Después de haber recorrido un largo viaje, los pies de Lucia quemaban, el hambre y la sed se apoderaban de ella y de las chicas que habían sobrevivido, eran cuarenta mujeres que iban directo al castillo, pero solo quedaban diez, las demás fueron pereciendo en le camino, algunas se desmallaban por el sol y el cansancio, otras que intentaron huir por sus vidas fueron castigadas y asesinadas delante de las demás aspirantes, trataban de ahogar sus espíritus, cortar sus esperanzas y mentalizarlas aceptar su nuevo destino, su suerte dependía de cuan llamativas fueran para el rey o el príncipe.
A pesar del tormentoso calor del día y del descomunal frio de la noche, el hambre, la sed y la incertidumbre, Lucia permanecía con su espíritu intacto.
—Mi madre está viva, esa es razón suficiente para mantenerme con vida, debo evitar a toda costa ir a las granjas. —Lucia había escuchado rumores acerca de las granjas humanas que tenían los vampiros para alimentarse de sangre pura y de mejor calidad, detestaba la idea de convertirse en uno de sus animales y vivir únicamente para alimentarlos.
Al ser de una familia noble, Lucia jamás había trabajado, nunca había sentido hambre ni frio, no sabía lo que era el sufrimiento, su corazón era egoísta, ambicioso y caprichoso, pues siempre lo había tenido todo, sabía que jamás volvería a disfrutar de la paz con la que antes gozaba, las ampollas en sus pies sangraban y las piedras se le enterraban en las heridas, los labios los tenía tan resecos y heridos que se le partían, el olor que desprendía era desagradable, su cabello era un desastre.
A pesar del dolor que sentía no se quejaba, no lloraba, se tragaba sus lágrimas, su única meta era sobrevivir.
—Puedo sentir como me tiemblan las piernas, cada paso que doy es una tortura, estas bestias ni siquiera nos alimentan, malditos bastardos, como desearía cortarles la garganta a todos. —se decía Lucia en sus adentros.
—¡Apresúrate humana! ¡el camino aun es largo! ¡camina! —uno de los soldados le dio un latigazo a Lucia y esta apretó los labios para no gritar del dolor que sentía.
—¿Esta mujer no siente dolor? Es la única que no se queja.
—¿Qué estas diciendo? Todos ser vivo siente dolor, mira como la hago gritar. —su compañero agarró un palo y golpeó a Lucia en las piernas haciéndola caer de rodillas, pero tampoco se quejó, seguía apretando los dientes y conteniendo sus lágrimas.
—¿Ves? te lo dije.
—Entonces golpeémosla con más fuerza y… —su general los interrumpió, era el mismo que la había capturado, el minotauro llamado Borgriner.
—¿Qué demonios están haciendo bastardos? ¿acaso quieren marcarla? ¡sus heridas tienen un mes para sanar! si presentamos ante el rey una concubina imperfecta nos asesinarán, si vuelvo a ver que les ponen una mano encima les arrancare las manos para que sirvan de alimento a los cuervos ¿entendido? —les dijo Borgriner furioso.
—Si señor…
Borgriner agarró a Lucia de la muñeca para levantarla y al momento de ver su rostro, Lucia lo miraba con un odio profundo, cosa que sorprendió al minotauro.
—Tienes un espíritu inquebrantable, aférrate a el, te servirá para sobrevivir en este mundo. —ese fue el consejo que Lucia recibió de su captor.
—Los maldigo…los maldigo a todos malditos monstruos. —pensó Lucia llena de resentimiento.
Una vez que Lucia divisó las tierras sagradas de los vampiros, observó el enorme castillo amurallado, estaba cubierto con una coraza de poder que lo hacía invencible al ojo humano, pero una vez que los soldados se acercaron el castillo se hizo visible para las aspirantes.
—Es enorme… —susurró Lucia maravillada con la hermosura de aquel castillo, el clima era muy frio y estaba completamente nublado, ahí jamás salía el sol, las grandes puertas se abrieron ante sus ojos y los ojos voraces y hambrientos se posaron sobre ellas.
—Carne fresca jaja…
—Mujeres vírgenes y jóvenes que delicia jaja.
—Tienen un aspecto horrible, además están muy delgadas, escuálidas y además apestan. —todo esto decían los soldados que las iban recibiendo.
—Solo están sucias, tendrán un mes para recuperar su peso y embellecerse, después serán presentadas ante el rey. —les dijo Borgriner con seriedad y una vez dentro del castillo, Lucia y las demás candidatas fueron puestas en manos de Crista, la encargada del aren.
Su deber era prepararlas para su encuentro con el rey, debían lucir saludables, hermosas y demostrar sus mejores atributos y resaltarlos.
—¿Qué es esto Borgriner? Se ven espantosas. —le dijo Crista con un gesto de desagrado y se tapó la nariz.
—No es mi trabajo hacer que se vean bien, yo solo te las traigo.
—Eres un sinvergüenza, parece que las maltrataron más de lo que debian, si más de tres resultan con cicatrices castiga severamente a tus subordinados, me dan más tarea de la que puedo recibir, estamos bastante ocupados como para rehabilitar a unas andrajosas.
—Si yo fuera tú, me enfocaría más en esta de aquí, para mí es la que más vale la pena. —le dijo Borgriner y Crista la miró de arriba abajo, sabía que el minotauro tenía un buen ojo.
—Mmm, tiene rasgos muy finos, se ve que era de la nobleza, bueno, te encargo que en la próxima recolección no mallugues tanto la mercancía toro estúpido.
Borgriner resopló y se fue de ahí dejando a las aspirantes en manos de aquella elegante vampiresa.
—Atención esclavas, a partir de hoy me dedicaré a embellecerlas, más les vale poner de su parte ya que solo contamos con un mes para ponerlas presentables, síganme, es urgente que tomen un baño.
Normalmente las aspirantes contaban con seis meses para presentarse ante el rey, pero, debido a la alta demanda, solo contaban con treinta días para lograrlo, era todo un desafío, pero Crista era una experta en su trabajo, por eso después de tantos años, aún seguía a cargo.
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Editado: 11.03.2024