Mi amante el villano (libro 3)

El barquero

 

Eran esos sueños a la luz de las velas los que me tenían con el corazón acelerado y la mente en las nubes, eran mis sueños preferidos, el lugar donde podía amar con libertad a mi despiadado rey, desde la primera vez que pisé sus aposentos, esta sería la quinta vez que me entrego a él en mi inconsciente, se ha vuelto adictivo para mi tener sueños lucidos y visitar su alcoba como una ladrona de media noche, me he sentido impaciente por probar de su copa hasta embriagarme por completo.

Debo ser muy patética para enamorarme más fuerte debido a esas hermosas pesadillas, pero es que estar entre sus brazos es igual que reposar en el paraíso, nadie tiene sus labios, fríos y mortíferos, los colmillos de mi amado perforan mi carne una y otra vez, pero hasta ese dolor lo encuentro placentero, sus manos poseen todo lo que toca, se ha adueñado de mi corazón, es un bandido que he dejado entrar a mi casa, le he dejado la puerta abierta para que tome todo de mí.

Me encuentro completamente indefensa ante su preciosa oscuridad, la forma en la que me mira, me hace sentir que soy la presa, me gusta ser una oveja, una ratoncita que sabe lo que le espera si se enfrenta a la bestia, siento que el corazón me va a explotar, no puedo contener tantos sentimientos, fingir se me ha vuelto complicado ¿Qué diría mi madre si supiera que vivo esta doble vida? me advirtió que no jugara con fuego y a mí me gusta quemarme ¿Qué diría mi padre si supiera que me he enamorado de un dios perverso? Que ignoré sus muchos consejos cuando me dijo que no me hiciera amiga de la oscuridad ¿Qué pensaría de mí si supiera que me encantan las penumbras del rey?

La lluvia había disminuido y Lía abrió lentamente sus ojos, se levantó delicadamente para no entorpecer la calma de Eira, quien miraba fijamente el paisaje de la llovizna, se encontraba tan pensativo, tan melancólico, que Lía sintió pesar en su corazón.

—Seguro que se guarda muchas cosas en el corazón… —se dijo Lía en sus adentros.

Eira pensaba en lo mucho que había cambiado su vida, la traición de su hermano, la forma en la que Pandora se dejó manipular por Sakdras y como su amor llevó al imperio a sumergirse en una maldición por tantos años, fue esclavo por más de mil años he hizo cosas e las que se arrepentía profundamente, sentía que le habían robado parte de su vida y la tristeza se apoderó de él.

—Todo estará bien, yo estoy contigo… —le dijo Lía quién recargó su cabeza en la espalda del rey del inframundo, al sentirla, Eira se sorprendió pues pensaba que su ama aún estaba dormida.

—Mi reina ¿Cómo estuvo su sueño? —le preguntó Eira forzando una sonrisa.

—Eira, ya no me llames, ama, aunque seas mi familiar no eres mi esclavo, por favor, a partir de ahora llámame por mi nombre.

—Pero… —Lía lo interrumpió dejándolo sin palabras.

—Lamento por todo lo que haz pasado, no puedo evitar identificarme de algún modo contigo, no tienes que fingir que no te duele, tienes derecho a enojarte a sentirte decepcionado, por mucho tiempo yo reprimí mis frustraciones, creí que debía aguantarme el dolor ignorando las punzadas que daba a mí corazón, pero eso solo me devastó, lo que quiero que entiendas, es que yo no busco que seas perfecto o que actúes como un rey invencible la mayoría del tiempo, puedes llorar conmigo, incluso puedes maldecir o ponerte de mal humor, se tu mismo por favor, yo no voy a juzgarte.

Las palabras de Lía conmovieron profundamente a Eira, así que mientras él seguía dándole la espalda y Lía aun tenía su cabeza pegada a él, Eira tomó las manos de Lía para que rodearan su cintura y las sostuvo con fuerza simulando un abrazo de la bruja.

—Tus palabras son suabes y reconfortantes, me haces sentir aliviado.

La forma de ser de Eira era tan dulce y a la vez varonil, tenía un corazón noble y salvaje, Lía creía que era irónico que el rey del inframundo tuviese una personalidad como esa.

Poco a poco, la bruja y el cuervo iban creando lazos profundos de amistad, sin darse cuenta se volvían más cercanos, formando una unidad inseparable.

—Llegó el momento de cruzar el rio de los lamentos, el barquero espera a los pasajeros para cruzarlos al otro lado ¿estás lista?

—Si, nada impedirá que vaya por Beel y Emm.

—Pase lo que pase, no me sueltes la mano, no importa cuantos horrores veas.

—De acuerdo…

Lía tragó saliva, aquella advertencia, la había dejado pensativa ¿Qué es lo que les esperaba en su travesía para llegar por fin al infierno?

Una vez que Lía y Eira llegaron a la orilla, él apretó su mano para darle seguridad y le sonrió con dulzura, había tanta niebla que no se veía nada, pero una vez que el rey del inframundo llamó al barquero, la niebla abrió paso para aquella inquietante criatura.

—¡Barquero! Te ordeno que me lleves al otro lado del río.

Al instante, un hombre con la piel pegada a los huesos y de un color marrón grisáceo, apareció con su túnica negra, parecía flotar en el aire, en lugar de ojos, tenía dos monedas de oro y la boca la tenía cocida, apestaba a muerto y era muy aterrador.

—Mi rey a regresado, cruzarlo sería un honor, pero viene acompañado de una humana, ella no podrá cruzar el río. —dijo la voz de ultra tumba de aquel hombre misterioso.

—Ella es una princesa del inframundo ahora, es parte del pueblo infernal, además de que es su salvadora.

—¿Una princesa humana? ¿una salvadora? Solo habrá una manera de comprobar si su corazón es digno de ser transportada, tendrá que mirarme a los ojos, si su alma es condenada será consumida por el voraz fuego del infierno y su alma será calcinada.

—Ella es digna Barquero. — externó Eira con seriedad.

Lía respiró profundo, tenía el corazón acelerado, ver aquel hombre era incomodo, pero tenía que mirarlo a los ojos para pasar la prueba.

El barquero se quitó las monedas de oro de los ojos y en sus cuencas vacías se reflejaba un abismo demoniaco que ponía aprueba la cordura y la honestidad de las personas, era demasiado aterrador, pues se sentía como si aquella criatura te jalara el alma intentando arrebatarla, pero en Lía no existía la maldad, su corazón era puro y digno, así que el barquero la dejó y volvió a colocarse sus monedas malditas, Lía inhaló tanto aire como pudo pues sentía que se estaba ahogando.




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