfrentarse al rey de todo y a su furia, además de que había sido expulsado de Alestis de manera definitiva por no haberse presenciado a su juicio.

Tenía claro que el tiempo corría en su contra y que cada día que pasara, estaba más cerca de su final o su victoria, por eso, con una astucia maliciosa se adelantaba a la tragedia para hacerle frente, aquel ángel malvado esparcir su sombra por toda la tierra.

Se le apreció a la reina del abismo en el gran salón, como una serpiente se deslizó por el piso frio de mármol, dejaba una estela de sombra venenosa y entonces la vio, Nara levantó la vista, sus sentidos se agudizaron, su cuerpo se puso rígido y alerta, sus ojos verdes se cruzaron con los de aquel celestial corrompido.

—¿Que haces aquí?—le preguntó Nara mirándolo desafiante, inmediatamente se puso de pie y lo miró con desprecio.

—¿Por que siempre eres tan arisca? Si supieras la noticia que te traigo no serías tan hostil con tu amigo.

—Tu y yo no somos nada, te dije que no eres bienvenido en mi palacio.




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